Las FARC son Partido Comunista Colombiano: ‘Jacobo Arenas’
La responsabilidad del Partido Comunista en la tragedia de miles de hogares colombianos es superlativa. Movimientos como la Unión “patriótica”, Marcha “patriótica”, Junta “patriótica”, el PC3 y el Movimiento Bolivariano son marcas donde se enmascara el PCC-FARC
Por Carlos Romero SánchezJulio 02 de 2014“Nuestra lucha es por la toma del poder, no le hemos puesto fecha ni le pondremos,pero es la toma del poder definitivamente”.(Pedro Antonio Marín Marín, alias ‘Tirofijo’ o ‘Manuel Marulanda Vélez’,miembro del comité central del PCC-FARC).
¿Las FARC “nacieron”, como ha decretado dictatorialmente la izquierda y ha repetido machaconamente la derecha, en mayo de 1964? ¿Las FARC han sido una rueda suelta que no se deben a ningún partido y, en consecuencia, han operado a la deriva y sólo se han valido del terrorismo después de la caída del muro de Berlín? Pues ni las FARC nacieron en 1964, ni han sido una rueda suelta y tampoco han recurrido al terrorismo recientemente. El aparato armado que el PCC designará bajo la sigla FARC ha estado aterrorizando a los colombianos desde mediados de los años veinte del siglo pasado. Su conformación no se ha debido a la decisión espontánea y libre de unos campesinos que veían como sus derechos estaban siendo vulnerados por “perversos latifundistas”: ha sido un aparato de terror gestado, nutrido y desarrollado en las entrañas del Partido Comunista Colombiano, PCC, partido subversivo enfeudado voluntariamente a los dictados de sus máximos jefes moscovitas durante la existencia de la URSS, con una ideología intrínsecamente criminal, el marxismo-leninismo, y que en su inseparable doble condición de partido legal y banda armada ha ambicionado imponer por la fuerza o por vías políticas –no ha sido la única secta marxista que ha tenido esa pretensión, por ejemplo, el MOIR- un régimen totalitario: el comunismo.
El PCC-FARC es una de las vertientes –las otras son el Polo “democrático” Alternativo y el ELN- por donde los comunistas, llamados ahora socialistas del siglo XXI, intentan apoderarse de Colombia. Seamos puntuales: no desean incrustarnos el inexistente… “castro-chavismo”. Invitamos a no temer en llamar a ese régimen por su nombre: comunismo o socialismo, sistema carcelario que la izquierda latinoamericana procura instaurar de la manera que sea en nuestro país.
Desde el comienzo de la colaboración con el totalitarismo y terror marxista, es decir, con el PCC-FARC y con el Foro de Sao Paulo, el gobierno Santos Calderón notificó a los colombianos que no se repetirían los errores del pasado. Sin embargo, varios de aquellos reiterados yerros, que ni la hipótesis del “conflicto armado interno” ni la de la “amenaza terrorista” le conceden la merecida atención, han vuelto a emerger. Algunos de esos equívocos que han salido a flote son: que las FARC no son marxistas, que son una banda que utiliza la lucha armada –un eufemismo para el terrorismo- como única “forma de lucha”, y que no se deben o que no hacen parte de algún partido, y si alguna remota vez lo hicieron fue de manera tangencial. Pues no. Las FARC, además de ser una banda marxista y no “castro-chavista”, hacen parte del PCC. Digámoslo más claro: las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia, FARC, son Partido Comunista Colombiano, PCC. No son el “ejército del pueblo” ni el Partido que vela por los intereses de la “clase explotada” o de “los más pobres” para acabar, como reza la propaganda, “con la explotación, con la miseria, con el hambre, con el terror y con la guerra”.
