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sábado, 26 de noviembre de 2016

Cuba: Medio siglo de resistencia y víctimas católicas


Los «cristeros» cubanos, «una historia de héroes y mártires» bajo la larga dictadura de Fidel Castro





Armando Valladares, fray Miguel Ángel Loredo, Guillermo Fariñas, Oswaldo Payá: todos ellos católicos fieles, todos ellos víctimas de Fidel Castro.




ReL



El fallecimiento de Fidel Castro este 25 de noviembre resucita la memoria de infinidad de personas que fueron víctimas del régimen comunista que implantó en Cuba. Rescatamos para la ocasión el artículo publicado en ReL hace dos años, con ocasión de un encuentro en Miami entre represaliados y exiliados por la dictadura, a quienes se dirigió Gonzalo Altozano con un discurso que reproducimos en su integridad.

Todos los años, los presos políticos cubanos de la primera hora, los que más tiempo llevan exiliados de su país y acumulan historias más terribles de represión, tortura y cárcel en las prisiones del régimen comunista cubano, se reúnen en Miami para celebrar una oración dominical.

¿Por qué una oración dominical, y no una misa? Porque es evocación de cómo pasaban las fiestas de guardar en las prisiones de Fidel Castro, cuando no había un sacerdote. Entonces todos ellos, católicos encarcelados por su oposición al régimen, se reunían y rezaban, a pesar de que los carceleros se lo tenían prohibido.

Este año invitaron para intervenir en el acto al periodista español Gonzalo Altozano, en su día director del semanario Alba y conductor de Los últimos de Filipinas en Radio Intereconomía o de Dando caña o No es bueno que Dios esté solo en Intereconomía TV.

Precisamente le invitaba una de las personas que Altozano ha entrevistado sobre Dios,Ángel de Fana, quien pasó veinte años en la cárcel y es ahora uno de los dirigentes dePlantados hasta la Libertad y la Democracia en Cuba, un equipo de trabajo fundado en 1997 con el objetivo de acabar con el comunismo en el país, y que hace bandera de esa palabra, "plantados", como expresión de la actitud que adoptaron ante el régimen durante sus larguísima estancias carcelarias, de más de dos décadas en casi todos ellos.

Uno de los primeros colaboradores de Plantados fue Miguel Ángel Loredo (1938-2011), sacerdote franciscano que padeció la cárcel entre 1966 y 1976 y fue expulsado de Cuba en 1984. El padre Loredo fue el alma espiritual del grupo, y a él se refiere también Altozano en sus palabras, que por su interés, y por destacar algo que normalmente se oculta (el carácter específicamente anticristiano de la persecución política en Cuba), reproducimos a continuación en su integridad.

Intervención de Gonzalo Altozano en la oración dominical anual de Plantados
Me pide Ángel de Fana que os hable hoy aquí, y cuando Ángel de Fana me pide algo, me pongo en primer tiempo de saludo, como me enseñaron en la marina. Hablar durante las mismas fechas, desde el mismo escenario y ante el mismo público que Miguel Ángel Loredo durante muchos años hace buena la frase de que este es un honor que no me merezco.

Para vosotros, la figura de Loredo es una figura familiar, no para mí, que no llegué a conocerle en persona, y mucho menos para los que no saben quién fue (yo, al menos, sí he leído y oído mucho y muy bueno acerca de Loredo). Cuando tengo que explicar quién fue Loredo, digo que se trató de uno de esos hombres que logran individualizarse no con un artículo indeterminado, sino con un artículo determinado: Loredo no era un cura, Loredo era el cura. Era, además, el tipo de pastor con el que sueña para la Iglesia de hoy el papa Francisco: un pastor con olor a oveja, es decir, uno que no tiene miedo a ir en misión por los caminos fuera de los muros de la ciudad, hasta los suburbios y los extrarradios, incluso más allá.

El periodismo como apostolado

Antes de seguir, quiero aclarar que no soy sacerdote, soy periodista. Un periodista, eso sí, que entiende su vocación como una forma de apostolado. Y no quiero decir con esto que sea experto en periodismo religioso. Es verdad que durante tres años, entre otras tareas, firmé en la contraportada de una revista española -Alba- una entrevista semanal con personajes que hablaban de Dios.

