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domingo, 26 de octubre de 2014

Quo vadis, Domine? Reverente y filial Mensaje a Su Santidad - São Paulo, 8 de febrero de 2014


Quo vadis, Domine?

Reverente y filial Mensaje
a Su Santidad el Papa Francisco
del Príncipe Don Bertrand de Orleans y Braganza

Movimientos que combaten obstinadamente la propiedad privada, inclusive por medio de acciones violentas, son convidados a participar de reuniones en importantes organismos de la Santa Sede y uno de ellos es recibido por el Pontífice

Me dirijo a Vuestra Santidad en mi doble carácter de Príncipe de la Casa Imperial de Brasil y activo participante de la vida pública de mi País, para hacerle presente una grave preocupación concerniente a la causa católica en el Brasil y en América del Sur en general.

Es bien conocido de los brasileños el hecho de que fue a instancias del Papa León XIII, y a pesar de los previsibles inconvenientes políticos que de allí derivarían, que mi bisabuela, la Princesa Isabel, regente del Imperio, firmó el l3 de mayo de 1888 la Ley Áurea, aboliendo definitivamente la esclavitud en el Brasil. Ello le costó el trono, pero le valió pasar a la Historia como La Redentora, y recibir de manos del Papa la Rosa de Oro, en recompensa por su abnegación en favor de la armonía social y de los derechos de los más desvalidos.

Movido por el mismo sentido de justicia y dedicación al bien común de mis antepasados, me honro en haber dado inicio y animado durante 10 años la campaña Paz en el Campo[i], la cual promueve la armonía social en el agro brasileño. Tarea tanto más imperiosa cuanto, en las últimas décadas, el medio rural de mi País viene siendo notoriamente conturbado por una secuencia de invasiones de tierras, asaltos, destrucción de plantaciones, expropiaciones confiscatorias, exigencias ambientalistas sin propósito e inseguridad jurídica.

En el meollo de esa agitación agraria — que es el principal obstáculo al pleno desarrollo de la agricultura y la ganadería brasileñas, responsables por 37% de los empleos en el Brasil[ii] y por cerca da la mitad de los nuevos empleos creados en el primer semestre de 2013[iii] — se encuentran el Movimiento de los Trabajadores Sin Tierra, más conocido por su sigla MST, y la organización internacional La Vía Campesina.

[1] Dirigente nacional del MST se aprovecha de seminario convocado por organismo de la Santa Sede como tribuna para insuflar la lucha de clases

Por eso, fue con consternación que tomé conocimiento de la invitación enviada por la Academia Pontificia de Ciencias al Sr. João Pedro Stédile, coordinador nacional del MST y representante de la Vía Campesina, para participar como observador de un seminario organizado por la referida Academia, en Roma, el día 5 de diciembre de 2013, sobre La emergencia de las personas socialmente excluidas, con los gastos de viaje pagados por el Vaticano, según declaró el propio favorecido.

Esa consternación se difundió en los más variados medios católicos, pues, como era previsible, el conocido agitador del MST se aprovechó del evento como tribuna para promover, una vez más, sus principios erróneos y falsas soluciones, ambos basados en la premisa marxista de la lucha de clases y en la utopía de una sociedad colectivista.

En efecto, apenas dos días después del simposio realizado en dependencias de la Santa Sede, el Sr. João Pedro Stédile profirió una disertación para los militantes de la ultra izquierda altermundialistas italiana, en un antiguo teatro de Roma ocupado por ellos. En su alocución, reproducida por la Agencia de Noticias Adista[iv], él hace apología de sus métodos ilegales. Según dijo, “el camino de los cambios por la vía institucional parece decisivamente bloqueado”; y hasta se jactó de que “todo lo que el MST ha conquistado en el curso de sus 30 años de vida es debido a la práctica de las ocupaciones de masa”, o sea, de la violación sistemática de la propiedad privada en el medio rural.

La necesidad de ese recurso a la ilegalidad y hasta a la violencia por parte del MST derivaría, según Stédile, del hecho de que “en el actual contexto histórico, la correlación de fuerzas a nivel de lucha de clases es bastante desfavorable a las clases trabajadoras” — o sea, a las izquierdas que usurpan la representatividad del sector obrero.

