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martes, 23 de febrero de 2016

Para sostener en el tiempo la virtud nacional, las relaciones comerciales por sí solas son insuficientes


Crítica de Shakespeare al Régimen Norteamericano: Una Respuesta a John McGinnis

por Josh Craddock


Dado que para entender la naturaleza humana es esencial la comprensión de la vida política, y que es la señal de un poeta magistral revelar la naturaleza humana, una gran poesía como la de Shakespeare refleja necesariamente principios políticos.

En un reciente debate entre los profesores Robert George y John McGinnis (1), este último argumentó que nuestra Constitución es la adecuada para el gobierno de un pueblo sin religión. ("Public Discourse", publicó un ensayo de George, planteando el argumento contrario, sobre la base de sus declaraciones de apertura, que usted puede leer aquí (2). Dice McGinnis que "la Constitución crea una república comercial para asegurarse de que el propio interés del hombre lo ayude a promover la virtud, en lugar de confiar en la religión para obtener de ella las virtudes necesarias para la vida cívica."

De acuerdo con esta línea de razonamiento, una sociedad basada en el comercio fomenta el autocontrol, los tratos honestos, y la autosuficiencia entre sus ciudadanos. A su vez, estos valores promueven un gobierno limitado y el crecimiento de las asociaciones civiles. Pero ¿es suficiente el comercio en sí mismo para promover la virtud cívica?. Y en primer lugar algo aún más importante ¿puede una comunidad política sobrevivir sin creencias ampliamente compartidas sobre lo que constituye la virtud cívica ?

Shakespeare ofrece una respuesta en El mercader de Venecia . Así como Homero fue un tutor para los antiguos griegos, ayudándolos a conformar sus nociones sobre la comunidad política, el coraje y el cosmos; así tambien Shakespeare ha sido y sigue siendo un maestro esencial para los pueblos de habla inglesa. Dado que la comprensión de la vida política es esencial para la entender la naturaleza humana, y revelar la naturaleza humana es la marca de un poeta magistral, la gran poesía refleja necesariamente los principios políticos. Indirectamente, Shakespeare nos informa acerca de las cualidades de los buenos gobernantes, el destino de los tiranos, las obligaciones de los ciudadanos, e incluso sobre la naturaleza de un régimen justo, tanto como se este se puede establecer, dada la fragilidad humana.

El espíritu comercial de Venecia

Venecia fue una república comercial rica, una potencia mediterránea dominante que construyó su comunidad sublimando las diferencias entre los hombres a través de los enlaces del intercambio. En general, se considero como un lugar en el que podían mezclarse y convivir cortesmente hombres que nunca habían compartido un estilo común de vida.

Escribe Allan Bloom en "Sobre cristianos y Judios" en un capítulo de la Política de Shakespeare en el que analiza los temas políticos en El mercader de Venecia: "no se creía posible educar a los hombres en la tolerancia, o superar el poder de las religiones establecidas refutandolas" ... "la única manera era sustituir los intereses y las preocupaciones propias de las pasiones de los hombres por otro objeto tan poderosamente atractivo como la religión." En este caso, ese sustituto fue el deseo de ganancia material. Y este espíritu comercial creó un barniz de tolerancia que hizo que la vida en Venecia fuera posible, pero sólo por un tiempo.

A pesar de que ambos hombres son religiosos, tanto Antonio el cristiano como Shylock el judio se basan en primeros principios muy diferentes, y estos principios dan forma a la naturaleza y al alcance de su pertenencia a la comunidad política. Shylock sigue la ley mosaica, negándose a comer, beber, o rezar con los gentiles. Para él, la justicia significa la adhesión estricta a la ley. Antonio, inspirado por la generosidad de la misericordia del Dios de los cristianos, irradia su gracia -extravagante a los ojos de otros- y espera que ellos hagan lo mismo con él. Lo que es la virtud para uno es vicio para el otro.

Sobre la base de los destinos de Shylock y Otelo -el sujeto nacido en el extranjero de otro drama veneciano de Shakespeare- parece razonable concluir que Shakespeare era pesimista sobre la habilidad de una república comercial en mantener la paz cívica a largo plazo. Como dice Bloom, "las leyes no son suficientes; deben ir acompañadas por las buenas disposiciones de las partes que conviven por debajo de ellas." A falta de una visión común del Bien, los diversos venecianos concurrieron inevitablemente a encallar la nave del Estado.

La comunidad política en la era posmoderna

Cuando los ciudadanos no comparten principios fundamentales, ¿en qué sentido constituyen una comunidad? Para que una comunidad política tenga éxito, los ciudadanos deben compartir un entendimiento común de lo que es noble o básico.

En una era posmoderna, el mundo occidental se enfrenta aún mayores diferencias. Ya no compartimos un concepto común de lo que significa ser humano, mucho menos hay una idea común acerca del matrimonio, o lo que significa ser hombre o mujer, o incluso sobre cómo uno se convierte en un ser humano virtuoso. No podemos ni siquiera ponernos de acuerdo en que estos conceptos existan, en cualquier realidad que signifique algo, o que pueda y deba ser compartida.

Esta división no es sólo moral, sino metafísica. El mundo posmoderno piensa a la humanidad y al mundo material como algo infinitamente maleable, sujeto a los individuos que modelan a su voluntad la propia realidad. Los cristianos y otros pre-modernos creen que todas las cosas, incluyendo la humanidad, poseen una naturaleza esencial, y existen en virtud de ella. En otras palabras, la realidad no es opcional, es objetiva. El resultado de esta brecha es que los ciudadanos de los Estados Unidos no sólo no llegan a las mismas conclusiones a partir de lo que observan, sino que para empezar, ni siquiera ven las mismas cosas, debido a sus diferentes presupuestos acerca de la propia naturaleza de la realidad.

Los operadores comerciales materialistas no perciben ninguna necesidad de participar en hacer una ponderación filosófica rigurosa; y les parece suficiente la filosofía recibida de oráculos culturales como Drake o Disney. Sin embargo, la Declaración de la Independencia, en la afirmación de que "todos los hombres son creados iguales", significa que la hermandad de los hombres existe incluso hasta en el nous, la parte más alta del alma. Esta es una declaración política y filosófica, y no simplemente una declaración científica sobre nuestra especie compartida. Sin embargo, si no hay una base filosófica común, esta hermandad sólo puede existir en su denominador común más bajo.

Esto es precisamente lo que pregunta Shylock lastimosamente:
¿O no tiene un judío ojos? ¿No tiene un judío manos, órganos, dimensiones, sentidos, afectos; no se alimenta con la misma comida, no es herido por las mismas armas, no está sujeto a las mismas enfermedades, no es curado por los mismos medios que el cristiano, calentado y enfriado por el mismo verano e invierno? ¿Si nos pinchas, ¿no sangramos? (III.i)
Este tipo de hermandad no se extiende más allá de los hechos corporales de nuestro ADN. Las partes superiores del alma-que forman opiniones sobre lo bueno, lo verdadero y lo bello, divergen y compiten con tanta fuerza que los ciudadanos de la república no se convierten solo en meramente partisanos, sino en enemigos políticos.

