«Es suicida dejar que esa prensa que quiere destruir la Iglesia sea quien defina el modelo eclesial»
por Riccardo Cascioli/La Nuova Bussola Quotidiana
El arzobispo de Ferrara previene del «cato-laicismo»
«Un fenómeno muy grave caracteriza a la Iglesia de nuestro tiempo: la cesión total a la mentalidad cato-laicista, también porque estamos aceptando que sean los medios de comunicación laicistas los que definan la imagen de la Iglesia, del sacerdote, de una auténtica pastoral».
No minimiza la verdad monseñor Luigi Negri, ni siquiera en esos días de fiesta que le vieron cerrar el 9 de mayo con una solemne misa pontifical en la catedral de Ferrara las celebraciones por el décimo aniversario de su ordenación episcopal. Diez años son un soplo, pero si miramos atrás no podemos dejar de reconocer que mucho ha cambiado en estos diez años en la Iglesia, en Italia, en el mundo.
-Monseñor Negri, usted fue nombrado obispo de San Marino-Montefeltro el 17 de marzo de 2005, uno de los últimos nombramientos de San Juan Pablo II, que murió apenas dieciséis días después. Por consiguiente, en estos diez años ha conocido a tres Papas. ¿Podría indicarnos el rasgo esencial de cada uno de los tres? Empecemos por San Juan Pablo II.
-San Juan Pablo II ha sido uno de los más grandes evangelizadores de la historia de la Iglesia moderna y contemporánea. Con él tuve la lucidísima percepción de que se abría una fase nueva en la relación entre la Iglesia y el mundo.
»Quiero recordar la extraordinaria intervención que realizó en octubre de 1980 en el congreso sobre Evangelización y ateísmo, en el que dijo que era necesario que Cristo entrara en contacto de nuevo con el corazón del hombre, destruido pero no aniquilado por la vida moderna y contemporánea. Entendí entonces que era necesarioabrir un diálogo, no con las ideologías o con sistemas políticos y culturales, sino con esa realidad humana que precede cualquier opción, consciente o inconsciente.San Juan Pablo II ha desarrollado esta tarea de manera admirable.
»Siempre he tenido la percepción de que hablaba a nivel del corazón humano y que por esto no se paraba en las premisas ni en las consecuencias; al contrario, iba al fondo de la cuestión, valorizando así cada premisa y llegando a las consecuencias. Detenerse en las premisas o correr a las consecuencias es una propuesta absolutamente perdedora desde el punto de vista de lo que la Iglesia debe desear: que la gente sea infundida por el anuncio de Cristo presente.
»A este propósito quisiera recordar dos definiciones que se han dado de él y que comparto totalmente. Recuerdo el breve mensaje del cardenal Stanislaw Dziwisz en respuesta a mi pésame: «Este hombre ha enseñado a los cristianos a ser cristianos y a los hombres de este tiempo a ser hombres». Y George Weigel ha reconocido que ha sido uno de los pocos hombres a quien le ha sido dado cambiar el curso de la historia.
»Una misión a la que ha contribuido enormemente la amistad con quien le ha sucedido, Benedicto XVI.
Benedicto ha abierto una época que ha hecho redescubrir la fascinación de la razón como desafío, como camino hacia el misterio. Y sin ninguna tentación nostálgica nos ha hecho sentir la grandeza de la gran civilización católica, de la gran civilización occidental que - como dijo en Ratisbona - nace de la implicación de movimientos perennes y que como tales permanecen: el preguntar griego, el profetismo judío, la fe católica y la libertad de conciencia moderna.
»Ha abierto horizontes de encuentro con el hombre de hoy precisamente gracias a suextraordinaria capacidad de hablar de la razón y de la fe, además de haber dado esa contribución fundamental para la recuperación de la identidad del acontecimiento cristiano con la declaración Dominus Iesus, firmada por Juan Pablo II pero que lleva el signo indeleble del gran magisterio de Benedicto XVI. Deseo de verdad que la Iglesia reconozca en un determinado momento la grandeza intelectual y la grandeza de su magisterio confiriéndole el título de Doctor de la Iglesia.
»Desde hace dos años está Papa Francisco; es aún pronto para hacer un balance pero no hay duda alguna de que el camino de este pontificado ya está bien trazado. Francisco ha abierto una perspectiva nueva en la que me adentro gradualmente, madurando con él las perspectivas de una renovada apertura misionera, que es a lo que he sido formado en los 50 años de convivencia con ese gran teórico y testigo de la misión que ha sido don Luigi Giussani. [Sacerdote italiano fundador del movimiento Comunión y Liberación, fallecido en 2005, nota de ReL]
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