7.
¿Y si Shakespeare fuera católico?
7.1.
El catolicismo en tiempos de persecución
Desde hace un tiempo, y en una
época en que las persecuciones vuelven a formar parte de la experiencia
universal de los católicos, adquiere particular relevancia la atribuida y muy
probable catolicidad de Shakespeare. En efecto, sus obras fueron creadas y
difundidas en el contexto de una Inglaterra anglicana, "inventada"
como tal a partir de una hostilidad militante contra los católicos y contra su
religión, aunque no contra sus bienes, generosamente expropiados y
"redistribuidos".
Como
veíamos más arriba (3.1.), en Macbeth la visión del bien y el mal responde a
una inspiración cristiana, lo cual es muy lógico si se piensa que el mundo
europeo del siglo XVI, era cristiano. Pero aunque pueda observarse a simple
vista la "sensibilidad religiosa" de Shakespeare, no parece posible
afirmar que su intención necesariamente haya sido apologética.
Por
esto cabe suponer que, sin ser las obras de Shakespeare
"espirituales", pueden ser comprendidas incluyendo al mundo
trascendente, buscando el sentido de las expresiones, diálogos y monólogos que
el autor ha distribuido a lo largo de sus obras.
Joanna Bogle nos pone en el
contexto histórico: "Shakespeare
fue bautizado en una iglesia anglicana en abril de 1564, unos 30 años después
de que Enrique VIII rompió con Roma", y añade: "A lo largo de
su vida, la religión fue en Gran Bretaña una causa de conflictos amargos, duras
sanciones e intentos de coacción del Estado: tenía mucho sentido para un
escritor en busca de su propia seguridad el permanecer dentro de la ley. Pero
hay, sin duda, insinuaciones del catolicismo en sus obras." [1]
Para evocar el ambiente de la
época, pensemos que William Shakespeare vivió entre 1564 y 1616, y si bien
durante la época de la reina Elizabeth hubo mayor tolerancia, los tiempos no
eran buenos para los católicos, y el Bardo seguramente estuvo -como mínimo-
siempre bien informado de lo que sucedía.
Solo citaremos dos ejemplos muy
conocidos de dos jesuitas que sufrieron el martirio cuando nuestro autor tenía
17 y 42 años.
Cuando Shakespeare tenía unos
17 años -en noviembre de 1581- quien luego sería San Edmundo Campion, sacerdote
jesuita, fue procesado y acusado en Westminster bajo el cargo de haber
conspirado, en Roma y en Reims, para provocar una sedición en el reino y
destronar a la reina. Después de escuchar los alegatos de tres horas, el jurado
deliberó una hora antes de emitir el veredicto: Campion y sus compañeros
acusados fueron declarados culpables de traición. El Presidente del Tribunal
Supremo Wray leyó la sentencia: "Ustedes deben ser llevados al lugar de la
ejecución, y allí ser colgados y dejados con vida, cortadas sus partes privadas,
y sus entrañas sacadas y quemadas en su presencia; entonces sus cabezas serán
cortadas y sus cuerpos divididos en cuatro partes, para ser dispuestos a merced
de su Majestad. Y que Dios tenga piedad de sus almas”. Al conocer la sentencia
de muerte, Campion y los otros condenados recitaron las palabras del Te Deum, y después de pasar sus últimos
días en la oración, fueron ahorcados, y descuartizados el 1 de diciembre de
1581. Recientemente se ha afirmado que la familia de Shakespeare, "…debió
permanecer católica varias generaciones: en el siglo XVIII en la casa familiar
se encontró un tratado espiritual del mártir jesuita San Edmund Campion.
Milward asegura: "Aquel documento (del cual hoy tenemos una copia de 1700
reconocida como auténtica) fue probablemente escondido allí en tiempos de la
Conjura de Somerville de 1583, cuando también los familiares maternos, incluida
la madre de Shakespeare, Mary Arden, a causa de su fe fueron sometidos a la
acusación de alta traición por Sir Thomas Lucy, de Charlecote Park. Y los
nombres tanto del padre John (en 1592) como de su hija Susana Hall (en 1606)
figuran en la relación de católicos que se negaban, de aquellos que rechazaban
acudir a las funciones obligatorias religiosas del Estado"".