Esta enemistad es transversal a la guerra cultural y a sus pequeñas escaramuzas. En la sociedad moderna, se considera anacrónica e intolerante cualquier cosa que sea menos que la entusiasta celebración de "Caitlyn" Jenner, de "la igualdad en el matrimonio", y "del derecho de la mujer a elegir". Los casos de Barronelle Stutzmann y los Pasteles Dulces de Melissa muestran que el progresismo posmoderno no permite la disidencia. Los puntos de vista opuestos -y los que los sostienen- deben ser perseguidos y obligados a pagar "su libra de carne". Claramente, el espíritu comercial de los Estados Unidos es insuficiente para frenar la licencia, salvaguardar la libertad de creencia, o crear un lenguaje moral común.

Advertencia de Shakespeare

Afortunadamente, en El mercader de Venecia , Portia es capaz de proporcionar un buen juicio, evitando la tragedia posible. Pero la advertencia de Shakespeare para Venecia, y por extensión, los Estados Unidos, está clara. Bloom escribe:
En Venecia y en el pensamiento moderno, hubo un intento de cortar el nudo gordiano y unir a los hombres, no en el nivel de la misma identidad humana, sino en el de lo que fuera políticamente beneficioso- una unidad expresada en el deseo universal de los hombres en obtener beneficios. Las consecuencias de esto deben ser o el conflicto, o la bastardization de todo lo que es noble y verdadero respecto de cada uno de los puntos de vista diferentes. Venecia tenía la belleza adornada de una prostituta. Shakespeare no estaba dispuesto a sacrificar la única verdadera belleza por esta ilusión, que se encuentra para los pocos afortunados en algún lugar más allá de los cielos .
James Madison también entiendió que Portia no siempre estará disponible para mediar en esos enfrentamientos entre las facciones. Escribió en Federalista No. 10: "Es en vano decir que los estadistas iluminados serán capaces de ajustar estos intereses que chocan, y hacer que todos ellos se subordinen al bien público. No habrá siempre a la cabeza estadistas iluminados".

Si ese es el caso, ¿cual es el origen y el destino de la república americana? Shakespeare revela la respuesta en la tierra de Belmont de Portia. Allí, Bloom escribe, "la armonía final de los hombres es una armonía, no en el nivel de su vida diaria, sino en el nivel que los trasciende, indiferente de ellos, en una asimilación a los movimientos de las esferas".

Esa armonía no se puede siempre encontrarse en una nación de comerciantes a no ser que su punto de vista se eleve a través de la vida religiosa y filosófica. Debe ser refinado y ampliado por sabios estadistas como Portia, o por grandes poetas como Shakespeare. John Adams reconoció que el gobierno estadounidense no podía competir contra "las pasiones humanas, sin el freno de la moral y la religión." Esta es la razón por la que Adams dijo que nuestra Constitución podría solamente gobernar, eficazmente, "a un pueblo moral y religioso."

Y aunque el profesor McGinnis es correcto cuando afirma que el comercio tiende a promover los bienes civiles y particulares y que coincide con un gobierno limitado, para sostener en el tiempo la virtud nacional, las relaciones comerciales por sí solas son insuficientes. Sin la restricción y la fuerza de unión que provee un lenguaje moral compartido, el concepto mismo de la virtud es ininteligible, y mucho menos alcanzable. La religión, y la religión cristiana en particular, es un elemento útil, si no necesario, para el cultivo y el sustento de la virtud cívica.

Para ser elevada al nivel de Belmont, nuestra comunidad política debe recibir la educación moral adecuada. Sólo aprendiendo de guías como las Escrituras y Shakespeare, pueden los norteamericanos comienzan a reclamar las cualidades que, en primer lugar, los hacían capaces de auto-gobernarse.

Josh Craddock es estudiante en la Escuela de Derecho de Harvard. Vive en Cambridge con su esposa e hijo.

(Traducido por Pablo Lopez Herrera)

(1) http://www.fed-soc.org/multimedia/detail/eighth-annual-rosenkranz-debate-resolved-the-constitution-is-designed-for-a-moral-and-religious-people-and-its-wholly-unsuited-for-the-government-of-any-other-event-audiovideo - https://youtu.be/PViRSy0xKyc

(2) http://www.thepublicdiscourse.com/2015/11/16037/

Source: http://www.thepublicdiscourse.com/2016/02/16313/

En El nombre de la rosa o El péndulo de Foucault late la misma aversión gnóstica al cristianismo que ya existió en los primeros tiempos.


Umberto Eco, el «padre» culto de Dan Brown que Ricardo de la Cierva y Vintila Horia osaron denunciar




por Carmelo López-Arias / ReL

Cuando Umberto Eco (1932-2016), fallecido el pasado viernes, presentó en 2010 su novela El cementerio de Praga, deslizó una sutil crítica a El Código Da Vinci al afirmar que su nueva obra gustaría a varios tipos de lectores, el primero de ellos "el de los que se ha tomado en serio incluso a Dan Brown".

Marcaba así las distancias entre sí mismo, un erudito catedrático de Semiótica de rigurosa formación académica, y el escritor norteamericano que en 2003 logró uno de los mayores éxitos editoriales de todos los tiempos con una obra ayuna de todo rigor histórico y filosófico de cualquier clase, pero cuyo argumento anticatólico convino a muchas personas tomar como realidad, más que como novela.

En su glosa obituaria de Eco, Juan Manuel de Prada ha destacado, sin embargo, que El nombre de la rosa incendió la imaginación "de una patulea de plumíferos ignaros" (de los que Dan Brown fue sólo un "epítome internacional") que, "en su afán de emularlo", escribieron "bodrios de apariencia histórica o detectivesca... [que] repiten en versión casposa la refutación del cristianismo probada por Eco" a base de "templarios, sábanas santas y santos griales".

Prohibido discrepar de "El nombre de la rosa"

Precisamente porque no venía de un Dan Brown, sino de todo un Umberto Eco, era realmente muy osado en los años ochenta denunciar las cargas de profundidad anticristianas de El nombre de la rosa, que, tras la novela de 1980, multiplicaron su efecto durante toda la década con la película de 1986 dirigida por Jean-Jacques Annaude interpretada por Sean Connery.

En España, entre las reacciones con impacto mediático, lo hicieron dos sabios catedráticos capaces de percibir el alcance filosófico y teológico de las obras de Eco: Vintila Horia (1915-1992) desde las páginas de El Alcázar y Ricardo de la Cierva (1926-2015) desde las del Ya y el ABC.

Ricardo de la Cierva: un ataque a la Iglesia

De la Cierva, en una Tribuna Abierta en ABC del 4 de enero de 1985, bautizaba incluso con el nombre del filósofo italiano una de las seis líneas de ataque "contra el pensamiento, la tradición y las raíces de la Iglesia católica", y la situaba como primera en un elenco que completaban la línea Joyce, la línea Ambrosiano, la línea masónica, la línea búlgara y la línea Gramsci.

La "línea Eco" que suponía El nombre de la rosa era "el grito de guerra del nominalismo contra el realismo", "la exaltación del carisma heterodoxo contra la tradición jerárquica", "la descalificación grosera de los ángeles de la Iglesia (Ángela de Foligno, Tomás de Aquino) en favor e iluminados, herejes y cátaros".

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Leer más aquí: www.religionenlibertad.com


As the Jesuits used to say, give me a boy until he is seven, and I will give you the man.


Freedom of Education is Coming Under Attack Worldwide



by Benjamin Harnwell


Freedom of religion, freedom of speech, freedom of conscience — it is difficult to open a newspaper these days without seeing some freedom or other under attack.

