Cristina K vs. La Corte, el apostolado del odio
por JORGE HÉCTOR SANTOS
Cristina Fernández de Kirchner es un depósito de revanchismo porque la han herido, limitando sus caprichos. Imprevisible como es, buscará nuevos modos de operar para resarcirse. Está empeñada en quedarse con todo y para eso no mide riesgos. Una sociedad fragmentada mira absorta la dantesca expresión de una mandataria fuera de su eje.
Corría 2010
A través de las transmisiones de Fútbol para Todos se convocaba a una marcha para “apretar” a la Corte Suprema de Justicia para liberar los artículos que cuestionaba el Grupo Clarín de la mal llamada “Ley 26.522 de Servicios de Comunicación Audiovisual”.
Muchos, por ese entonces, no advertían que esa ley no “democratizaba la palabra”, sino que era otra vil mentira del gobierno para descuartizar al multimedios más importante de la Argentina, y así alcanzar el sueño K de reproducir lo hecho por Néstor y Cristina, en Santa Cruz, donde el relato y la corrupción no tenía alternativa poderosa que lo desenmascarara.
La convocatoria se llevó a cabo frente al Palacio de Tribunales, a fines de septiembre de 2010; en ella la titular de las Madres de Plaza de Mayo, Hebe de Bonafini, hoy sospechada en un caso de alta corrupción (Sueños Compartidos), micrófono en mano, llegó a decir:
- “¿Qué les vamos a decir a estos turros de la Suprema Corte? Y turros por ser buena”.
- “A la Suprema Corte, que no sé por qué Suprema y por qué Corte. Y por qué carajo están en un Palacio. A los de la Corte que no les quiero decir señores”.
- “A esos turros que alguna vez piensen en el pueblo, que está en la calle y es el que tiene que determinar. Y no ellos que se reúnen de espaldas a nosotros porque les pasan sobres con plata para asegurarles la vida de ellos y de toda su cría”.
- "Arranquémosle a la Corte la decisión que es nuestra. Saquémosela de las manos y si tenemos que tomar el Palacio de Tribunales, tomémoslo compañeros”.
- “¡Basta de aguantar! Basta, compañeros. Estamos hartas, re hartas de aguantar a estos tipos con grandes sueldos, con grandes privilegios, que nos aplastan, que nos quieren dominar. No hay independencia posible, porque ellos están atados a quienes nos dominan, y están atados muy fuertemente. Nosotros tenemos que tener claro que si la Ley no sale, hay que arrancárselas, con todas las fuerzas que tiene el pueblo para hacerlo”.
- “Por eso compañeros, no tenemos muchas opciones: hagamos una marcha por mes si es necesario. Pero arranquémosle a esta Corte, que renuncien, que se vayan si no quieren apoyar al pueblo”.
- “Cuando nos cansemos entraremos para ver si estos señores alguna vez se ponen las pelotas que no tienen”.
Enero 2013
La escena volvió a repetirse, Hebe de Bonafini, volvió a ejercer presiones sobre la Justicia en el marco de la aplicación de dos artículos de la Ley de Medios.
La deslenguada Bonafini descargó nuevamente una bateria de improperios contra los ministros de la Corte Suprema, acusándolos de “estar pagados por los medios” .
Bonafini llegó incluso a señalar de las dos juezas del Máximo Tribunal, Elena Highton de Nolasco y Carmen Argibay: “Repudio a esas dos mujeres que no son capaces de ponerse al frente y decir Renunciamos, no queremos esta Corte Suprema”.
Nadie puede suponer que la procacidad de Hebe de Bonafini contra uno de los poderes del Estado no fuese aprobada por Néstor y Cristina Kirchner en la primera oportunidad; y por Cristina en la más reciente.
Vale decir que un poder del Estado, el Ejecutivo, empleó a osada emisaria contra otro poder del mismo Estado, el Judicial.
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