VENEZUELA:
14 AÑOS DE SOCIALISMO BOLIVARIANO
Fundación Jaime Guzmán
La muerte de Hugo Chávez no ha dejado a nadie indiferente. Su personalidad y estilo de gobierno son fenómenos complejos surgidos en circunstancias históricas singulares. Un militar que encabezó un golpe de Estado y que luego fue electo presidente liderando una revolución socialista bolivariana en su país y en América latina —con poco respeto por el estado de derecho y las libertades públicas— es llorado por su pueblo y respetado por la mayoría de los gobiernos de la región ¿Cómo es eso posible? A continuación algunas claves que ayudan a entender esta paradoja. Sin embargo, lo concreto es que ahora Venezuela tiene la oportunidad de recuperar el tiempo perdido de un prolongado letargo populista.
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Si apelamos al sentido común, resulta difícil encontrar devoción hacia una figura política en regímenes enmarcados en modelos democráticos. En ese sentido, las devociones religiosas hacia Hugo Chávez resultan comparables sólo con personajes como Lenin, Stalin, Perón, o Castro. Ninguno de ellos fue demócrata.
No obstante, sobrevive a Hugo Chávez un proyecto que, predicando la vieja receta del dirigismo estatal, no parece asimilar el fracaso de su ideología y persevera en proclamar el “socialismo del siglo XXI” como la solución al subdesarrollo. Este “socialismo bolivariano” parece inmutable ante la evidencia internacional de los países que lo experimentaron décadas atrás y que terminaron ahogando la libertad de su población y empujando por el despeñadero de la pobreza a sus habitantes.
Si esto no es motivo de preocupaciones, ¿qué debe pasar en el país para que la comunidad internacional enfrente un cambio de posición frente a la campaña de desinformación y compra de voluntades, desplegada mediante la petro-diplomacia que, con tanta habilidad, ejerció el fallecido mandatario? ¿Acaso no basta con el clima de polarización que se vive en el país, con la destrucción sistemática de los valores de una sociedad libre, con la agresión permanente a la libertad de expresión a la cual se somete a periodistas y medios de comunicación, con el derroche de los recursos provenientes de la única industria que sostiene al país o con la distribución discrecional de dádivas asociadas a un pequeño grupo dirigente que ha ido creciendo al amparo de un Estado interventor?
Venezuela tiene una oportunidad enorme de volver sobre sus pasos y recuperar el tiempo perdido en este largo letargo populista. Es hora de retomar las ideas de la libertad y aprovechar los vientos favorables que llegan desde el exterior para asegurar un futuro promisorio para sus ciudadanos, en un país donde se pueda pensar distinto sin sentirse atemorizado, donde se pueda volver a emprender sin miedo a ser expropiado, se pueda poder salir de su casa sin la aprensión de ser asesinado y ver a sus hijos crecer sin la amenaza del secuestro.
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