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jueves, 15 de junio de 2017

Toda la vida de Alexander Solz­he­nitsyn es una “reflexión ascendente”.

Entendiendo a Alexander Solzhenitsyn

Por Pablo López Herrera – junio 2017

En el año 2018 cumplirá el centenario del nacimiento del gran escritor y luchador por la libertad. Es oportuno mientras se acerca la fecha aproximarse con tiempo a un mayor conocimiento del premio Nobel, para aprovechar sus enseñanzas.

Todos los seres humanos estamos inmersos en tres conjuntos de circunstancias superpuestas: 1) la de nuestra vida personal, 2) la de los avatares de la época y lugares en que nos toca vivir, y 3) las del mundo sobrenatural, del que solo es consciente quien tenga fe.

Alexander Solz­he­nitsyn fue capaz de ir entendiendo y asimilando a lo largo de la vida la existencia de estas tres dimensiones en su propia obra. Como protagonista destacado de los principales acontecimientos de su tiempo, comprende la revolución universal del siglo XX y percibe –a través de su propia experiencia- la inserción de la vida y de la época en una dimensión sobrenatural. Elabora y pule ese conocimiento a lo largo de su vida, y lo va volcando en sus libros, que son autobiográficos, que analizan la historia del siglo y que tienen también una perspectiva espiritual.

Es interesante la lectura, el análisis y el estudio de su obra, además de importante, porque Solzhenitsyn parece haber querido cargar sobre sus hombros una tarea de imposible cumplimiento hasta para un numeroso, calificado, aguerrido y completo equipo de intelectuales sobresalientes, la de abarcar en su totalidad y con la mayor profundidad posible, los grandes temas del siglo XX, y de plantear soluciones…

Si damos crédito a quienes lo han calificado como digno sucesor de Dostoievski y Tolstoi, y nos adentramos en su vida y obra, el interés no solo irá en aumento ni será solo académico. Nos encontraremos con una serie de guías y reflexiones que nos ayudarán e inspirarán a transitar con mayor seguridad nuestro ya ajetreado siglo XXI. Quienes hemos comenzado a penetrar el mundo del autor ruso, hemos ido encontrando un universo bastante completo en el que vamos sintiendo como propios los lugares, los temas y los hechos, de los que el mundo entero sigue siendo protagonista.

Toda la vida de AS es una “reflexión ascendente”. Arranca en las realidades del mundo y de la historia, y llega a su culminación cuando llega a encontrar el sentido más profundo de la existencia.

Así, por ejemplo, en su pieza de teatro “Llama al viento – la luz que hay en ti”[i] , compuesta en 1960 con un elocuente subtítulo inspirado en San Lucas[ii], los protagonistas, además de tratar la cuestión fundamental de la utilización de la ciencia, se hacen los planteos más profundos y buscan las respuestas al sinnúmero de problemas de la vida individual y social contemporánea.

En particular, se trata por parte del protagonista (¡Alec!) del uso de la cibernética para poder archivar en un sistema la experiencia de los resultados de las decisiones tomadas históricamente y utilizar los datos para resolver problemas concretos de gobierno evitando los errores cometidos en el pasado. Su amigo, lo invitaba a participar en el desarrollo de un sistema para lograr quitar las emociones negativas en los militares para lograr que luchen “automáticamente” y sin emociones que les quiten “eficiencia operativa”[iii]. El punto es que el primer sistema carecía de interesados mientras el segundo le proporcionaría fama y dinero.