Stédile admite incluso que “el mundo vive un período de reflujo del movimiento de masa” que afeta al propio MST, debido a que “las condiciones de la lucha de clases resultan más difíciles: las masas perciben la imposibilidad de una victoria, y se vuelven atrás”.

[2] “La curva de la lucha de clases será mundial... y la tierra temblará”

Pero él afirma que esa falta de apoyo popular no debe desanimar a las fuerzas de izquierda. Apelando a la “escuela de los marxistas históricos británicos”, el líder de los invasores de propiedades espera que el actual período de reflujo sea también un “período de resistencia... preludio de un proceso de retomada”.

Ese período de resistencia — que según él podrá llevar “algunos años” — deberá servir para “aprender las lecciones de la lucha de clases en el curso del tiempo”. Y el MST debe aprovecharlo para su “formación política”, valorizando y “estudiando Marx, Lenin, Gramsci, pero también los brasileños Paulo Freire, Josué de Castro y tantos otros”, dijo Stédile a sus oyentes altermundialistas italianos.

Permítame, Santo Padre, resaltar la amenaza con la cual Stédile concluyó su arenga: señalando que es preciso que “la clase trabajadora se reúna a nivel internacional”, pero que esto sea hecho por fuera de las ONGs y de los Fórums Sociales — dado que estos habrían fracasado en la tarea de “organizar al pueblo” —, indicó que ahora es preciso reunir “todos los movimientos sociales del mundo” en “otro espacio” de confrontación al capital financiero internacional. De esa forma, concluyó, “la curva de la lucha de clases será mundial y, por tanto, cuando comience la fase de ascensión, será así por todas partes. Y la tierra temblará”.

[3 ] Stédile se jacta de haber conseguido apoyo en el Vaticano y Leonardo Boff se regocija con eso

La tierra por el momento no tiembla. Pero no puedo dejar de preguntarme, Santo Padre, cuál es la razón de que ese paladín de una utopía revolucionaria tan entrañadamente anticristiana y promotor de la violación sistemática de las leyes haya sido convidado por la Pontificia Academia de Ciencias. Pues es obvio que, siendo las clases populares cada vez más refractarias a la prédica revolucionaria, el interés del líder del MST y de los revolucionarios en general sólo puede ser su pretensión de utilizar a la Iglesia Católica y organismos de la Santa Sede como compañeros de ruta en esa utópica aventura (de allí el llamado a estudiar Gramsci, el gran ideólogo de esa estrategia).

Es lo que admite el propio J.P. Stédile en entrevista[v] concedida después de su charla en el Teatro Valle Occupato, jactándose de haber conseguido “motivar a que el Vaticano nos ayude con la Vía Campesina y como movimientos sociales a que organicemos en el próximo año diversas conferencias”.

Él espera, además, que se establezca “de ahora en adelante un diálogo mayor del Vaticano con los movimientos sociales”, cuyo resultado sería que “en nuestros países [...] las iglesias locales oigan a los pueblos y no al Nuncio apostólico, que es un burócrata al servicio de no sé quién” (destaques míos). Es así que él retribuye el invitación y el pasaje aéreo que dice haber recibido del Vaticano...

¿Cuáles serían los miembros de esas “iglesias locales” que así descalifican al representante de la Santa Sede a pretexto de oír a “los pueblos”, sino los adeptos de la Teología de la Liberación?

Es bien sintomático el tono eufórico con el que uno de los más publicitados corifeos de esa corriente, el ex-fray Leonardo Boff, comentó la incursión del Sr. Stédile en el Vaticano[vi].

Boff manifestó su regocijo por le hecho de que “los pobres y excluidos” — en verdad, los líderes extremistas de izquierda — sean ahora “convocados a Roma, junto a la Sede Apostólica, para hablar por sí mismos”. Destacó que “el tema habla por sí: La emergencia de los excluidos. Eso nos remite a un tema central de la Teología de la Liberación, aún en sus comienzos: La emergencia de los pobres”.

Según el ex-religioso, el simposio en cuestión puede significar “el comienzo de una nueva voluntad de reinventar [sic] la Humanidad”. ¡Cómo esto recuerda el mito del “hombre nuevo” colectivista, soñado por Marx!

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Leer más aquí: www.porlapazdelcampo.org.ar



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