Tras 150 entrevistas, seleccioné 101, las cuales fueron editadas, con cierto éxito de público y de ventas, en un libro. De los 20.000 ejemplares que se vendieron, me consta que uno cayó en manos del cardenal Ortega, arzobispo de La Habana. Me consta también que el cardenal Ortega disfrutó mucho con todas las entrevistas, con todas menos con una: la de Ángel de Fana. Si alguna vez Ángel dudó de si el camino iniciado hace ya tantos años era el correcto -y yo creo que nunca ha dudado- las palabras de Ortega debieron de confirmarle que sí, que era el correcto.

Con lo de entender mi profesión como una misión quiero decir que no me metí en la cosa esta del periodismo para encerrarme en una redacción a cortar y pegar teletipos, despachos de agencia, ni, en el mejor de los casos, para colarme en el camerino de las estrellas de Hollywood. Me metí en esto del periodismo para contar las cosas de otra manera o, al menos, intentarlo.

Desde niño, siempre me sublevó la tendencia de narrar la Historia con los burócratas, los canallas y los tiranos como protagonistas y los disidentes, los héroes y los mártires como personajes secundarios. Consciente de mis muchas y enormes limitaciones, mi propósito no era revertir esta tendencia, pero sí, al menos, salirme del carril, ir en dirección contraria si fuera preciso.

Por eso, cuando hace ya unos años me hablaron por primera vez de vuestra epopeya, pensé que merecería la pena dedicar el tiempo y el dinero que fueran precisos a contar aquella historia de disidentes, héroes y mártires. Porque la vuestra es, ante todo, una historia de disidentes, de héroes y de mártires.


Ángel de Fana, veinte años de cárcel a sus espaldas.

Auténtica persecución religiosa

Cuando Ángel me pidió que hablara hoy aquí, me lo planteó en términos de predicación, lo cual me alegra, porque la predicación no ha de ser privilegio de curas, sino también obligación de laicos. Así que dejaré en un segundo plano el lado disidente y heroico del presidio político cubano, que conocéis mejor que nadie, y me centraré en lo que tuvo de martirio, que también conocéis bien. Quien dude de que en Cuba ha habido persecución religiosa, solo tiene que preguntar a Ricardo Toledo, que pasó diez años en la cárcel solo por asistir a una procesión, la de la Caridad. Luego a Ricardo le fabricarían pruebas y le imputarían delitos que nunca existieron, pero todos sabéis que, como se lo propongan, los comunistas son capaces de acusar y condenar a uno por ser el toro que mató a Manolete.

Pero el caso de Toledo no solo ilustra el uso castrista y, por tanto, arbitrario del Derecho, sino que Dios escribe derecho con renglones torcidos, que sus designios son inescrutables y que de un mal es capaz de sacar un bien mayor. En el fragor de aquella accidentada procesión (accidentada porque así lo quisieron los comunistas), Ricardo conoció a Neida, una linda muchachita que, cincuenta años después, se sienta a su lado hoy aquí. Para que luego digan que el amor no es para siempre.


La célebre foto del fusilamiento de Cornelio Rojas en 1959. Así instauró y afianzó el comunismo su poder sobre Cuba.

La persecución religiosa en Cuba se encuadra en un marco general de persecuciones que tuvieron lugar en todo el mundo a lo largo del siglo XX. En España, mi país, por ejemplo, el odium fidei, el odio a la fe desatado por la izquierda en los años treintale costó la vida a no pocos obispos, cantidad de sacerdotes e incontables católicos de a pie, dejando chiquita la persecución del emperador Diocleciano en el siglo IV. Y, sin embargo, Roma, a través de numerosos procesos de beatificación y canonización, no solo elevó a los altares a tantísimos mártires, sino que reconoció una evidencia histórica y, no menos importante, ayudó a sanar unas heridas abiertas en lo más hondo de un tiempo y de un país. Y lo mismo hizo en otros lugares, como México o los países del Este, escenarios también de sangrientas persecuciones.

En Cuba, sin embargo, hasta donde yo sé -y digo “hasta donde yo sé” pues no querría pecar de falta de rigor- la Iglesia no ha llevado a cabo esa labor de señalamiento y reparación, es más, la diplomacia vaticana parece empeñada en la ostpolitik, la política de la no confrontación con los países comunistas que tan pocos frutos dio bajo los pontificados de Juan XXIII y Pablo VI.

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Leer más aquí: www.religionenlibertad.com

1 comentario:

  1. Escuche en un documental que se hablaba del régimen Castrista que Juan XXII, lo excomulgo a Fidel Castro despues del discurso en que el se proclamaba como marxista

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