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domingo, 29 de marzo de 2015

Dos masones en Lourdes ...


Dos masones recibieron en Lourdes una gracia extraordinaria y sensible para su conversión católica


SERGE ABAD-GALLARDO Y MAURICE CAILLET: VIDAS PARALELAS

A Maurice Caillet, médico francés nacido en Burdeos en 1933, y a Serge Abad-Gallardo, arquitecto también francés nacido en Marruecos en 1954 de padres españoles, les separan más de veinte años de edad y algunas circunstancias personales y familiares. Pero les unen tres elementos existenciales decisivos: ambos fueron miembros de la masonería, ambos se convirtieron al catolicismo tras un proceso que tuvo en el santuario de Nuestra Señora de Lourdes y ambos han dejado por escrito su testimonio, en el que concluyen la radical incompatibilidad entre ser católico y ser masón.

Pertenecieron a obediencias distintas, las dos principales de su país: Caillet al Gran Oriente de Francia durante quince años, y Abad-Gallardo a Derecho Humano durante veinticinco. La historia de Maurice la encontramos en Yo fui masón, publicado en 2008, y la de Serge en Por qué dejé de ser masón, que acaba de ver la luz en marzo de 2015.

El proceso de incorporación de ambos a las logias fue muy parecido. Eran agnósticos con una cierta querencia por «lo misterioso», recibieron un primer contacto a través de sus relaciones profesionales, les tentó la sensación de pertenecer a un grupo de elegidos que estan en posesión de un «secreto» que esperaban les fuese revelado alguna vez... Alcanzaron el grado de maestro y empezaron a ascender en la escala de la organización masónica, en función de unos rituales y una simbología como endeble fundamento supuestamente espiritual para dar lustre a un mero entramado de poder e intereses.
El mono de Dios

Una simbología que en muchos aspectos imita al cristianismo («muchos han podido leer escritos sobre el carácter mimético, si no blasfemo, de la [Última] Cena que constituye la iniciación al grado 18º, que yo he vivido», recuerda Caillet; «el ritual masónico ha retomado por su cuenta revelaciones cristianas», resume Abad), pero que lo hace al modo en el que el diablo es el mono de Dios: «Diabolus est Dei simia», según la frase de Tertuliano. Desde luego, durante su dilatada experiencia masónica ni Maurice ni Serge encontraron paz para su alma.

Es más: comprobaron cuán lejos estaba la práctica masónica de los utópicos ideales de fraternidad que proclama. Maurice lo comprobó en forma de arribismos y enchufismos inaceptables entre masones. Serge, en el seno mismo de las luchas de poder por el control de las logias.

Y entonces viajaron a Lourdes.

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