Campion tenía 41 años. 400 años
más tarde, las cuerdas reales que se utilizaron en su ejecución se encuentran
en la universidad de Stonyhurst, en Lancashire, y cada año se colocan en el
altar de la iglesia de San Pedro para celebrar la misa el día de su festividad.
Cuando Shakespeare tenía unos
42 años, también fue ejecutado quien sería San Nicolás Owen, SJ. Owen fue
arrestado por protestar contra la inocencia de Campion. Owen era muy bajo,
lisiado en una pierna por un accidente y con una hernia. Durante muchos años se
dedicó a construir de noche escondites para sacerdotes en los hogares de las
familias católicas y capillas camufladas para celebrar la Misa a escondidas,
trabajando como carpintero de día para disimular. Por esta razón tenía un enorme conocimiento
de la comunidad católica "clandestina", que honró -como a su fe- con
el martirio. Detenido en 1594, y torturado, no reveló nada. Reanudó su trabajo
hasta que fue detenido por última vez, entregándose para desviar la atención de
otro sacerdote escondido. Robert Cecil, secretario de estado, estaba exultante
por la detención de Owen, que era muy buscado por su gran habilidad para
construir escondrijos, y por la cantidad innumerable de lugares que había
construido para ocultar sacerdotes en toda Inglaterra. Fue llevado a la Torre
de Londres y sometido a "exámenes" terribles. Se lo colgó de una
pared con ambas muñecas y se forzó una hernia que tenía hasta sus intestinos
sobresalieran, se le ató una placa circular de hierro en el estómago. Y como no
confesaba obstinadamente, se cree que fue trasladado a un molinete donde se
produjo su muerte, sin revelar nada a sus inquisidores, en la noche entre el 1
y 2 de marzo de 1606, salvando así las vidas de cientos de personas, tanto
sacerdotes como laicos.
El “capital de gracias” ganado
por los mártires ingleses sigue dando frutos y su historia debería ser más
conocida, particularmente en tiempos y zonas de persecución religiosa, donde
quienes la han sufrido y la sufren son capaces de comprender el sentido de ese
testimonio y sacrificio, y sacarle provecho espiritual. Es notorio por ejemplo
que una hija de Stalin, convertida al catolicismo, tuviera presentes a los
"mártires ingleses" en el
centro de su vida espiritual: “Como una brújula gira siempre hacia el Polo
Norte, yo sigo girando todo el tiempo hacia la misma dirección: Roma. Acudo a
la misa en Cambridge, miro a los mártires ingleses y a la Virgen, observo la
vuelta de los fieles a sus asientos, tras haber recibido la Comunión: miro los
rostros limpios de la gente. Me gusta ver esa transformación tan visible”.
Svetlana Iosifovna Allilueva, hija de Joseph Stalin y de su segunda mujer,
Nadezhda Allilueva, nació en 1926 y murió en 2011. Abandonó primero el ateísmo
y se bautizó en la Iglesia ortodoxa rusa. Luego huyó a los Estados Unidos. Un
sacerdote italiano, el padre Garbolino, la invitó a hacer una peregrinación a
Fátima.
En 1982 fue a Cambridge, donde
se bautizó, declarando su “constante y persistente admiración por la Iglesia de
Roma” y el deseo “de estar allí”. ... "En el libro The Last Words, dedicado a su amigo sacerdote, Svetlana hablaba de
la abuela paterna, que mandó al joven Stalin al seminario ortodoxo de Tbilisi,
en Georgia. “Pienso que todos los problemas y la crueldad de mi padre, la
inhumanidad de su partido, fueron causadas por la abolición del cristianismo”,
escribió. “Sus problemas comenzaron cuando abandonó el seminario a la edad de
20 años. Fue entonces, justo entonces, cuando su joven alma dejó de combatir el
mal, y fue aferrada por el Mal, que nunca la abandonaría”".
Shakespeare ha sembrado con
conciencia apostólica y con un genio peculiar sus obras de un contenido
sobrenatural como el que analizamos en esta páginas, pero lo hizo de un modo
tal que fuera aceptado por la sociedad y autoridades de su tiempo. Si hubiera sido
más explícito, no hubiera podido seguir publicando. Alexander Solzhenitsyn hizo
lo mismo en un contexto de falta de libertad de expresión, cuando luego de
volver a la vida ordinaria rusa tras su paso por un campo de concentración y por
el exilio interno, publicó sus primeras obras sin oponerse al sistema y
aprovechando cierta apertura después de la muerte de Stalin. Un día en la vida de Iván Denisovitch
muestra la vida de un recluso en un campo estalinista, pero al mismo tiempo
muestra los efectos prácticos del sistema político comunista, con o sin Stalin.