El momento final, culminante, es un breve cuadro en el que yace en su propia capilla ardiente un director de orquesta que ha logrado la fama y el dinero. Una anciana, pariente lejana que prácticamente no había aparecido en toda la obra, simplemente lee: “Nadie enciende una lámpara y la pone en sitio oculto, ni bajo el celemín, sino sobre el candelero, para que los que entren vean el resplandor. La lámpara de tu cuerpo es tu ojo. Cuando tu ojo está sano, también todo tu cuerpo está luminoso; pero cuando está malo, también tu cuerpo está a oscuras. Mira, pues, que la luz que hay en ti no sea oscuridad.” Con estas palabras, cae el telón.[iv]

En esta pieza y en este final, es posible entender la esencia del universo mental del autor ruso, así como su realismo histórico y existencial, que funciona como quien transita por la vida consciente de habitar un mundo multidimensional, y juega partidas simultáneas de ajedrez en cuatro tableros:

1) el de la historia, de la que se nutre y de la que el mismo es protagonista, 2) el del mundo natural, social; del conocimiento, la ciencia y la ética racional 3) el del mundo de la estética que permite acceder a la armonía del mundo y el universo de la creación a través del arte; y 4) el mundo sobrenatural en el que es posible acceder a las verdades de la fe y a la ética de fundamento religioso.

Dedicará su vida a la revolución. Primero para defenderla, y luego para luchar contra ella, a través de la palabra -a la que podemos acceder a través de sus escritos- y en la entrega y contundencia de su lucha personal. Tal vez sus obras más representativas sea “La Rueda Roja”, una historia de la revolución rusa, pensada desde su juventud a partir de la lectura de Guerra y Paz de Tolstoi, y en cuyas seis mil páginas invertirá más de diez y ocho años, y “Archipiélago de Gulag”, que describe en primera persona el camino de crecimiento a través de la maquinaria de opresión más importante del siglo, en millones de víctimas.

Poco antes de morir refle­xio­naba el escri­tor ruso acerca de la “his­to­ria del mundo en su con­junto”, que no es hoy otra que la del mundo glo­ba­li­zado: “Con res­pecto a la his­to­ria del mundo en su con­junto, me parece que sin la Revo­lu­ción rusa, algún tipo de revo­lu­ción simi­lar inevi­ta­ble­mente habría sacu­dido al mundo, como una con­ti­nua­ción de la Revo­lu­ción fran­cesa del siglo XVIII (que desató revo­lu­cio­nes en muchos otros paí­ses euro­peos). Por­que la huma­ni­dad en su con­junto debía inevi­ta­ble­mente pagar por la pér­dida de una idea de limi­ta­ción auto-asumida, de mode­ra­ción auto-asumida de sus deseos y exi­gen­cias; por la codi­cia sin reser­vas de los ricos y pode­ro­sos (per­so­nas y tam­bién esta­dos ente­ros), y por el aban­dono de sen­ti­mien­tos de soli­da­ri­dad humana.” [v]



[i] http://www.chire.fr/A-107385-flamme-au-vent-la-lumiere-qui-est-en-toi.aspx
[ii] “¡Cuídate, pues, que la luz que hay en ti no sea oscuridad! "
[iii] “En los tiempos rudos de Homero la palabra griega para designar al timonel erakybernetes, que Wiener tradujo al Inglés como cybernetics, en español cibernética." En una reflexión muy poética dada por Gordon Pask la cibernética es “la ciencia de las metáforas a ser defendidas.” Mucha gente asocia la cibernética con la robótica, los robots y el concepto de cyborg debido al uso que se le ha dado en algunas obras de ciencia ficción, pero desde un punto de vista estrictamente científico, la cibernética trata acerca de sistemas de control basados en la retroalimentación.” (editor) (1998) Evolutionary Computation: The Fossil Record, IEEE Press, New York. Forsyth, Richard (1981), Kybernetes, Vol. 10, pp. http://es.thefreedictionary.com/kybernetes
[iv] Alexandre Solzhenitsin declaró en marzo de 1967: "Traté de escribir una pieza alejada de la política, ubicándola fuera de un contexto nacional. La acción tiene lugar en un país desconocido, en una época que no se especifica, y los protagonistas tienen nombres cosmopolitas. No lo hice para ocultar mi pensamiento. Quise tratar los problemas morales de la sociedad en los países desarrollados, independientemente de que fueran capitalistas o socialistas”.
[v] Ale­xandre Solz­he­nitsyn, Cla­rín, sábado 25 de noviem­bre de 2006

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