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domingo, 3 de marzo de 2019

Hace 40 años que Alexander Solzhenitsyn pronunció su importante y famoso discurso en Harvard

El discurso de Harvard, 40 años después

Por Pablo López Herrera – 3 de marzo de 2019

Hace ya 40 años que Alexander Solzhenitsyn  pronunció su importante y famoso discurso en Harvard el 8 de junio de 1978[i]. Es posible tener ya cierta perspectiva histórica, y cabe analizar su vigencia dada la importancia de los conceptos, las repercusiones que provocó, las pasiones que despertó en su momento, y su actualidad luego de caído el comunismo hace ya un cuarto de siglo.  

Síntesis del planteo

El escritor aborda una gran cantidad de temas, todos de la mayor importancia e impacto. Comienza describiendo la “geografía” de los problemas a los que se va a referir. Luego describe problemas reales del mundo occidental, como  la falta de coraje cívico, la búsqueda de placer como objetivo, la concepción “legalista” del “contrato social” del estado de derecho y las consecuencias de su manipulación, las consecuencias de la evolución de la concepción de los derechos y los deberes y el precio que es necesario pagar por el crecimiento.

Luego prosigue analizando si “el problema está en el hombre o en el sistema, como se conforma la opinión pública para luego utilizar políticamente la fuerza de la “opinión”. Destaca la falta de líderes, y la fragilidad de la civilización, describe el alcance real de los problemas y la debilidad “occidental” pese a su avance tecnológico, analiza la raíz histórica de esa debilidad, el problema del materialismo (dialéctico o consumista) en el Este y el Oeste, la relación entre progreso y miseria moral, el desarrollo de un humanismo racionalista y de un antropocentrismo “irreligioso”. 

Finalmente relaciona el pasado y el futuro, y describe el problema de “focalización” occidental, dado que estratégica y política y militarmente no parece posible combatir el mal con otros males, o con otros malos como aliados y termina  planteando cual debe ser la orientación de la libertad, señalando un único camino para todos, que necesariamente será en subida…

Vayamos punto por punto…

La “geografía” de los problemas

La división del mundo de hoy permite identificar divisiones que ponen en peligro la humanidad: “dos potencias mundiales” (“cada una de ellas capaz de destruir enteramente a la otra”),  un Tercer Mundo y “algunas antiguas culturas autónomas” en las que se debería “incluir en esa categoría a China, la India, el mundo musulmán y África. “Durante mil años Rusia ha per­tenecido a tal categoría, aunque el pensamiento Occidental sistemáticamente cometa el error de ne­garle su carácter autónomo, y por ello nunca la entendió, del mismo modo que hoy Occidente no comprende a Rusia en la cautividad comunista”.

Las consecuencias de la expansión colonial europea, luego de “un éxito abrumador”  muestran “su fragilidad e inconsistencia”, habiendo creado una cuenta de la que solo su retirada no alcanza para pagar la factura, siendo difícil no solo “estimar la factura total que los antiguos países coloniales presentarán a Occidente… sino si todo lo que posee será suficiente para que saldar esa cuenta.”

Conscientemente, el escritor se concentra en los problemas de y generados por el Occidente, cometiendo quizás el error de no mencionar las imperfecciones de la política exterior imperial y soviética, aunque aclara que “si estuviera hoy hablando en un auditorio en mi país, examinando el diseño general de la ruptura del mundo me habría concentrado en las calamidades del Este” y pensando “ser de mayor interés concentrarme en ciertos aspectos del Occidente en nuestros días, tal como los veo.”
Esta focalización voluntaria generó “omisiones” que para muchos occidentales generó el sentimiento de que el discurso fue una acusación solemne del invitado al anfitrión en su propia casa y en el banquete al que con deferencia había sido invitado a presidir…

El problema de la falta de coraje cívico

Solzhenitsyn destaca la necesidad del coraje para el desarrollo armónico de la sociedad: “ ¿Es necesario recordar que la declinación del coraje ha sido considerada como el signo premonitorio del final?”. Constata la declinación del coraje, y en particular del coraje cívico, en el mundo occidental “… en conjunto y singularmente, en cada país, en cada gobierno, y en las Naciones Unidas con seguridad”.