Nada nuevo bajo el sol. Decía Jesús a sus
discípulos: «Si el mundo os odia, sabed
que a mí me ha odiado antes que a vosotros. Si fuerais del mundo, el mundo
amaría lo suyo; pero, como no sois del mundo, porque yo al elegiros os he
sacado del mundo, por eso os odia el mundo. Acordaos de la palabra que os he
dicho: El siervo no es más que su señor. Si a mí me han perseguido, también os
perseguirán a vosotros; si han guardado mi Palabra, también la vuestra
guardarán. Pero todo esto os lo harán por causa de mi nombre, porque no conocen
al que me ha enviado». (Jn 15,18-21) . El Rev. D. Ferran Jarabo i Carbonell
aclara aún más el párrafo: "el
Evangelio contrapone el mundo con los seguidores de Cristo. El mundo representa
todo aquello de pecado que encontramos en nuestra vida. Una de las
características del seguidor de Jesús es, pues, la lucha contra el mal y el
pecado que se encuentra en el interior de cada hombre y en el mundo. Por esto,
Jesús resucitado es luz, luz que ilumina las tinieblas del mundo. Karol Wojtyla
nos exhortaba a «que esta luz nos haga fuertes y capaces de aceptar y amar la
entera Verdad de Cristo, de amarla más cuanto más la contradice el mundo»... Y
esta fidelidad puede traer muchas veces la persecución: «Si a mí me han
perseguido, también os perseguirán a vosotros» (Jn 15,20). No hemos de tener
miedo de la persecución; más bien hemos de temer no buscar con suficiente deseo
cumplir la voluntad del Señor. ¡Seamos valientes y proclamemos sin miedo a
Cristo resucitado, luz y alegría de los cristianos! ¡Dejemos que el Espíritu
Santo nos transforme para ser capaces de comunicar esto al mundo!".
El mensaje es particularmente significativo
y elocuente en tiempos en que la persecución de los cristianos muestra por
todas partes y en diferentes formas signos de estar lejos de haber terminado.
Sea con violencia física como lo vemos a diario, pero también con violencia
moral en nuestra propia sociedad occidental, donde la persecución ideológica en
ambientes educativos y de salud pública es un hecho palpable cotidianamente.
7.2.
Algunos comentarios de estudiosos
Para Newman, "en la cabeza del autor hay una
multitud y una sucesión de ideas, pensamientos, sentimientos, imaginaciones,
aspiraciones, abstracciones, yuxtaposiciones, comparaciones, discriminaciones,
concepciones, que son originales en él. Y sus puntos de vista de las cosas
externas, sus juicios sobre la vida, las costumbres y la historia, sus
ejercicios de ingenio, su humor, su profundidad, su sagacidad, sus innumerables
e incesantes creaciones, el pulso y el latido de su intelecto, a todo lo que
hace le da una expresión, en un idioma correspondiente, que es tan multiforme
como esta misma acción mental y análoga a la misma, y es la fiel expresión de
su intensa personalidad, llegando al propio mundo interior de su pensamiento
como su propia sombra: se podría decir que le pertenece a otros de un modo
similar al que el estilo de una mente dotada le pertenece a ella misma y la
persigue como una la sombra. ... El pensamiento y el discurso son inseparables
el uno del otro. El asunto que se trata y la expresión son partes de algo
único: el estilo es el pensamiento que deviene en lenguaje. Esto es lo que he
estado describiendo, y esto es la literatura; no son las cosas, ni son los
símbolos verbales de las cosas; por otra parte no son solo meras palabras; sino
los pensamientos expresados en lenguaje. ... ¿puede realmente pensarse que
Homero, o Píndaro, o Shakespeare, o Dryden, o Walter Scott, se volcaron a la
dicción por la dicción misma, o que estaban inspirados por sus ideas y
derramaron hermosas palabras porque tenían hermosos pensamientos? ... es el
fuego que reside en el autor el que se desborda en el torrente de su propio
fuego, en una elocuencia irresistible; y es la poesía de su alma interior, la
que se manifiesta en una oda o en una elegía; y su actitud mental, la belleza
de su rostro moral, la fuerza y la agudeza de su lógica, las que se trasforman
en imágenes mediante la ternura, la energía, o la riqueza de su lenguaje."