Soon to be added to this list of household names of besieged liberties is another: Freedom of Education, thanks in part to the recently published Index of Freedom of Education 2015/16.

Ranking 136 countries, comprising 94% of the world’s population, according to the degree of educative freedom in primary education, the Index concentrates its analysis on ‘non-governmental schools’, which are “usually run by civil society” specifying that their definition also covers “other denominations such as ‘private school’, ‘charter school’, ‘free school’, ‘independent school’, etc.”

Each country’s ranking depends on four differently weighted factors: the legal possibility to create and manage a non-governmental school; whether it is publicly funded, and if so, which pre-specified costs that funding covers; the net enrollment rate of primary education; and finally, the enrollment rate in non-governmental schools as a percentage of total primary education.

“Were it not for the strong culture of home schooling, the United States would have ranked lower than its actual 17th place at around 20th place,” Michael Donnelly, director of global outreach at the Home School Legal Defense Association, told the Register.

To put that into perspective, the opposite ends of the spectrum were taken by Ireland, which is ranked 1st, and Gambia, which finally limps in last at 136th place. The UK is ranked at a respectable 6th.

Italian veteran family campaigner and former politician Luca Volontè, whose Novae Terrae Foundation was one of the major financiers of the report, underlined to the Register that “education is a natural battleground — perhaps the most fundamental battleground for those on both sides of the culture wars — because the educative formation of the next generation by and large dictates the future.”

As the Jesuits used to say, give me a boy until he is seven, and I will give you the man.

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Cardinal Wilfrid Napier of South Africa, a major figure at the 2015 synod, discusses the Church in Africa, race relations and the fruits of the synod


Ecclesia in Africa: New Guardians of Orthodoxy and Tradition Emerge in Africa


BY SOPHIA FEINGOLD


During last fall’s synod on the family, Cardinal Wilfrid Napier served as one of the five co-presidents of the gathering, which was convened to consider how the Church can better assist Catholic families. And he has a simple yet powerful message for married Catholics wondering how they can follow the Church’s message on marriage in today’s challenging context: Live it!

In a wide-ranging interview last week with Register correspondent Sophia Feingold in Washington, the South-African cardinal touched on a number of hot-button current Church issues, including German Cardinal Walter Kasper’s proposal to allow reception of Communion by some divorced-remarried couples, synodality and collegiality, racial tensions and Pope Francis’ recent comments about the use of the contraception in the context of the Zika virus.

The largest single focus of the interview, though, was about the vocation to marriage and the positive ways that the Church can accomplish its mission of strengthening sacramental marriage in contemporary culture.

Let me begin by asking: What can the Western Church learn from the Church in Africa and vice versa?

I could speak about what we have learned from you. But in terms of what the West could learn from Africa, I would say a few things. The first thing would be strong relationships between the priest and the laity. They are closer in Africa and much more real in Africa than it would be in some other parts of the world. And I think a lot of that has to do with the fact that the priest very often has a number of outstations, communities that he has to visit, and in many cases, he only visits them once a month. So the priests of necessity have to have laypeople who are trained to run those communities in the meantime, and that means that there’s a good interflow of information and formation that takes place between the priest and those communities.

The second thing I think that the Church in Europe could look at — I look at the arguments going on in the West, and especially around the Church, around Pope Francis at the moment, the niggling things that people are looking at: Doctrinal expressions are not accurate; they’re not right. In Africa, we’d be saying, “Man, we’ve just got to try to survive, and we need God to guide us how to survive, how to become better persons.” So the urgency of engaging with God is much more closely felt in Africa than it would be in the West.

Racial tensions are still a problem in the United States — manifested most recently in the “Black Lives Matter” movement and the social and political discussions that has created. Especially given your experience in Africa in the 1990s, what would you say the Church in the U.S. can learn about reconciliation from the experience of the Church in South Africa?

I was going to say maybe the question could be put the other way around: “What can we in South Africa learn from the experience of the Church in the United States?” But I think it’s a process. What we have been able to do is to concentrate all of our efforts on the community-building aspect of the pastoral plan that I spoke about yesterday [at a talk at The Catholic University of America]: “Community Serving Humanity.” And that certainly is a virtue that we’ve developed: how to work at making people feel that they are members of the same community, even though they come from very different racial, cultural and even religious backgrounds. I think that’s one of the things we could certainly pass on here.

Ironically, when we were doing that in the archdiocese where I am now, my predecessor sent a team of people to Rhode Island, where they were running a program called Renew. Renew was a faith-sharing program where a parish would be broken up into small units, and those units would meet weekly to reflect on material that was supplied; and the whole thing was about making the faith real in people’s lives. Now, in order to implement the pastoral plan, Archbishop Denis Hurley sent this team of six or seven people to come here, learn about Renew, and then go back and implement it; and it spread from one diocese to another diocese. And the essence of Renew was a laity that is engaged with clergy in plotting the way forward to a much more active, much more engaged faith. It’s ironic that while we were trying to implement our own thing there, this Renew was imported. And it really did work wonders. Other programs then used the small Christian community model of church as a way of giving communities a sense of being built up. Because you mustn’t make the mistake of thinking that racial tensions are only between blacks and whites. It’s within the black community as well; there are certain tensions there. They might not be racial, they may be tribal or linguistic, but in all cases, we were trying to do the same thing: to get them to accept each other as brothers and sisters, and the equalizer would be our faith in Christ.

Pivoting to the synod, but keeping with the theme of Africa and the West: One of the things that some have suggested in the context of certain proposals, such as those by Cardinal Kasper, is that while doctrinally the Western Church and the Church in developing countries are the same, there need to be differences in praxis — for example, about Communion for the divorced and remarried. Is this possible; is this advisable, or no?

When that debate was going on, in fact when Cardinal Kasper made his initial proposal, it was at a meeting called by Pope Francis to feel the way forward, in a joint venture by the College of Cardinals, the College of Bishops, as a way of reforming and renewing the Church. And marriage was seen as the main thing, because marriage forms the family, and the family is the basis of society and the Church. So when Cardinal Kasper presented that first — made that first presentation — it was very well argued about how marriage is indissoluble, it’s one, and it’s supposed to be fruitful, and so on and so forth. Those major qualities were quite well emphasized.

Then when it came to divorce and remarriage, the breakdown of the marriage relationship, he used an image that is very interesting: Marriage is like a ship that has gone on the rocks, or in difficulty in stormy waters. What do you do when a marriage gets into difficulties? You launch lifeboats to rescue people from the peril that they are in. I thought it was a very good image: that what we’re looking for, therefore, is a lifeboat that’s going to rescue these people in this marriage that has been wrecked. And he didn’t go as far as to say that the lifeboat means allowing them to receive holy Communion. But he used that image, and I thought it was a very good image; and I’ve been reflecting on it myself.

When we get to the point of [marriage and Communion]: Well, if marriage is the same, and the same demands are there for marriage and for access to the Eucharist throughout the entire Church, then how can you say that a different praxis would suit us in a different situation here? Because [Africa’s] first question would then be, “Okay, you have a different situation, you have marriages in irregular situations in Europe; you want the Church to allow them to come to the sacraments in that irregular situation. Can you help us with how we are going to handle irregular situations in Africa? For instance, if a man marries a wife, he says he’s just taking the one wife; but the culture is there for a second and a third wife — now what happens if he’s a Catholic? He enters into an irregular situation, where he’s got two wives at the same time, whereas in the European Church, you have a successive [situation]. So how’s your praxis going to be different from ours when the situation is the same? The essential meaning of marriage has been violated in both cases.”

