Jorge Enrique Mújica, LC
A propósito de un artículo publicado enThe New York Times sobre el discurso del presidente Obama respecto al estado de la nación (el tradicional “reporte” que el presidente de la Unión Americana rinde anualmente para decir cómo está su país), Diego Contreras comentaba el estilo reverencial del periódico más conocido de Estados Unidos al hablar de Barack Obama. Lo hacía retomando las observaciones de James Taranto, en The Wall Street Journal, quien se tomó la molestia de poner en contraste el modo como se suele referir The New York Times al Papa Benedicto XVI y la manera como lo hace respecto a Obama.
Con su observación, Diego Contreras quiere resaltar «un fenómeno que se repite con insistencia: para muchos, la piedra de toque del papado, de la elección del nuevo Papa y del mismo futuro del cristianismo, se reduce a los tres o cuatro temas de siempre, todos de trasfondo sexual». Y añade:
Se lee, por ejemplo, en una de esas crónicas: “La dimisión establece una lucha entre los más acérrimos conservadores, siguiendo el molde de Benedicto XVI, que abogan por una iglesia más pequeña integrada por creyentes más fervientes, y los que creen que la iglesia puede ampliar su atractivo en formas pequeñas pero significativas”.Entre ellas formas está el uso del preservativo, cambios en el celibato sacerdotal y –según los casos-, tema homosexual y ordenación de mujeres.
Se filtra y se juzga la actividad, finalidad y naturaleza de una institución (la Iglesia católica) con lo que podríamos llamar los dogmas de la agenda del radicalismo-chic, de los que el diario (y no solo) es un prestigioso representante. Eso es todo el horizonte que se ofrece. No niego el derecho de tener un propio punto de vista. Lo que me parece necesario es reconocerlo. Porque aquí ocurre como con la fotografía: no todos los filtros funcionan bien con todos los sujetos o paisajes.
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