Fe y Cultura frente al matrimonio
por el Cardenal Carlo Caffarra
chiesa.espresso.repubblica.it
Creo necesario aclarar los términos, para así poder indicar con rigor conceptual cuál es exactamente el tema de mi reflexión
Fe: entiendo la «fides quae» acerca del matrimonio. Es sinónimo de «evangelio del matrimonio», tanto en el sentido objetivo - lo que el Evangelio propone sobre el matrimonio -, como en el sentido subjetivo - el Evangelio, la buena nueva que es el matrimonio -. Quiero subrayar que mi reflexión no trata sobre la doctrina de la fe acerca del matrimonio considerada per se, sino acerca de su modo de ser comunicada en un ámbito cultural concreto, el occidental. En resumen: reflexionaré sobre la comunicación de la propuesta cristiana respecto al matrimonio dentro de la cultura occidental.
Y paso al segundo término: cultura. Con él entiendo la visión compartida del matrimonio hoy en Occidente. Por visión entiendo el modo de ver el matrimonio, expresado sobre todo en los ordenamientos jurídicos de los Estados y en las declaraciones de los organismos internacionales.
Y entro ya en argumento, dividiendo mi reflexión en tres tiempos.
En el primero intentaré trazar la condición cultural por la que atraviesa el matrimonio actualmente en Occidente.
En el segundo intentaré individuar los problemas fundamentales que esta condición cultural plantea a la propuesta cristiana sobre el matrimonio.
En el tercero indicaré algunas modalidades fundamentales con las que se debe proponer, hoy, el Evangelio del matrimonio.
Creo necesario aclarar los términos, para así poder indicar con rigor conceptual cuál es exactamente el tema de mi reflexión
Fe: entiendo la «fides quae» acerca del matrimonio. Es sinónimo de «evangelio del matrimonio», tanto en el sentido objetivo - lo que el Evangelio propone sobre el matrimonio -, como en el sentido subjetivo - el Evangelio, la buena nueva que es el matrimonio -. Quiero subrayar que mi reflexión no trata sobre la doctrina de la fe acerca del matrimonio considerada per se, sino acerca de su modo de ser comunicada en un ámbito cultural concreto, el occidental. En resumen: reflexionaré sobre la comunicación de la propuesta cristiana respecto al matrimonio dentro de la cultura occidental.
Y paso al segundo término: cultura. Con él entiendo la visión compartida del matrimonio hoy en Occidente. Por visión entiendo el modo de ver el matrimonio, expresado sobre todo en los ordenamientos jurídicos de los Estados y en las declaraciones de los organismos internacionales.
Y entro ya en argumento, dividiendo mi reflexión en tres tiempos.
En el primero intentaré trazar la condición cultural por la que atraviesa el matrimonio actualmente en Occidente.
En el segundo intentaré individuar los problemas fundamentales que esta condición cultural plantea a la propuesta cristiana sobre el matrimonio.
En el tercero indicaré algunas modalidades fundamentales con las que se debe proponer, hoy, el Evangelio del matrimonio.
1. Condiciones del matrimonio
«Rari nantes in gurgite vasto» . El famoso verso de Virgilio fotografía perfectamente la condición del matrimonio en Occidente. El edificio del matrimonio no ha sido destruido; ha sido deconstruido, desmontado pieza a pieza. Al final tenemos todas las piezas, pero el edificio ya no existe.
Siguen existiendo todas las categorías que constituyen la institución matrimonial: conyugalidad; paternidad-maternidad; filiación-fraternidad. Pero ya no tienen un significado inequívoco.
¿Por qué y cómo ha sucedido esta deconstrucción? Empecemos descendiendo en profundidad y constatemos que está en marcha una institucionalización del matrimonio que prescinde de la determinación biosexual de la persona. Al separarlo totalmente de la sexualidad propia de cada uno de los cónyuges, el matrimonio es cada vez más una posibilidad. Esta separación ha llegado al punto de incluir también la categoría de la paternidad-maternidad.
La consecuencia más importante de esta «desbiologización» del matrimonio es su reducción a mera emoción privada, sin una relevancia pública fundamental.
El proceso que ha llevado a la separación de la institución matrimonial de la identidad sexual de los cónyuges ha sido largo y complejo.
El primer momento está constituido por el modo de ver la relación de la persona con el propio cuerpo, un tema que siempre ha acompañado al pensamiento cristiano. Permítanme que describa cómo han ido las cosas utilizando una metáfora.
Hay alimentos que una vez ingeridos pueden ser metabolizados sin crear problemas, ni inmediatos ni remotos; ni causan indigestión, ni aumentan el colesterol. Hay alimentos que ingeridos son de difícil digestión. Por último, hay alimentos que son dañinos para el organismo, también a largo plazo.
El pensamiento cristiano ha ingerido la visión platónica y neoplatónica del hombre y esta decisión ha creado graves problemas de «metabolismo». Como les gustaba decir a los teólogos medievales, el vino de la fe corría el riesgo de transformarse en el agua de Platón, en lugar de que el agua de Platón se transformase en el vino de la fe.
Agustín vio clara y profundamente que la dificultad estaba en la «humanitas-humilitas Verbi», en su haberse hecho carne, cuerpo.
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Leer más aquí: infocatolica.com
«Rari nantes in gurgite vasto» . El famoso verso de Virgilio fotografía perfectamente la condición del matrimonio en Occidente. El edificio del matrimonio no ha sido destruido; ha sido deconstruido, desmontado pieza a pieza. Al final tenemos todas las piezas, pero el edificio ya no existe.
Siguen existiendo todas las categorías que constituyen la institución matrimonial: conyugalidad; paternidad-maternidad; filiación-fraternidad. Pero ya no tienen un significado inequívoco.
¿Por qué y cómo ha sucedido esta deconstrucción? Empecemos descendiendo en profundidad y constatemos que está en marcha una institucionalización del matrimonio que prescinde de la determinación biosexual de la persona. Al separarlo totalmente de la sexualidad propia de cada uno de los cónyuges, el matrimonio es cada vez más una posibilidad. Esta separación ha llegado al punto de incluir también la categoría de la paternidad-maternidad.
La consecuencia más importante de esta «desbiologización» del matrimonio es su reducción a mera emoción privada, sin una relevancia pública fundamental.
El proceso que ha llevado a la separación de la institución matrimonial de la identidad sexual de los cónyuges ha sido largo y complejo.
El primer momento está constituido por el modo de ver la relación de la persona con el propio cuerpo, un tema que siempre ha acompañado al pensamiento cristiano. Permítanme que describa cómo han ido las cosas utilizando una metáfora.
Hay alimentos que una vez ingeridos pueden ser metabolizados sin crear problemas, ni inmediatos ni remotos; ni causan indigestión, ni aumentan el colesterol. Hay alimentos que ingeridos son de difícil digestión. Por último, hay alimentos que son dañinos para el organismo, también a largo plazo.
El pensamiento cristiano ha ingerido la visión platónica y neoplatónica del hombre y esta decisión ha creado graves problemas de «metabolismo». Como les gustaba decir a los teólogos medievales, el vino de la fe corría el riesgo de transformarse en el agua de Platón, en lugar de que el agua de Platón se transformase en el vino de la fe.
Agustín vio clara y profundamente que la dificultad estaba en la «humanitas-humilitas Verbi», en su haberse hecho carne, cuerpo.
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