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domingo, 11 de marzo de 2018

Quizás el acostumbramiento a las crisis sea algo más grave de lo que se pueda pensar de ordinario.

Peligroso acostumbramiento a las crisis recurrentes

Por Pablo López Herrera 

Es peligroso acostumbrarse a las crisis. Cuando escuchamos en Aregentina a los profetas de la catástrofe anunciar -con toda razón- las próximas que nos esperan y que estamos gestando sin que podamos hacer lo necesario y suficiente para impedirlas, no podemos dejar de recordar a Tocqueville, en cuya vida estuvieron presentes las “revoluciones” de 1789,  de 1830 y de 1848. (Aunque nació en 1805, su familia perdió miembros durante el “El Terror” y sus padres a penas se salvaron de ser muertos por los revolucionarios)

Quizás el acostumbramiento a las crisis sea algo más grave de lo que se pueda pensar de ordinario. En el caso de la Francia revolucionaria, pensaba Tocqueville que había “pasado del cataclismo a la rutina, porque las revoluciones – o más bien la Revolución, porque es siempre la misma- han hecho de Francia ese extraño país donde los trágicos enfrentamientos no arruinan ni la continuidad del estado, ni el arte de vivir alegremente. Escribe Tocqueville a William Senior (profesor de Política Económica en Oxford): “sabemos que hay que vivir como el soldado en campaña, y que la posibilidad de ser matado al día siguiente no impide concentrarse en las vísperas en las preocupaciones por la comida y el sueño, e incluso en las distracciones”” *

En nuestro país usamos con liviandad la expresión “bailar en la cubierta del Titanic”, y -sin haber llegado a tener que soportar los horrores de una revolución a la chilena, a la cubana o a la venezolana- los argentinos hemos pasado por la revolución peronista de mediados del siglo XX, la “camporista” de 1973, la “alfonsinista” y la “kirchnerista”, de menor intensidad. A pesar de todo lo sucedido, no se ha perdido en nuestro país ni “la continuidad del estado ni el arte de vivir alegremente”

Esperemos que con gradualismo o sin gradualismo pueda llegar el sano orden a estabilizar el barco, antes que pase un tsunami para el que manifiestamente no estamos preparados.

Para Tocqueville, en el caso que la humanidad debiera elegir entre libertad e igualdad, optaría por la segunda, aunque la libertad es un bien superior que debe sobreponerse a la igualdad: "las naciones hoy en día no saben hacer que en su seno las condiciones no sean iguales, pero depende de ellos que la igualdad lleve a la servidumbre o a la libertad, a las luces o a la barbarie, a la prosperidad o a la miseria."

En eso estamos.

* Tocqueville, Lettres choisies, Souvenirs, Gallimard, 2003 - Presentación de Françoise Mélonio, responsable de la publicación de “Las obras completas de Tocqueville” en 29 tomos por Gallimard

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