El sol de Indochina
José Luis Restán
Diez años no son muchos, pero en el actual marasmo digital parecen una eternidad. Fue en 2002 cuando nos dejaba tempranamente el cardenal Van Thuan. Cuatro años atrás había asumido alegremente el encargo que le hiciera Juan Pablo II de presidir el Consejo Pontificio Justicia y Paz. ¿Quién mejor que él, testigo viviente del gulag, que había perdonado a los mismos verdugos ante quienes nunca se doblegó? Pero en el fondo nunca se adaptó del todo a su estancia romana, siempre deseó volver a su amado país.
http://www.paginasdigital.es/v_portal/informacion/informacionver.asp?cod=2807&te=&idage=&vap=0&codrel=1584
Diez años no son muchos, pero en el actual marasmo digital parecen una eternidad. Fue en 2002 cuando nos dejaba tempranamente el cardenal Van Thuan. Cuatro años atrás había asumido alegremente el encargo que le hiciera Juan Pablo II de presidir el Consejo Pontificio Justicia y Paz. ¿Quién mejor que él, testigo viviente del gulag, que había perdonado a los mismos verdugos ante quienes nunca se doblegó? Pero en el fondo nunca se adaptó del todo a su estancia romana, siempre deseó volver a su amado país.
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