Newman cita al Macbeth de Shakespeare en procura de una
cita entre muchas otras que podría utilizar de este autor que le sirva como
ejemplo: "Una idea simple que surge del vigor natural del genio, se
expande en varias ramificaciones mediante un proceso que pertenece más al
orador que al poeta: ... "¿Acaso no puedes tratar un alma enferma, arrancar
de la memoria un dolor arraigado, borrar las angustia grabadas en la mente y,
con un dulce antídoto que haga olvidar, extraer lo que ahoga su pecho y pesa
sobre su corazón?" (Canst thou not
minister to a mind diseased, Pluck from the memory a rooted sorrow, Raze out
the written troubles of the brain, And, with some sweet oblivious antidote,
Cleanse the foul bosom of that perilous stuff, Which weighs upon the heart?) ".
Shakespeare no solo ve en Lady Macbeth la co-protagonista
del crimen contra Duncan, sino alguien que "busca que le den algún
medicamento que tenga un efecto que produzca mágicamente el olvido y el alivio
de la pesada carga que ahoga su alma enferma, de los dolores arraigados en su
memoria, y de las angustias grabadas en su mente". Además presenta a sus
lectores y espectadores las razones que le dan sentido a una vida. Es mucho más
que una historia. Es una historia que nos muestra el sentido de la conducta
humana. Y eso no parece que haya sido secundario para el autor. Entonces, no solo
es presumible que la "visión cristiana" del mundo que el Bardo
presenta no es algo accidental, sino que es "el torrente de su propio
fuego”, que transforma sus ideas en lenguaje poético y teatral.
Para Keneth Colston, "concebido,
bautizado, educado, casado, empleado, patrocinado, amigo, ungido, celebrado, y
enterrado por los católicos y como católico, William Shakespeare, en lo que un
estudioso ha llamado en broma "bautismo por asociación", puede haber
sido toda la vida un dramaturgo católico recusante, en una represiva tierra
protestante." Esto puede verse por ejemplo en "sutilezas" tales
como su concepción del pecado: "hay una profunda diferencia en el concepto
de pecado, que separa a los católicos de los protestantes, tal como sucede, por
ejemplo, con la creencia en el purgatorio o los sacramentos. Shakespeare
simplemente se inclina hacia la comprensión más católica de una voluntad
deteriorada pero todavía libre siguiendo la ley natural, en lugar de la
comprensión más protestante de una voluntad corrupta y más decidida a luchar
para oír la orden divina. A diferencia de los nihilistas modernos, sin embargo,
su pensamiento está impregnado en su totalidad por la categoría de
pecado."[2]
Para Joseph Pearce: "la
documentación, las evidencias circunstanciales y los textos, en su conjunto,
constituyen un caso como para que el catolicismo del Bardo sea efectivamente
innegable. Tal evidencia sin duda supera cualquier evidencia que sugiera que
Shakespeare fuera protestante o ateo. Pongámoslo de esta manera: Si se coloca
la evidencia ante un jurado de gente razonablemente "bien pensante",
el caso sería considerado como probado más allá de cualquier duda razonable. No
podemos estar absolutamente seguros, pero podemos estar lo suficientemente
seguros como para llegar a una conclusión definitiva”. La importancia del tema
radica en que si Shakespeare fuera católico, "esto significa que uno de
los más grandes escritores que han vivido, tal vez el más grande escritor que
ha vivido, está expresando verdades cristianas atemporales a una época muy
necesitada de ellas. Shakespeare se enseña y se lee en todo el mundo. Si
podemos demostrar que sus obras son católicas, estaremos evangelizando al mundo
a través del poderoso testimonio de los dramas más poderosos de la historia de
la cristiandad."[3]
Aclara Pearce que, además de
las pruebas basadas en "los elementos de hecho que se encuentran en
documentos, en la persecución sufrida por la familia y amigos a raíz de la práctica
de su fe, en los casos judiciales en los que se vio envuelto Shakespeare, en la
propiedad que compró, y en la clase de personas, de conocidos y de amigos que
valoraba y a los que consideraba enemigos", se incluye también la
evidencia textual en "alusiones veladas y de simpatía con la obra del
poeta católico y mártir San Roberto Southwell y una serie de conexiones
alegóricas en su poesía y obras a la agitación política y religiosa de los
tiempos en los cuales vivió. En su nivel más profundo de significado, las obras
de Shakespeare puede ser vistas como una lucha dialéctica contra las fuerzas
opuestas a la ortodoxia cristiana y al fundamentalismo secular, con las
simpatías del Bardo que caen claramente del lado de la primera y contra el segundo.