Aclarar tan importante y sustancial aspecto ayudaría, sin lugar a dudas, a deshacer ideas preconcebidas y mitos dañinos que emborronan el planteamiento del grave peligro que sobrevuela a Colombia y es, además, un urgente cometido que estamos llamados a acometer los defensores de la democracia liberal, del libre mercado, del cristianismo y de las libertades individuales y civiles. Es decir: la derecha liberal.
Cuenta el antiguo miembro del comité central del PCC-FARC Benjamín Isauro Yosa Vanegas, alias ‘capitán Líster’, a Alfredo Molano Bravo en su libro Trochas y Fusiles como el Partido Comunista desde los años veinte y treinta comenzó a organizar las “ligas campesinas” –uno de los eufemismos para designar solapadamente el ya conformado aparato armado- en el sur del Tolima. Aquellas “ligas” o bandas armadas, de las cuáles ‘Líster’ fue el mandamás de las de Irco y El Limón, invadían las fincas y sembraban el terror. Narra Yosa Vanegas que cuando la Policía arribaba para reestablecer el orden no vacilaba en preguntar: “¿De quién es esto?”, los invasores comunistas respondían: “De todos, de todos, aquí no hay dueño”. Es evidente el adoctrinamiento marxista en la respuesta.
Sin entrar en muchos detalles, tampoco Molano Bravo se molestó en pedirlos, ‘Líster’ cuenta su afiliación al PCC. No sólo eso: revela cómo ejecutaban las emboscadas a las patrullas de Ejército, como secuestraban a hacendados, como organizaban las diversas seccionales y células del Partido Comunista y, por si fuera poco, también relata las constantes visitas de sus jefes del comité central del PCC -las que se destacaron las de Raúl Clavijo y Martín Camargo, alias ‘Máximo Leal’- a aquellos rincones tolimenses. Varias “columnas móviles” del naciente brazo de terror comunista fueron bautizadas: una de ellas llevó el nombre de Luis Carlos Prestes, secretario general del Partido Comunista del Brasil. Afirma ‘Líster’ que Prestes varias veces los visitó. Tiempo después una de las manos izquierdas de ‘Tirofijo’ no dudó en utilizar el nombre del célebre marxista brasileño. Nos referimos al jefe de banda armada y militante del PCC-FARC Gratiniano Rocha, alias ‘Avenegra’ o alias ‘Luis Carlos Prestes’.
Como vemos, recurrir a emboscadas, secuestros y al terror no es un “desvío” o algo nuevo en el PCC-FARC. Tampoco es algo que contravenga o “traicione” al marxismo: basta con constatar los genocidios, las hambrunas controladas, los campos de concentración y la violencia sistemática que ejecutaron los diversos dirigentes socialistas en donde han logrado aplicar los “hallazgos científicos” de Marx y Engels: recordemos el Laogai, sistema de campos de concentración de la China comunista que sigue en pie hasta el día de hoy. ¿El cabecilla maoísta Francisco Mosquera se molestó en denunciarlo?
Para la izquierda colombiana -que cree que todo se soluciona con “condenas” a la violencia o a la lucha armada o a la “combinación de todas las formas de lucha” estimando que así se transforman automáticamente en demócratas- someter a crítica su pasado totalitario es algo que no está en su vocabulario ni en sus prácticas como tampoco lo está para los diversos “ex marxistas” que al negarse a someter a crítica el marxismo no han podido romper de manera sincera con la historia sangrienta y antidemocrática de la praxis y teoría marxista. Los izquierdistas jamás han sido los “defensores” de la libertad y la democracia: todo lo contrario: han sido los verdugos y los sepultureros de ellas. Uno de sus habituales resabios revolucionarios es desgañitarse en trance de entrar en indignación permanente cuando no nos tragamos el grosero embuste de que Gilberto Vieira, el “maestro” Gerardo Molina o Francisco Mosquera fueron “grandes demócratas”.
Afortunadamente, las palabras del ‘capitán Líster’ no son la única marca registrada de militantes del PCC que dicen abiertamente que las FARC son Partido Comunista Colombiano.
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