And I think that’s where the crux of the problem lies. What I would say is this: We do have our strong points, and in the West they have their strong points. They have a long philosophy and theology of marriage; we would have the strong culture and community that upholds marriages — so we do have those two [different] things. But I don’t see that as Christians, as Catholics, we can actually come up and have two different praxes that actually are contradicting the basics, as we have understood them up to now: And, that is, to be able to receive Communion, you have to be in the state of grace. If you’re in a second marriage relationship, it’s doubtful whether you are.

Turning to the synod itself, what did it accomplish, and what didn’t happen? What did it leave to be done?

I think the first thing it accomplished was laying the problems on the table quite openly and honestly. … There certainly was an openness and a frankness that one hasn’t heard very often before in the Vatican. So, for me, that was the first thing that the synod accomplished.

The second thing that the synod accomplished was — and that was the 2015 synod — to identify very clearly how marriage looks from Christ’s point of view and how we must try to see marriage through that perspective ourselves. You go right back to the basics, when Christ says, “This is not the way it was from the beginning.” That clear definition of marriage, bringing the Old Testament in, but also reinforcing it with Christ’s words, was one of the things [the synod emphasized]. And people needed to hear that. There was a lot of confusion [that arose] out of some of the things that came out in the second week of the first synod.

The third thing that I think came out of [the second synod] was that we need to define marriage as a vocation — not an institution or a contract or a covenant — we’ve got to see it as a vocation. And then, as with other vocations, you have to develop it; you have to form people into that vocation. Marriage preparation shouldn’t just be preparing for the wedding day; it should be a whole process of formation — how do you enter into a relationship? How do you keep that? How do you raise the level of that relationship? That was the third thing that I think the synod really did: [It emphasized] the necessity of good marriage preparation.

And the fourth one was that, while we’ve helped people enter the marriage state, we need to accompany them [afterward], especially in the first years of marriage — that’s when real and serious adjustments have to be made. First of all, living together with somebody you haven’t lived with before is quite an adjustment. And you get a child coming in the middle between you — well, how do you situate; what happens to the relationship then? And so accompanying couples is one of the key things that also came out of the synod.

A fifth one would be: how to deal with problem situations in families or in marriages — a child-headed household, a single-parent household, same-sex unions, kids who are mixed up, and so on — how do you deal with those? I think those are some of the things that got clarified at the synod. We were certainly not there to resolve them, because the topic of the second synod was the vocation and the mission of the family, not about how to resolve problems in the family.

So I saw a lot of positives that came out of the synod, and I’m looking forward to reading what Pope Francis is going to come up with [in his exhortation], because I think he’s going to emphasize many, if not all, of those points which I’ve identified.

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domingo, 21 de febrero de 2016

European borders change ...



Watch as 1000 years of European borders change (timelapse map)
Posted by Tribes on Sábado, 6 de febrero de 2016




Alejandro Chafuen en entrevista con Jorge Jacobs. Cristianismo, Ayn Rand, y la razón.


Del Randianismo al Cristianismo Alejandro Chafuen en entrevista con Jorge Jacobs, habla de su paso de la ideologia de Ayn Rand al Cristianismo. 

Enfatiza la importancia de la batalla moral en defensa de la libertad.

https://youtu.be/NZPM4UQ_G7Q


The Imaginative Conservative - Recommended Essays





February 13 — February 19

This week: 
  • Mark Milburn laments young people's obsession with tattooing their bodies; 
  • Joe Pearce implores us to save our women from the clutches of the death-culture; 
  • Alyssa Barnes defines the elements that comprise true manhood; 
  • Mark Malvasi asks what has become of ideas in our political discourse; 
  • while Glen Sproviero pays tribute to the late Antonin Scalia. 

Gnostic Bodies: Why Millennials Love Tattoos
by Mark S. Milburn
It is as if our tattooed millennials are trying to make themselves sacred creatures fallen to earth: beings who wear the secrets of the universe—known to the few—on their thighs, on their arms. They are gnostics trapped in narcissism... [Click here to read the full essay]

Rescuing Our Maidens from the Culture of Death
by Joseph Pearce
In a world where love is replaced with lust, the number of damsels in distress will increase. In such a world, we need to rescue our maidens from the dragons of the culture of death... [Click here to read the full essay]

Top Ten Ways to Be a Gentleman
by Alyssa M. Barnes
In an age in which tweed jackets have been replaced by sweatshirts, pants have holes and shoes lack laces, and the "un-done" look is considered attractive, maybe we need to reconsider our codes of conduct, especially when it comes to the art of being a gentleman... [Click here to read the full essay]

The End of Ideas in American Politics?
by Mark Malvasi
Americans today have relinquished even the pretense of thought and have come to resent the life of the mind. They are content to accept slogans that ridicule ideas, and they extol intellectual vulgarity because they confuse it with exuberance and strength... [Click here to read the full essay]

If Men Were Angels: Antonin Scalia, RIP
by Glen A. Sproviero
Antonin Scalia espoused the idea of judicial restraint, knowing, as did the American Founders, that individuals and society require definite laws for the preservation of order and justice... [Click here to read the full essay]

The Rest of the Week 

Cristianos perseguidos en Siria y en Irak que entregan su vida por amor a Jesucristo, son ejemplos de santidad, como tu vecino o alguien de tu familia


P. Roberto Esteban Duque: «La llamada a la santidad no es privilegio de unos pocos»


El P. Roberto Esteban Duque, sacerdote, moralista y ensayista, ha concedido a InfoCatólica una entrevista con motivo de la publicación de su nuevo libro, «La exigencia de la santidad» (Agapea). El sacerdote recuerda que la «llamada a la santidad no es privilegio de unos pocos, sino exigencia implícita de nuestro bautismo», y explica que puede que haya personas que nos rodean que son modelos vivos de santidad.

(InfoCatólica) Entrevista al P. Roberto Esteban Duque:

Después de investigar sobre la concupiscencia en el Magisterio de Juan Pablo II, y escribir sobre temas como la fe y la conciencia, la moral o la felicidad y la muerte, aborda el de la santidad. ¿Qué le ha movido a escribir esta obra?

Quizá mi propio deseo como cristiano, y todavía más como sacerdote, de estar unido a Dios. En alguna ocasión escuché a Mons. Guerra Campos decir que el sacerdote es tanto mejor sacerdote cuanto menos aparece él en su vida y en su acción, y cuanto más es Jesucristo el que se manifiesta a través de él. Ignoro si la comunidad cristiana lo percibe, pero el sacerdote también se aleja con frecuencia de Dios cuando vive con tibieza su consagración a Él. Lo diagnosticaba con gravedad el filósofo García Morente al manifestar que las realidades más inmediatas en nosotros son las que menos solicitan nuestra atención: ¿en qué me diferencio del mundo o qué puedo ofrecerle si mi ministerio no está impregnado de la experiencia de un fortalecimiento del amor y de la unión con Dios que me lleve a manifestar ese amor a los demás? Me ha movido, en fin, a escribir sobre la santidad mi deseo de estar más unido a Dios para reflejar un poco más y mejor su Amor.

El Concilio Vaticano II reafirma el concepto de santidad y recuerda que el deber de ser santos es para todos. ¿Se puede esperar de cualquier mortal la santidad?