Esa pérdida es particularmente sensible en la capa intelectual dominante, y de ahí la impresión de que es la sociedad entera la que ha desertado” “La competencia activa e intensa (para poseer siempre más y por tener una vida mejor) ha terminado por dominar el pensamiento humano, y no permite que el hombre se abra camino a la libertad del desarrollo espiritual”

La búsqueda de placer

La carrera casi ilimitada por los placeres restringe a la sociedad en su desarrollo y en la necesidad de defender el bien común y la seguridad de las naciones.

Sobre una concepción “legalista”, el estado de derecho y su manipulación

La sociedad occidental se ha organizado alrededor del estado de derecho, y ha adquirido al mismo tiempo “una habilidad considerable para utilizar, interpretar y manipular la ley”.

Los conflictos se resuelven recurriendo a “la letra de la ley” como criterio dirimente, y en ese marco  “cada uno lucha por extender sus derechos hasta el límite extremo limitado por el marco legal”.

Y “cuando la vida entera está tejida con relaciones determinadas por las leyes, se desprende una atmósfera de mediocridad intelectual que paraliza los impulsos más nobles del hombre”, haciendo imposible hacer frente a los desafíos de nuestro siglo amenazante, armados solamente de una estructura legalista” como contención.

Derecho, deberes y el precio de las cosas

El precio a pagar por llevar a cabo buenas o malas acciones es desigual. El precio de la construcción positiva es mucho más elevado que el de la destrucción, y de ese modo “triunfa la mediocridad bajo la máscara de las limitaciones democráticas”  ejercidas a través del parlamento y de la prensa.

 En Occidente se pone demasiado el acento en los “derechos humanos”, lo que deja a la sociedad inerme frente a la catarata de acciones en defensa de los “derechos individuales”, e imposibilitada de defender los olvidados “deberes humanos”. Se ha acordado a la libertad destructiva un espacio ilimitado, y no han quedado a la sociedad sino “ínfimas defensas para oponer al abismo de la decadencia humana”.

¿El problema está en el hombre o en el sistema?

El punto de partida de la situación actual  ha sido la concepción según la cual, “el hombre, señor del mundo, no lleva consigo ningún germen del mal, y que todo los que se ofrece viciado a nuestra existencia es simplemente el fruto de sistema sociales erróneos que es necesario arreglar”, simplemente…

Formación de la opinión y fuerza de la “opinión”

La prensa se ha convertido en una poderosa herramienta que deforma la realidad y bombardea consignas y errores: “la prensa puede interpretar el papel de representar a la opinión pública, o de engañar a la misma.

Sin necesidad de censura, “las corrientes del pensamiento y las ideas a la moda” se destacan del resto, que se queda sin la presencia necesaria como para tener su oportunidad, lo que lleva a “sólidos prejuicios de masa, y a una ceguera particularmente peligrosa en nuestra época”.

Faltan líderes, y civilización…

Hay síntomas como la carencia de grandes hombres de estado o como la decadencia del arte o las reacciones colectivas primitivas y salvajes frente a sucesos inesperados (como el corte de energía causado por los rayos en New York del 13 al 14 de julio de 1977 que desencadenó desórdenes públicos, saqueos y pillajes) “que son advertencias a una sociedad amenazada o en peligro”.

Alcance real de los problemas y debilidad “occidental” pese al avance tecnológico

El combate es de características cósmicas y exige también una visión cósmica del mundo: “Pero el combate por nuestro planeta, físico y espiritual, un combate de proporciones cósmicas, no queda para un lejano futuro; ya ha comenzado. Las fuerzas del Mal han comenzado su ofensiva decisiva. Ustedes sienten la presión que ellas ejercen, y sin embargo, vuestras pantallas y vuestros escritos están llenos de “sonrisas forzadas” y de copas alzadas en señal de brindis: ¿Por qué toda esa alegría?”

El problema de Occidente es haberse vuelto antropocéntrico y materialista: “¿Cómo es que se ha producido esta adversa relación de fuerzas? ¿Cómo es que Occidente ha caído de su marcha triunfal hasta su debilidad presente? ¿Acaso han existido desvíos fatales y pérdidas de orientación en su desarrollo? No parece ser así. Occidente se mantuvo avanzando en forma constante de acuerdo a sus proclamadas intenciones sociales, a la par de su asombroso progreso tecnológico. Y súbitamente se ha encontrado en su posición actual de debilidad.”