Varios de sonetos y poemas de Shakespeare aluden con simpatía a conocidos
católicos, asesinados o perseguidos por su fe, incluyendo a Santo Tomás Moro,
San Roberto Southwell, Santa Anne Line y William Byrd. En cuanto a sus obras de
teatro, su simpatía por mártires católicos es evidente en sus alusiones a Tomás
Moro y la simpática representación de Catalina de Aragón en Enrique VIII (…) Gran parte del misterio
que rodea a Shakespeare está relacionado con la edad en la que vivió. Era una
época en la que una sección grande y alienada de la población se consideraba
fuera de la ley por parte del Estado. En la Inglaterra isabelina y jacobina era
un delito practicar o propagar la religión católica, una ofensa que en los
sacerdotes se castigaba con la muerte. Es por esta razón por la que el poeta
más grande de Inglaterra todavía no se conoce. Es desconocido, en primer lugar,
porque él trató de mantener su vida religiosa escondida de las autoridades, en
la medida de lo posible. Y también debido a que las posteriores generaciones de
ingleses levantaron un mito a imagen de la nación que deseaban, ignorando o
sofocando el "papismo traicionero" del Bardo, en aras de una
iconografía patriótica nacional aceptable, que se convirtió así en la víctima
póstuma de la "corrección patriótica". La evidencia abrumadora del
catolicismo del Bardo tiene sus raíces en los hechos concretos de su vida y en
las verdades teológicas, filosóficas y morales que se encuentran en su
trabajo."[4]
Pearce nos da un ejemplo
concreto de elementos que probarían la catolicidad de Shakespeare, en su
análisis del Soneto XXIII, en el que encuentra una alusión concreta y directa a
Tomás Moro. El significado que describe el autor nos exige una
"decodificación" para encontrar un sentido diferente al de las
propias palabras de Shakespeare, si fueran tomadas literalmente.
Texto: “Igual que un imperfecto
actor en el teatro que no logra por miedo recitar su papel o alguno tan repleto
de rabia, tan furioso, al que su mismo exceso debilita el alma, yo, con miedo
de fiarme, no dije la perfecta ceremonia, la que es el rito del amor; y en mi
fuerza de amor parezco decaer bajo el peso del amor tan poderoso. A mis libros
dejad que sean elocuentes, los callados heraldos de ese pecho que habla, y que
suplica amor y busca recompensa más que el amor que más y mejor se ha expresado.
Lo que ha escrito el amor silencioso leed, que escuchar con los ojos es un arte
de amar.”
Analiza Pearce: “El duodécimo
verso del soneto vibra de significado alegórico al ponerse mayúscula al segundo
"more": More that love which
More hath more expresed. (Alusión a Tomás Moro). Una vez aceptado el juego
de palabras, el soneto adquiere vida metafísicamente, contrastando el amor
"imperfecto" de Shakespeare, debilitado por "el miedo" y
"la rabia", con el amor santo que más (more=More) "mejor ha
expresado". Está también la alusión sublime a la Misa, "perfecta
ceremonia, la que es rito del amor", reforzada por el juego entre
"right/rite" (derecho/rito)...”[5].
Los conocimientos lingüísticos
y literarios de quien escribe estas líneas, no le permiten hacer el menor
comentario adicional sobre esta interpretación. Y menos aún al caer casualmente en momentos de escribir esta líneas
sobre el texto de la lápida del conocido actor de las obras de Shakespeare Richard
Burbage, fallecido en 1619, en el que un triple "no more/Moor/more beside" también nos deja mudos: “He’s gone”, lamented at once an anonymous
elegist, and, with him, what a world are dead, Which he revived, to be revived
so No more: young Hamlet, old Hieronimo, Kind Lear, the grievèd Moor, and more
beside That lived in him have now for ever died." ("Él se ha ido y con él todo un mundo ha muerto. Que
él interpretó, para que reviviera, No más joven Hamlet, viejo Hieronimo, Amable
Lear, el Moro ofendido, y más aún, Que vivieron en él; ahora han muerto para
siempre.") ¿Habrá segundas intenciones? … Misterio.