No es una imposición, sino una necesidad y un don. Pero sobre todo, es una exigencia de nuestra condición de bautizados. Israel debía responder a Dios santificándose porque su Dios es santo. Jesús, que es el único Santo, nos dijo que fuésemos santos como nuestro Padre del cielo. Se puede hablar a la luz de la revelación cristiana de una esencial obligatoriedad, de una llamada universal a la santidad como único modo posible de vida para un cristiano. Tras el Concilio Vaticano II se hizo más evidente que la llamada a la santidad no es privilegio de unos pocos, sino exigencia implícita de nuestro bautismo.

El bautismo significa que pertenecemos a Cristo más que a nosotros mismos.
¿Qué conlleva la santidad?


Esta pregunta es muy importante. Si todos estamos llamados a ser santos, esto significa que no soy ciudadano, por un lado, y la santidad me sobreviene desde fuera. No es la santidad algo que se añade desde fuera al ciudadano, sino que la ciudadanía está impregnada de santidad.

El teólogo jesuita Henri de Lubac sostenía que la paradoja fundamental de la condición humana es que el hombre, criatura espiritual pero finita, tiene como única finalidad una finalidad sobrenatural, la vida eterna. Si tenemos un único fin, que es un fin sobrenatural, se deduce de ahí que el fin último de la vida social no es una felicidad terrestre, sino, a través de este fin, la beatitud del cielo y en última instancia el mismo Dios. No se pueden separar la santidad y la vida, como si fueran realidades yuxtapuestas. Esto es lo que enfatizó el Concilio Vaticano II, al mostrar que la santidad favorece, también en la sociedad terrena, un estilo de vida más humano.

Respondiendo a su pregunta: o evangelizamos o contribuimos con nuestro silencio y nuestra indiferencia a secularizar la vida social, cultural y política. El pasado día 15 de enero me entristeció enterarme de la presentación del cartel de la Semana Santa de Cuenca. Este cartel, bajo el título de "Transparente rosa" de Fernando Zóbel, no refleja la verdad de lo que se celebra, sino que la oculta, es la expresión de una forma bastarda de secularismo que revela peligrosa la presencia cristiana. Esto es el liberalismo, la creación de un mundo meramente humano, un mundo que después de domesticar y más tarde rechazar el mundo cristiano, lo desintegra y sustituye. Me parece una impostura atreverse a decir, como se ha dicho, que eso podría ser una representación de Cristo.

Por tanto, para ser santo no hay que llevar necesariamente una vida religiosa consagrada a Dios.

Comprende bien. Desde dentro, a modo de fermento, cada uno en su trabajo, en su matrimonio y familia, haciendo bien lo que en cada momento se hace, es posible santificarse. Pero haciendo lo que exige cada situación, lo que requiera realmente, no lo que querría algún motivo egoísta, predilección personal, gusto o comodidad. Una tarea, la de cada uno, que en sí misma, como bien mantenía Romano Guardini, no es meramente "mundana", no se despliega, como antes hemos señalado, al lado de otras tareas "religiosas", sino que es religiosa en sí y sólo puede cumplirse en obediencia ante el encargo recibido.

Si la santidad se popularizara, ¿qué marcaría la diferencia entre un cristiano común y las figuras que cuentan con el título oficial de santo por parte de la Iglesia católica después de un largo proceso de santificación?

El reconocimiento oficial de la santidad por parte de la Iglesia no está en contradicción con el hecho de que Dios haya puesto a nuestro alrededor a personas anónimas santas, gentes sencillas que dan testimonio cada día del amor de Dios y que no serán beatificadas o canonizadas por la Iglesia. En todo caso, la santidad no se "popularizará", no sólo porque nuestra condición humana tiene que combatir de modo permanente con el pecado, sino porque el cristiano "común" no acaba de entrar en la responsabilidad de la fe, rechaza la santificación de nuestra condición pecadora. Es decir, una mirada realista impone el reconocimiento de que mi relación constitutiva con Dios y con el prójimo se encuentra en ocasiones muy debilitada por el pecado (somos libres, y en lugar de acoger el amor de Dios muchos se afirman en su rechazo y obstinación), pero también la constatación de que, a pesar de creer, el cristiano no vive desde su fe en Dios, no realiza sus acciones a partir de la fe
.
¿Hay muchos ejemplos de santidad vivos que los cristianos puedan tener de referencia?

Claro que sí, cuando el hombre nada puede, interviene Dios para que comprendamos que la fortaleza es un atributo suyo. Pensemos, por ejemplo, en el testimonio de tantos cristianos perseguidos en Siria y en Irak que entregan su vida por amor a Jesucristo y son ejemplos de santidad. El año 2015 ha sido el peor año de la historia moderna para los cristianos perseguidos. Hay muchos enfermos, asimismo, que arrostran con enorme dignidad su propio desvalimiento, aceptando la cruz y llevándola junto al Crucificado. Pero también tu vecino, o tu compañero de trabajo, o tu propia madre, pueden convertirse en modelos y referentes vivos de santidad mediante su unión con Dios en la oración, la práctica sacramental, la obra buena en el fiel cumplimiento de las obligaciones... ¿Acaso piensas que ellos están lejos de Dios, lejos de cumplir su voluntad y de su amor cuando hacen todo eso?



POR LA LEGALIZACIÓN DEL «MATRIMONIO» HOMOSEXUAL


El cardenal Pell acusa a David Cameron de adoptar una «forma venenosa de liberalismo moral radical»


El cardenal australiano George Pell ha acusado al Primer ministro británico, David Cameron, de adoptar una «forma venenosa de liberalismo moral radical». En el prólogo de «La nación que olvidó a Dios», una colección de ensayos editados por Sir Edward Leigh, parlamentario británico, y Alex Haydon, el cardenal critica el empeño de Cameron en legalizar los «matrimonios» entre personas del mismo sexo en 2014.
(Catholic Herald) «Cameron ha adoptado esa forma venenosa de liberalismo moral radical que ha socavado la vitalidad religiosa de muchas comunidades cristianas, y además ha avalado las debilidades y los errores que dañan e incluso llegan a destruir a la familia», asegura el cardenal.

«Su confusión es la típica de muchos cristianos. Y no dice nada bueno de esos líderes cristianos que nunca levantan un dedo para resistirse a los cantos de sirena». El cardenal, Prefecto del Secretariado económico de la Santa Sede, enfatiza que no cree que el Primer Ministro tenga la intención de minar el Cristianismo. Escribe:
«Son las mismas palabras del papa Francisco, comentando las intenciones de introducir este tipo de «matrimonio» en su país de origen: No seamos ingenuos: esto no es una simple lucha política, este es un intento para destruir el plan de Dios. No quiero decir que el primer ministro está conscientemente luchando por ello. Al contrario, teniendo presente sus muchas referencias positivas hacia el Cristianismo e incluso hacia Nuestro Señor, parece creer que está cooperando con el plan de Dios al aprobar esta ley».
«Si Piers Paul Read apeló a una fuente de confianza cuando atribuyó al primer ministro la frase de que Nuestro Señor Jesucristo estaría a favor de los derechos de los gays, solo puedo decir que esto no puede considerarse una forma lógica de hacer política basada en la realidad. Un cambio legal semejante está completamente en contra del núcleo de las creencias de la corriente principal de todas las iglesias cristianas, incluyendo la suya propia».
El cardenal explica por qué se mete en la política de Gran Bretaña

El cardenal explicó que sus advertencias representan «una ruptura de mi manera habitual de actuar fuera de Australia, al procurar no hacer comentarios directos sobre situaciones locales». Dijo que ha hecho una excepción porque el libro está «destinado fundamentalmente al mercado nacional» australiano y «las victorias y las derrotas en el conflicto por el alma de la sociedad británica, aún tienen importantes consecuencias por doquier en el mundo de habla inglesa».