Raíz histórica de la debilidad

Aquí señala Solzhenitsyn las razones por las que nuestro tiempo se encuentra en estado de debilidad: “Esto significa que el error debe estar en la raíz, en la misma base del pensamiento humano de los últimos siglos”. “Hace doscientos y hasta hace cincuenta años atrás, hubiera sido casi inimaginable en los Estados Unidos que se le concediese la libertad ilimitada a un individuo simplemente para la satisfacción de sus caprichos personales. Después, sin embargo, todas estas limitaciones resultaron erosionadas en la totalidad de Occidente. Se produjo una emancipación absoluta de la herencia moral de los siglos cristianos con sus grandes reservas de misericordia y sacrificio. Los sistemas estatales se volvieron aun más materialistas. Finalmente, Occidente conquistó los derechos humanos, incluso en exceso, pero el sentido de responsabilidad del ser humano ante Dios y ante la sociedad se ha vuelto cada vez más débil. Durante las últimas décadas, el egoísmo legalista de la cosmovisión occidental ha llegado a su apogeo y el mundo se encuentra en una aguda crisis espiritual y en una transición política. Todos los celebrados logros tecnológicos del progreso, incluyendo la conquista del espacio exterior, no alcanzan para redimir la pobreza moral del Siglo XX, una pobreza que nadie hubiera imaginado incluso todavía hacia fines del Siglo XIX. En la medida en que el humanismo en su desarrollo se fue volviendo más y más materialista, progresivamente permitió conceptos que resultaron utilizados por el socialismo primero y por el comunismo después. De este modo, Carlos Marx pudo decir, en 1844, que el “comunismo es humanismo naturalizado”. Esta afirmación no es enteramente irracional.”

El materialismo (dialéctico o consumista) es un problema en el Este y el Oeste

“En cualquier tipo de socialismo uno puede detectar las mismas piedras fundamentales de un humanismo erosionado: el materialismo ilimitado la liberación de la religión y de la responsabilidad religiosa (algo que en los regímenes comunistas llega al estadio de la dictadura antirreligiosa); y la concentración de las estructuras sociales bajo un criterio supuestamente científico. (Esto último es típico tanto de la Ilustración como del marxismo). No es ninguna casualidad que las grandes promesas retóricas del comunismo giren alrededor del Hombre (con “H” mayúscula) y su felicidad terrenal. 

A primera vista parece un feo paralelismo: ¿Tendencias comunes en el pensamiento y en el estilo de vida del Occidente y del Este actuales? Pero ésa es la lógica del desarrollo materialista. Más aún, la interrelación es tal que la corriente materialista que está más hacia la izquierda, siendo que de este modo es la más consistente, siempre demuestra ser la más fuerte, la más atractiva y victoriosa. 

El humanismo ha perdido su herencia cristiana y no puede prevalecer en esta competencia. De esta forma, durante los siglos pasados, y especialmente durante las décadas recientes, a medida en que el proceso se fue volviendo más agudo, el alineamiento de las fuerzas fue como sigue: el liberalismo resultó inevitablemente desplazado por el extremismo; el extremismo tuvo que rendirse ante el socialismo y el socialismo no pudo resistirse al comunismo.”

Progreso y miseria moral

Y “el Progreso tan celebrado no ha tenido éxito en superar la miseria moral en que cayó en el siglo XX, lo que nadie habría podido sospechar en el siglo XIX”, cuando era un lugar común que “todos los derechos individuales del hombre reposaban en la creencia que el hombre es una criatura de Dios” y que “la libertad le fue acordada de modo condicional, sometida constantemente a su responsabilidad religiosa””

Humanismo racionalista, antropocentrismo “irreligioso”

Para el escritor, el socialismo y el comunismo también tienen su origen en el mismo “humanismo” que está en las raíces del materialismo hoy preponderante. En efecto, “… la visión occidental que prevalece en el mundo de hoy, nace del Renacimiento y encuentra su expresión política a partir de la Ilustración. Esta visión se convirtió en la base de todas las doctrinas políticas o sociales y podríamos llamarla humanismo racionalista o autarquía humanística. Es la autoproclamada y practicada autonomía del ser humano de cualquier fuerza superior. También podría ser llamado antropocentrismo, con el ser humano visto como ocupando el centro de todo lo que existe.” 