Sin embargo, no todos los
autores están de acuerdo con el catolicismo de Shakespeare. Harold Bloom, afirma
que "aunque a G. K. Chesterton le gustaba pensar que Shakespeare fue un
católico, por lo menos en espíritu, era demasiado buen crítico para localizar
en la cristiandad el universalismo de Shakespeare. Podemos aprender de eso a no
configurar a Shakespeare según nuestra política cultural. Comparando a
Shakespeare con Dante, Chesterton subraya la amplitud de Dante cuando trata del
amor cristiano y la libertad cristiana, mientras que Shakespeare "era un
pagano, en la medida en que está en su punto más alto cuando describe grandes
espíritus encadenados". Esas "cadenas" manifiestamente no son
políticas. Nos devuelven al universalismo, ante todo a Hamlet, el más grande de
todos los espíritus, pensando en su camino hacia la verdad, por la cual perece.
El uso final de Shakespeare es dejar que nos enseñe a pensar demasiado bien sobre
cualquier verdad que podamos soportar sin perecer."[6]
Defendiendo la otra postura, afirma
Antonio Guliano: "Se podría decir parafraseando el dicho de Hamlet: Católico o no católico, éste es el problema.
En realidad, la tesis que desde hace ya años el gran William Shakespeare fue
fiel de la Iglesia de Roma, hoy es mucho más que una hipótesis. La confirmación
nos llega de un sorprendente número de libros publicados recientemente. Y es
que, si ya finalmente un autor popular laico inglés como Peter Ackroyd lo
admite en su Shakespeare: Una biografía,
convincente y bien ponderado es el último volumen de la inglesa Elisabetta Sala
El enigma de Shakespeare: ¿Cortesano o
disidente?. La autora que escribió Isabel
la Sanguinaria, había desenmascarado brillantemente la propaganda que rodea
la época isabelina, y saca a la luz la disidencia del dramaturgo y sus
relaciones con los católicos perseguidos por la reina. Quien no ha tenido jamás dudas hamletianas
sobre el catolicismo de Shakespeare y desde hace años pelea contra una cierta
crítica todavía suspicaz es Peter Milward, jesuita inglés, profesor de
Literatura Inglesa en la Universidad Sofía de Tokio, máximo experto de la
religiosidad del Bardo. “Es una hipótesis que sostengo ya desde 1973, cuando
publiqué mi primer libro Shakespeare´s
Religious Background (El fondo religioso de Shakespeare). Hoy
afortunadamente son muchos los libros que relanzan esta cuestión, pero hay
todavía un cierto prejuicio académico que es difícil erradicar”. Estudios
recientes han demostrado, con pruebas documentales, de que Shakespeare era casi
seguro un católico recusante, que se rebela contra la religión impuesta por el
estado del régimen isabelino totalitario."[7]
Milward es uno de que más ha
profundizado el tema, analizando acto por acto, línea por línea, las cuatro
grandes tragedias Hamlet, Otelo, Macbeth y Rey Lear,
habiendo encontrando en ellas numerosas referencias de la Biblia. Milward está
convencido de que Shakespeare fue católico, y afirma: "Obviamente en una
tal situación de persecución, Shakespeare fue obligado a silenciar su fe
católica. Tuvo que vivir de forma enmascarada, como su Edgar en el Rey Lear, y así ha permanecido hasta
hoy". En su libro Shakespeare the
Papist demuestra "cómo todas las obras admiten una interpretación
católica y bíblica. Si no se admite este sustrato, este fondo católico, muchas
obras permanecerían enigmáticas”. Pero, continúa Milward, "no es
suficiente reconocer que Shakespeare fue católico. Es necesario tomar nota de
que nos encontramos frente a un testigo importante de aquel catolicismo inglés
que fue cruelmente perseguido por Enrique VIII y por Isabel I y por sus crueles
ministros, Thomas Cromwell y William Cecil."[8]
Las obras del Bardo, observa Kevin
O'Brien, fundador y director artístico del Teatro de la Palabra, "son
profundamente cristianas, escritas desde una perspectiva que ve el drama humano
que se representa y que se lleva a cabo en un escenario donde el cielo está
arriba y el infierno abajo, con la virtud y el vicio como cosas muy reales, y
con el compromiso con una o por el otro, los que van produciendo de un modo
espectacular las consecuencias de nuestras acciones”[9].