«Las pérdidas en Gran Bretaña pueden ser peores en Australia e incluso en los Estados Unidos, por no mencionar a todos los demás países anglófonos», escribió.

Traducido por “Laudetur IesusChristus” del equipo de traductores de InfoCatólica


The liberal intelligentsia has refused to accept the given–ness ofhuman existence. It has made life, and in particular political life, into a kind of intellectual experiment


How to Be a Non-Liberal, Anti-Socialist Conservative


by Roger Scruton

Post-war intellectuals have inherited two major systems of political thought with which to satisfy their lust for doctrine: liberalism and socialism. It is testimony to the persistence of the dichotomizing frame of mind that, even in Eastern Europe, the “world conflict” that endured for seventy years was frequently seen in terms of the opposition between these systems. And because they are systems, it is often supposed that they are organically unified—that you cannot embrace any part of one of them without embracing the whole of it. But let it be said at the outset, that, from the standpoint of our present predicament, nothing is more obvious about these systems than the fact that they are, in their presuppositions, substantially the same. Each of them proposes a description of our condition, and an ideal solution to it, in terms which are secular, abstract, universal, and egalitarian. Each sees the world in “desacralized” terms, in terms which, in truth, correspond to no lasting common human experience, but only to the cold skeletal paradigms that haunt the brains of intellectuals. Each is abstract, even when it pretends to a view of human history. Its history, like its philosophy, is detached from the concrete circumstance of human agency, and, indeed, in the case of Marxism, goes so far as to deny the efficacy of human agency, preferring to see the world asa confluence of impersonal forces. The ideas whereby men live and find their local identity—ideas of allegiance, of country or nation, of religion and obligation—all these are, for the socialist, mere ideology, and for the liberal, matters of “private” choice, to be respected by the state only because they cannot truly matter to the state.Only in a few places in Europe and America can a person call himself a conservative and expect to be taken seriously. The first task of conservatism, therefore, is to create a language in which “conservative” is no longer a term of abuse. This task is part of another, and larger, enterprise: that of the purification of language from the insidious sloganizing which has taken hold of it. This is not a simple enterprise. Indeed, it is, in one sense, the whole of politics. As the communists realized from the beginning, to control language is to control thought—not actual thought, but the possibilities of thought. It is partly through the successful efforts of the communists—aided, of course, by a world war which they did not a little to precipitate—that our parents thought in terms of elementary dichotomies. Left-Right, Communist-fascist, socialist-capitalist, and so on. Such were the “terms of debate” that we inherited. To the extent that you are not “on the Left,” they implied, then to that extent are you “on the Right”; if not a Communist, then so much nearer fascism; if not a socialist, then an advocate of “capitalism,” as an economic and political system.

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Read more: www.theimaginativeconservative.org



XXe congrès du Parti communiste de l'Union soviétique


24 février 1956 : rapport secret de Khrouchtchev


Les délégués du XXe Congrès du Parti Communiste d'URSS s'apprêtent à quitter la salle après dix jours de débats sans surprise.

Nikita Khrouchtchev, Premier secrétaire du parti, leur demande alors de se rasseoir et, pendant quatre heures, va leur lire un rapport secret sur les crimes de Staline, son prédécesseur...

Rapport de Khrouchtchev au XXe Congrès du PCUS






Bataille de Verdun, du 21 février au 13 décembre 1916.


L'enfer de Verdun



Aucune tragédie n'a autant marqué la mémoire des Français que la bataille de Verdun, du 21 février au 13 décembre 1916.

Les deux tiers des soldats français de la Grande Guerre y participèrent chacun à leur tour avec le sentiment que la France jouait sa survie à cet endroit.

Pourtant, cette bataille ne fut pas la plus meurtrière du conflit...


Les Allemands pilonnent les positions françaises avec 1225 pièces d'artillerie. Le lundi 21 février 1916 vers 7 heures, un obus explose dans la cour du palais épiscopal de Verdun. C'est le début d'une bataille inhumaine, l'opération, baptisée Gericht (tribunal) par les Allemands, va durer dix mois.  
A 7h30 du matin, les fantassins allemands, commandés par le chef d'état-major Erich von Falkenhayn, se lancent à l'assaut des forts et des tranchées de Verdun. Les trois divisions françaises présentes sont pilonnées par l'artillerie allemande pendant neuf heures et sur près de quinze kilomètres. La puissance de feu est telle que la colline appelée "Côte 304" perd sept mètres de hauteur. Les premières positions de la rive Sud de la Meuse sont prises par les troupes allemandes. Des déserteurs allemands ont parlé de 100 heures de bombardement. Le 3ème bureau français (conduite des opérations) se moquera éperdument des renseignements recueillis par le 2ème bureau. 
Toutefois la veille, le dimanche 20, le général de Castelnau alerté par Jacquand, son ancien subordonné, suivant sa propre logique, prenant au sérieux les renseignements reçus, et à contre-courant de tous, fait prélever dans les Vosges le 20e CA pour le faire diriger sur Bar-le-Duc et promet l'arrivée du 1er en provenance de Vitry. 
Adjoint de Joffre au GQG, il arrive en urgence à Verdun où l'état-major est en pleine débandade. C'est lui, et non Pétain arrivé plus tard, qui donne au nom du commandant en chef, les premiers ordres pour organiser la résistance à Verdun en février 1916. La riposte française est ensuite dirigée par le général Philippe Pétain. La bataille de Verdun prend fin 10 mois plus tard, le 15 décembre 1916. 
Le bilan est un des plus lourds de la Première Guerre mondiale : 700 000 morts.

sábado, 20 de febrero de 2016

« La France sera chrétienne jusqu’à la fin des temps... souvent elle tombera, mais chaque fois Dieu la relèvera.. ».




Un lecteur du SB (merci MV) a réalisé un entretien avec Jean François Chemain. Le voici :

Vous enseignez dans une Zone d’Education Prioritaire, quelles ont été les réactions dans vos classes suite aux attentats du 13 novembre ?

Les élèves étaient très choqués et inquiets pour l’avenir, même si une toute petite minorité faisaient les malins en prenant des postures de guérilleros. Ce qu’il faut bien savoir, c’est que ces enfants – ils ont entre 11 et 14 ans – sont encore très malléables, leurs idées ne sont pas construites, même s’ils sont soumis à des influences familiales, sociales, religieuses... Il en faudrait peu pour que le plus grand nombre « tombe » du bon côté, celui de l’amour de la France... Il leur suffirait des maîtres en qui ils aient confiance et qui se donneraient pour mission de le leur transmettre.

Quelle est la place de l’islam dans votre établissement et comment cela se manifeste-t-il ?