El  verdadero desastre para Solzhenitsyn es el de “una conciencia humanista perfectamente autónoma e irreligiosa, que ha hecho del hombre la medida de todas las cosas que existen sobre la tierra; un hombre imperfecto que nunca está libre de orgullo, egoísmo, envidia, vanidad y tantos otros defectos.

El pasado y el futuro

“Estamos ahora pagando por los errores que no fueron apropiadamente evaluados al inicio del viaje. Por el camino del Renacimiento hasta nuestros días hemos enriquecido nuestra experiencia, pero hemos perdido el concepto de una entidad suprema que antes limitaba nuestras pasiones y nuestra irresponsabilidad. Hemos puesto demasiadas esperanzas en las reformas político-sociales, sólo para terminar descubriendo que se nos despoja de nuestra posesión más preciada: nuestra vida interior, pisoteada por la jauría partidaria en el Este y por la jauría comercial en Occidente: y lo que es aterrador no es tanto que el mundo esté dividido, sino que sus miembros están afectados por la misma enfermedad.

Si, como declara el humanismo, el ser humano naciese solamente para ser feliz, no lo haría para morir. Pero su cuerpo está condenado a muerte, y su misión sobre la tierra evidentemente debe ser más espiritual. No sólo para disfrutar de la vida diaria; no para buscar las mejores formas de obtener bienes materiales para su despreocupado consumo, sino para el cumplimiento de un duro y permanente deber, de tal modo que todo nuestro camino por la vida se convierta en la experiencia de una elevación antes que nada espiritual: y dejar la vida como criaturas más elevadas que como entramos en ella.”

Políticamente, no se puede combatir el mal con otros males… o con otros malos

El triunfo sobre el comunismo por Occidente solo puede conseguirse con “criterios morales”, porque “las consideraciones prácticas u ocasionales de cualquier clase serán barridas inevitablemente por la estrategia comunista”. Si “no podemos aplicar criterios morales a la política, mezclamos el bien y el mal, lo derecho y lo torcido y damos oportunidad para el triunfo absoluto del Mal en el mundo.”

En la Segunda Guerra Mundial, la alianza con la Unión Soviética sembró las semillas de un enfrentamiento mayor que “contra Hitler, y en vez de ganar esa guerra con sus propias fuerzas, que habrían sido ciertamente suficientes, la democracia occidental cultivó a otro enemigo con más poder todavía”.

Hoy -1978- en la lucha contra la Unión Soviética, una alianza con China sería un error equivalente:  “otra vez una alianza con el Mal; que además, concedería a Estados Unidos un plazo, pero cuando a última hora China con sus mil millones personas se volteara armada con las armas americanas, América misma caería presa de un genocidio similar al que se está perpetrado en Camboya en nuestros días.”

La orientación de la libertad

Al haberle “concedido un espacio ilimitado a la libertad destructiva e irresponsable”, la sociedad ha erosionado sus propias  “defensas contra el abismo de la decadencia humana” creyendo además  ello “es considerado como parte integrante de la libertad”, y “de este modo, la vida organizada en forma legalista demuestra su incapacidad para defenderse de la corrosión de lo perverso.”

Hay un único camino para todos, y es en subida…

Así, la única solución para el mundo moderno sería ascender nuevamente a una etapa antropológica que lo eleve por encima de “la corriente materialista” que lo aprisiona. La conclusión entonces, para todo el mundo y no solo para Occidente sería que “si el mundo no se termina, sí ha llegado a una etapa decisiva de la historia, similar en su importancia al giro histórico que condujo de la Edad Media al Renacimiento”, lo que va a requerir nuestra re espiritualización.

Deberíamos izarnos hacia una visión más elevada, a una nueva concepción de la vida, en la que nuestra naturaleza física no sea maldecida, como pudo haberlo sido en la Edad Media, pero en la que nuestro espíritu tampoco sea pisoteado como lo fue en la edad moderna.

Finalmente, Solzhenitsyn termina su discurso ratificando la necesidad de una visión no solo más elevada, sino siempre “ascendente”, como fue la suya: “Nuestro ascenso nos lleva a una nueva etapa antropológica. No tenemos otra elección que subir, siempre más alto”.