Como afirmara el Cardenal
Newman en una conferencia en la Facultad de Filosofía y Letras, el discurso, y
por lo tanto la literatura, es esencialmente un trabajo personal -la expresión
de ideas y sentimientos de la propia persona a la que le pertenecen- y expresa
la "verdad subjetiva" y no la objetiva; nos manifiesta los pensamientos
del autor y no las cosas en sí mismas: "sus puntos de vista de las
realidades externas; sus juicios sobre la vida, las costumbres y la historia,
sus propios ejercicios de ingenio, de humor, de profundidad, de
sagacidad". Así, el pensamiento, son personales los sentimientos y el
lenguaje del autor. Ahora bien, el que lee difícilmente llega a un texto con la
mente en blanco para que se grabe primero el mensaje del autor y luego sacar
sus conclusiones. Normalmente, todo lector también está dotado de un mundo de
ideas y sentimientos, lee, analiza, comprende, concluye, juzga y opina con
"el torrente de su propio fuego interior", que está a su vez
previamente ordenado y desordenado como consecuencia de sus propias virtudes y
vicios...
Teniendo en cuenta esta idea
que plantea Newman, al leer "línea por línea" a Macbeth me parece
razonable estimar que Shakespeare -como mínimo- estaba impregnado de una
cultura profundamente cristiana, y -como máximo- que los juicios morales
implícitos en las afirmaciones que Macbeth realiza expresan "sus puntos de
vista de las realidades externas; sus juicios sobre la vida, las costumbres y
la historia". En efecto, si sus pensamientos brotan "como torrentes
de su propio fuego", y "de lo que abundó en su corazón habló su boca",
¿porque hay tantas precisiones respecto de la vida sobrenatural en Macbeth? ¿A
qué viene por ejemplo en el texto la inclusión de un "rey sanador" a
quien "cómo le inspira el cielo sólo él lo sabe, y a cuyo insólito poder
se une el don celestial de la profecía, y las diversas bendiciones que rodean
su trono que confirman su gracia divina, que cura a enfermos con males
pasmosos, hinchados, llagados, de angustioso aspecto, desesperanzados de la
medicina, colgándoles del cuello una medalla de oro que les pone rezando?"
En Macbeth la visión del bien y
el mal responde a una inspiración cristiana, lo cual es muy lógico si se piensa
que el mundo europeo del siglo XVI, era cristiano. Pero aunque pueda observarse
a simple vista la "sensibilidad religiosa" de Shakespeare, no puede
afirmarse que su intención necesariamente haya sido apologética. Para Tom Jay,
en un reciente artículo sobre el propósito del arte literario, "los más
grandes escritores católicos entienden que la literatura no fue con el fin de promover una causa, incluso la causa
de la Iglesia. Cuando se le preguntó a Flannery O'Connor acerca de su papel
como escritora católica, dijo que su papel era antes que nada, escribir la
mejor historia que pudiera. El arte auténtico resiste el utilitarismo de cualquier
tipo. No es para ser utilizado como un medio para un fin, como un simple medio
para la promoción de una creencia particular, incluso si esa creencia es
verdadera. Tolkien y Lewis escribieron libros maravillosos porque no se
pusieron a escribir novelas cristianas. Se dedicaron a escribir cuentos de
hadas, un género que amaban tanto. Y estas historias inevitablemente deberían
reflejar sus sensibilidades religiosas." (Cuando la identidad política
reemplaza las historias por espejos -
http://www.crisismagazine.com/2016/when-identity-politics-replaces-stories-with-mirrors.