L’islam est omniprésent, c’est le seul lien entre des enfants d’origine très diverse – Maghreb, Turquie, Balkans, Afrique subsaharienne, et même Français convertis, qui sont nombreux : il joue le rôle que voudrait jouer la « République », mais elle est à leurs yeux un concept abstrait alors que l’islam s’incarne dans une multitude de codes, de pratiques... C’est aussi le principal vecteur de contestation d’une institution – le collège – qui ne fait pas grand chose pour se faire aimer : collège unique qui emprisonne jusqu’à 16 ans ceux qui rêvent d’aller travailler, comme on pouvait le faire de mon temps à partir de 12 ans, intrusions « laïques » dans la conscience des jeunes en leur faisant la promotion de la contraception, de l’IVG, programmes scolaires privilégiant l’autoflagellation au nom de la colonisation, de l’esclavage, de la Shoah... Les élèves jurent en permanence sur La Mecque et le Coran, se croient obligés de tomber, « à tout bout de champ », dans des surenchères destinées à se prouver les uns aux autres qu’ils « en sont », le prosélytisme est omniprésent et « naturel », touchant aussi bien les autres élèves que les enseignants – j’en ai été plusieurs fois l’objet... L’islam occupe, la plupart du temps sans aucune agressivité, mais « gentiment », tout l’espace.

Vous êtes dans un établissement public, comment envisagez-vous la laïcité et son enseignement au public qui est le vôtre ?

Qu’appelle-t-on « laïcité » ? La vraie laïcité ou le laïcisme sectaire qui est la conception de l’Education Nationale ? J’ai montré dans mon livre Une autre Histoire de la Laïcité quecelle-ci n’est pas, comme on nous le raconte, et comme on voudrait que je le raconte, le combat bicentenaire de l’Etat pour se libérer de la tutelle de l’Eglise, sous l’influence des Lumières, mais au contraire le combat bimillénaire de l’Eglise pour échapper à la sacralisation de l’Etat qui veut instrumentaliser la religion comme outil de cohésion sociale et d’accès aux consciences, les Lumières ayant été un pas de plus dans cette conception. Mes élèves, qui sont loin d’être idiots, perçoivent souvent le discours scolaire sur la laïcité comme un christianisme qui n’ose pas dire son nom , ce en quoi ils ont raison, car dire « nous sommes laïcs » c’est dire nous sommes de civilisation, de culture chrétienne. Ils le voient aussi comme une forme d’islamophobie cachée, et là encore ils n’ont pas tort, car l’anthropologie qui sous-tend nos valeurs « républicaines » est chrétienne, et s’oppose sur certains points à celle de l’islam. Prenons un exemple : le judaïsme pose des interdits alimentaires, l’islam aussi – à peu près les mêmes – tandis que le christianisme les rejette expressément (Matthieu 15, 11). Dire que tout le monde doit manger la même chose à la cantine, ce n’est pas « neutre », c’est chrétien. Je crois que ça soulagerait les élèves d’entre ce discours de vérité, mais j’ignore dans quelle mesure on est en droit de le tenir, tant la position de l’Education Nationale en est éloignée.

Vous avez écrit un livre sur la vocation chrétienne de la France, pensez-vous que la France fille aînée de l’église soit toujours d’actualité ?

J’ai montré dans ce livre que, si la France a bien été appelée « fille aînée de l’Eglise » par de nombreux papes, elle a régulièrement tenté de se soustraire à ce fardeau. Notre pays semble souffrir d’un « complexe de Jocaste », qui est celui du meurtre de la mère pour prendre sa place : il se positionne en contre-Eglise, qui aurait pour mission de répandre la « bonne parole » des « valeurs républicaines » dans le monde, tout en réduisant l’Eglise au silence. J’ai montré dans une récente tribune publiée dans le Figaro Magazine que nos « clercs » (politiques, journalistes, intellectuels...) se prennent souvent pour des « curés », au mauvais sens du terme, donneurs de leçons, inquisiteurs et volontiers tartuffes.

Quelle est la place de l’islam dans une telle perspective ?

Il vient compter les points dans une querelle de famille millénaire. Il sert en effet l’Etat dans sa lutte contre l’Eglise, en l’obligeant à « taper » sur elle pour ne pas avoir l’air de ne le faire que sur lui, et aussi en lui permettant de relativiser l’influence de celle-ci, reléguée au rang de l’une des « autorités religieuses » du pays. Mais il ne voit pas que, ce faisant, c’est la racine même des « valeurs républicaines » qu’il scie.

Etes-vous confiant dans l’avenir de la France à court et long terme ?

A court terme, je ne suis pas du tout confiant, je suis même désespéré. Nos « clercs » sont à des années-lumière d’adhérer à cette vision en vérité de la France et de sa relation avec l’Eglise catholique, qui l’a pourtant faite ce qu’elle est, préférant laisser la place au « tout autre »... Le prix à payer pour autant d’erreurs et de mensonge sera forcément très lourd. Je m’attends à un « pire » qui dépasse l’imagination... A long terme, je suis pris entre le « vieil homme » qui a fait une thèse d’Histoire romaine, et une autre de Droit romain, et qui sait donc bien que les civilisations millénaires, et qui se croient éternelles, peuvent en quelques décennies disparaître à tout jamais, et ne plus valoir, comme Byzance, que 3 heures de cours dans le programme d’Histoire de 6ème... Et « l’homme nouveau », qui se souvient du Testament de saint Rémi : « la France sera chrétienne jusqu’à la fin des temps... souvent elle tombera, mais chaque fois Dieu la relèvera.. ».

Vous avez récemment publié votre thèse d’Histoire consacrée à la pratique du cautionnement à Rome sous le titre « l’argent des autres », sujet en apparence bien aride. Avez-vous cependant pu y trouver des éléments en lien avec vos réflexions sur la France, la chrétienté ou la laïcité ?

Ce sujet de la pratique du cautionnement à Rome peut en effet paraître aride, mais il n’en est rien. J’ai été passionné de découvrir que les Romains de la République finissante y avaient largement recours pour financer les nombreux dysfonctionnements de leur époque : surendettement des familles, et surtout des hommes d’Etat, mainmise des hommes d’affaires sur la politique, afin de mettre la main sur les marchés publics, et d’influencer la politique étrangère de Rome dans le sens de leurs intérêts, corruption électorale, détournement de l’intérêt du peuple vers les jeux qu’on payait à crédit, achat des soutiens dans une interminable succession de guerres civiles qui conduisit les Romains, inventeurs de la République, à y renoncer pour retrouver la paix et la prospérité... C’est tout cela que raconte L’Argent des Autres...

Biographie

Né en 1961, Jean-François Chemain est diplômé de l'IEP de Paris, docteur en Droit, agrégé et docteur en Histoire. Il a exercé pendant une dizaine d'années le métier de consultant international dans plusieurs cabinets anglo-saxons, avant de devenir cadre dirigeant dans un grand groupe industriel français. Depuis 2006, il a choisi d'enseigner l'Histoire, la Géographie et l'Éducation Civique dans un collège de ZEP. Il a été fait chevalier de l'ordre national du Mérite en 2012. Jean-François Chemain a publié La vocation chrétienne de la France en 2010, Kiffe la France en 2011, Une autre histoire de la laïcité en 2013 et L'argent des autres, en 2015 aux Editions Via Romana

Le programme idéologique de la « dictature du relativisme ».


La loi Taubira est une première victoire du techno-nihilisme




Philippe Darantière, qui publie Le techno-nihilisme aux presses de la Délivrance, répond à Nouvelles de France :

"Le titre de votre livre, « Le Techno-Nihilisme », est mystérieux et le mot inconnu. D’où vient-il et que désigne-t-il ?