)
El P. Robert D. Smith, en
"Un valiente y devoto autor católico", termina su artículo con un párrafo sobre la
santidad en Shakespeare, y toma el caso en el Rey Lear, cuando Cordelia descubre
la lealtad del conde de Kent: "Oh tú, buen Kent, ¿cómo voy a vivir y
trabajar para compensar tu bondad? Mi vida será demasiado corta y será poca
cada cosa que haga" En una frase, Shakespeare muestra como en un espejo la
esencia del ser católico en tres formas complementarias: "1) La Iglesia
siempre ha enseñado que existen santos. ... y nosotros, como seguidores de
Cristo, creemos en la existencia de los santos, no sólo en el cielo, sino aquí
en la tierra. No en la perfección, para estar seguros. Incluso los santos
tienen defectos humanos, pero poseen sobre todo cuando se trata de la caridad,
de un nivel de amor desinteresado, que va
sobrenaturalmente más allá de lo que comúnmente vemos en la tierra. Son
santos mientras viven, y todo el mundo lo ve, excepto los propios santos. El
mundo no está lleno de corrupción, y hay muchos santos. Basta con mirar los
lugares adecuados. 2) Cordelia tiene este gran sentido de humildad moral. No
hay nada en ella de pretensiones de superioridad moral, pedantería o presunción ... Cordelia, paradójicamente, una santa ella
misma, ve santos en este mundo, y se ve a sí misma muy por debajo de ellos. Tal vez esto se
puede explicar por el hecho de que la santidad puede tener muchas
manifestaciones diferentes, puede manifestarse de muchas formas y en diferentes
líneas de conducta. Cordelia era una santa, pero para ayudar a su padre no se
vestía con andrajos. Pero aún así, todos los santos tienen este sentido de la
humildad espiritual profunda, tan opuesta al espíritu orgulloso del mundo. ....
y 3) Las palabras de Cordelia demuestran que ella tiene una firme comprensión
de otro concepto cristiano, tradicionalmente católico: el de la necesidad de
luchar por la perfección. Ella no está tratando simplemente adecuarse a los
ojos del mundo. Muchos que piensan de la bondad sólo en este sentido. Pero la
bondad del mundo es inadecuada a los ojos de Dios. Un buen hombre a los ojos
del mundo hoy en día, por ejemplo, puede ser un abortista, un divorciado y
vuelto a casar, y un impenitente respecto de ambas faltas. Cordelia no procura
tener "idoneidad" a los ojos del mundo, sino la misma perfección.
Tanto Cordelia como Kent van mucho más allá de los estándares del mundo para la
bondad. Pero de una manera verdaderamente cristiana. Ellos no están buscando
determinar cuán lejos han llegado, sino cuán lejos tienen que llegar. Eso es lo
que los hace a ambos hermosos en este mundo, muy diferentes de él, y
santos." Está claro porqué al mundo no le gusta un Shakespeare católico,
como afirma el P Smith...
En el polo opuesto, del ejemplo
de santidad de Ofelia mencionado por el P. Smith, Lady Macbeth nos muestra en
una sola frase su convicción acerca del alcance de lo que están haciendo,
cuando en el medio del asesinato ve a Macbeth negarse a ver el cadáver de
Duncan reconociendo en el acto con conciencia el mal realizado: "No iré
más; me horroriza pensar lo que he hecho. ¡Mirarlo aún! ¡Nunca! ". Y
exclama Lady Macbeth: " Voluntad débil! ¡Dadme los puñales! Los que
duermen y los muertos no son más que imágenes vanas; es el ojo de un niño que
tiembla ante la estampa del diablo…
"
[2] The Case for Catholic Shakespeare by Kenneth
Colston http://www.crisismagazine.com/2016/the-case-for-catholic-shakespeare
[3] Por los ojos de Shakespeare por Joseph Pearce
[4] Shakespeare at 450:
Slaying the Anti-Catholic Dragons - by JOSEPH PEARCE
http://www.ncregister.com/daily-news/shakespeare-at-450-slaying-the-anti-catholic-dragons/
[7] «William Shakespeare era católico» - Antonio Giuliano/La bussola quotidiana -
http://www.religionenlibertad.com/william-shakespeare-era-catolico-18529.htm
[8] William Shakespeare, católico clandestino, intentó
evangelizar con las claves ocultas de sus obras -
http://www.religionenlibertad.com/william-shakespeare-catolico-clandestino-intento-evangelizar-con-las-claves-ocultas-de-49340.htm
[9] Catholic World
Report - The Theater of the Word Inc. announces the Christian Shakespeare
http://www.catholicworldreport.com/Blog/1407/the_theater_of_the_word_inc_announces_the_christian_shakespeare_site.aspx
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