Ce mot désigne l’idéologie au pouvoir aujourd’hui. Le Pape Benoît XVI avait dénoncé en 2005 la « dictature du relativisme ». J’ai cherché à comprendre le programme idéologique de cette dictature. Je suis arrivé à la conclusion qu’il s’agit d’un totalitarisme d’un genre entièrement nouveau. Il est nihiliste parce qu’il proclame que la vie n’a ni sens ni cause, mais que seule la satisfaction des désirs est la réalité. Il est technocratique, puisqu’il assigne à la technique la mission de faire advenir cette réalité, quelle qu’en soit le prix. Le techno-nihilisme a définitivement chassé les questions de morale et de spiritualité du champ social où il exerce sa domination.

Selon vous, le techno-nihilisme n’est pas une idéologie politique. Comment comprendre cela ?

J’observe que le politique, en premier, a prétendu s’affranchir de la morale et chasser la religion de la sphère publique. De Machiavel à Marx et Adam Smith, l’histoire des idées politiques poursuit cet objectif. Il se trouve que le politique lui-même a finalement été chassé à la périphérie du pouvoir. Il a été remplacé par une force stratégique qui s’exprime principalement dans les relations marchandes. Cette domination des forces du marché est observée partout. Elle frappe toute chose de son impératif :aucun désir humain ne doit être insolvable, dès lors que la technique peut le rendre possible. La marchandisation de toute relation est la seule qui subsiste. En ce sens, le techno-nihilisme est une idéologie globale, et non pas seulement politique.

Pouvez-vous donner des exemples de l’emprise de cette idéologie au quotidien ?

L’histoire du mariage gay est une bonne illustration. Comment expliquer qu’une mobilisation de la société civile qui fait descendre trois fois de suite un million de personnes dans la rue a échoué à stopper une loi sur le mariage unisexe qui concerne à peine 3% de la population ? C’est en amont que tout s’est joué. Ce projet de « changement de civilisation » comme l’a dit Christiane Taubira, est une première victoire du techno-nihilisme. Gender, euthanasie, transhumanisme sont des étapes de ce combat idéologique. L’idéologie techno-nihiliste ne prétend pas à la domination d’une classe ou d’une race, comme le communisme ou le nazisme. Elle se présente comme la toute-puissance d’un système technico-économique dont le programme est « Tout est possible ». C’est ce qui explique l’intervention idéologique dans tous les domaines de la vie privée. [...]"




Is commerce alone sufficient to promote civic virtue?


Shakespeare’s Critique of the American Regime: A Response to John McGinnis

by Josh Craddock


Since understanding political life is essential to understanding human nature, and revealing human nature is the mark of a masterful poet, great poetry like that of Shakespeare necessarily reflects political principles.


In a recent debate (1) between Professors Robert George and John McGinnis, the latter argued that our Constitution is adequate for the governance of an irreligious people. (Public Discourse published an essay from George, making the opposite argument, based on his opening statements, which you can read here.) “Instead of relying on religion . . . to elicit the virtues needed for civic life,” McGinnis said, “the Constitution creates a commercial republic to make sure the self-interest of man helps promote virtue.”

According to this line of reasoning, a commercial society fosters self-control, honest dealing, and self-reliance among its citizens. In turn, these values promote limited government and the growth of civic associations. But is commerce alone sufficient to promote civic virtue? More importantly, can a political community survive without widely shared beliefs about what constitutes civic virtue in the first place?

Shakespeare provides an answer in The Merchant of Venice. Just as Homer was a tutor for the ancient Greeks, shaping their notions of political community, courage, and the cosmos, Shakespeare has been and continues to be an essential teacher for English-speaking peoples. Since understanding political life is essential to understanding human nature, and revealing human nature is the mark of a masterful poet, great poetry necessarily reflects political principles. Indirectly, Shakespeare informs us about the qualities of good rulers, the fate of tyrants, the obligations of citizens, and even the nature of a just regime—insofar as one can be established given human frailty.

The Commercial Spirit of Venice

Venice was once a wealthy commercial republic, a dominant Mediterranean power that built its community by sublimating the differences among men through bonds of trade. It was generally thought of as a place where men who would never have shared a common way of life could mingle and live together in civility.

“It was not thought possible to educate men to a tolerant view or to overcome the power of the established religions by refuting them,” writes Allan Bloom in “On Christian and Jew,” a chapter of Shakespeare’s Politics that analyzes the political themes of The Merchant of Venice. “The only way was to substitute for the interest and concern of men’s passions another object as powerfully attractive as religion.” In this case, that substitute was the desire for material gain. This commercial spirit created a veneer of tolerance that made life in Venice possible—but only for a time.

Though they are both religious men, Antonio the Christian and Shylock the Jew draw upon vastly different first principles, and these principles inform the nature and extent of their membership within the political community. Shylock follows the Mosaic law, refusing to eat, drink, or pray with Gentiles. For him, justice means strict adherence to the law. Antonio, inspired by the generosity of the Christian God’s mercy, showers extravagant grace upon others and expects them to do the same for him. Virtue for the one is vice to the other.

Based on the fates of Shylock and Othello—the foreign-born subject of Shakespeare’s other Venetian drama—it seems reasonable to conclude that Shakespeare was pessimistic about the ability of a commercial republic to maintain long-term civic peace. As Bloom puts it, “laws are not sufficient; they must be accompanied by good dispositions on the parts of those who live under them.” Lacking any common vision of the Good, the diverse Venetians inevitably ran aground the ship of state.

Political Community in a Postmodern Age

When citizens do not share fundamental principles, in what sense do they constitute community? For a political community to succeed, its citizens must share a common understanding of what is noble or base.

In a postmodern age, the Western world faces even greater differences. We no longer share a common concept of what it means to be human, much less what marriage is, what it means to be male or female, how one becomes a virtuous human being. We cannot even agree that such concepts exist in any meaningful or shared reality.

This divide is not merely moral, but metaphysical. Postmodern people think of humanity and the material world as infinitely malleable, subject to individuals who fashion reality according to the objects of their will. Christians and other pre-moderns believe that every thing—including mankind—possesses an essential nature by virtue of what the thing is. In other words, reality isn’t optional, it’s objective. The result of this chasm is that American citizens not only fail to reach the same conclusions from what they observe, they do not even see the same things to begin with because of their presuppositions about the nature of reality.

Materialistic commercial traders perceive no need to engage in rigorous philosophical pondering; the received philosophy of cultural oracles from Drake to Disney seems sufficient for them. But the Declaration of Independence, in asserting that “all men are created equal,” implies that the brotherhood of man exists even unto the highest part of the soul, the nous. This is a political and philosophic statement, not merely a scientific statement about our shared species. Yet without a shared philosophical ground, brotherhood can only exist at the lowest common denominator.

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Read more: www.thepublicdiscourse.com





(1)  Eighth Annual Rosenkranz Debate 

The Constitution is Designed for a Moral and Religious People and It's Wholly Unsuited for the Government of Any Other 


Event Audio/Video
2015 National Lawyers Convention

  • Prof. Robert P. George, McCormick Professor of Jurisprudence, Princeton University
  • Prof. John O. McGinnis, George C. Dix Professor in Constitutional Law, Northwestern University School of Law
  • Moderator: Hon. William H. Pryor Jr., U.S. Court of Appeals, Eleventh Circuit
  • Introduction: Mr. Eugene B. Meyer, President, The Federalsit Society

https://youtu.be/PViRSy0xKyc