La esencia del mensaje mantiene vigencia para nuestro mundo occidental

Hoy el tiempo transcurrido permite analizar el contenido sin el espíritu polémico que reinaba en la época de la guerra fría. Al hacerlo, constatamos que tanto los temas tratados como la esencia del mensaje mantiene vigencia para nuestro mundo occidental, dado que las inquietudes planteadas forman parte de nuestra realidad cotidiana, con o sin Solzhenitsyn.

·        Un problema humano: La falta de coraje cívico para encarar los problemas de fondo
·        Un objetivo de grandes masas de población: el hedonismo y la búsqueda de placer 
·        Las normas de la gobernabilidad: La concepción “legalista” vigente de un “contrato social” sujeto a la manipulación de políticos y dirigentes en la base de lo que se llamaría “estado de derecho”
·        Fuentes del derecho: en evolución constante, basadas  en una expansiva y costosa concepción de los derechos y los deberes de los “pueblos”
·        Dificultad en llevar a cabo procesos constructivos virtuosos: sigue siendo mucho muy elevado el costo de los procesos creativos en todos los ámbitos y –aparentemente-  muy barato el costo de la destrucción (no creativa)
·        Focalización en los procesos y no en la persona: aunque es un tema sujeto a debate, tiene preeminencia la idea por la que la resolución de los problemas sociales radica más en procesos de ingeniería social que en el hombre.
·        La opinión pública como herramienta: se sigue manipulando la llamada opinión pública, y utilizándose políticamente cada vez más  la fuerza de esa “opinión construida” como si fuera libre y autónoma
·        Liderazgos personales: sigue clamando al cielo la falta de líderes con una envergadura a la altura de los problemas que hay que enfrentar, cada vez más complejos.
·        Civilización occidental: su fragilidad y debilidad sigue siendo un hecho, pese a los avances tecnológicos
·        Materialismo: sigue predominando el materialismo dialéctico o consumista, en el Este y el Oeste
·        Relación entre progreso material y moral: sigue vigente el humanismo racionalista y el antropocentrismo “irreligioso”.
·        Respecto de su destino y función en el mundo, Occidente carece de claridad y “focalización”: y le resulta así  difícil establecer y mantener una sólida posición estratégica,  política,  militar y económica y una política estabilizadora de alianzas
·        El sentido de la libertad: el Oeste parece no tener clara cuál debe ser el fn de la propia libertad, ni la necesidad que tendrá de recorrer su camino -en subida- para pasar a una etapa superior.

Ratificando la grandeza de miras de los planteos de Solzhenitsyn, su diversidad y la vigencia de su pensamiento, parecen necesarios el estudio y la reflexión adicionales, especialmente sobre algunos aspectos.

Parece difícil tratar el problema planteado de la diferencia de trato a la nación rusa y al gobierno soviético, por separado. El problema, como bien sabía Solzhenitsyn, es que en las relaciones internacionales la misma realidad está compuesta por distintos planos como el ideológico, el político, el humano, el normativo, el jurídico y el estratégico, entre otros.

A los ochenta y siete años, opinaba el escritor en una entrevista que “la dictadura comunista llama una lucha absoluta contra ella. Sin embargo, pedí en repetidas ocasiones a las potencias occidentales que no identificaran al comunismo soviético con Rusia y con la historia rusa. ¡Por desgracia! Muchas potencias occidentales no marcaron esta diferencia, y la política de los dirigentes occidentales, hasta después de la caída de la dictadura soviética, no se mostró menos dura con respecto a Rusia. Lo que es una inmensa decepción.”  [ii]

¿Qué opinaría Solzhenitsyn sobre el trato a dar a una tiranía absoluta en Rusia -no comunista pero absolutamente equivalente en su absolutismo y brutalidad- por parte de Occidente si se diera el caso ?

Joseph Pearce escribía hace poco de los peligros de caer en la rusofobia y destacaba actitudes y acciones de Putin, que hubiera sido imposible ver en cualquier gobernante soviético:
“En diciembre pasado, en el centenario del nacimiento de Solzhenitsyn, el presidente Putin descubrió una enorme estatua de Solzhenitsyn en Moscú. En su discurso en la presentación, Putin condenó el "sistema totalitario que trajo sufrimientos y severas pruebas a millones de personas", y elogió a Solzhenitsyn por su valentía en criticar el sistema soviético y por su llamado a un retorno a la moral tradicional. El centenario del nacimiento de Solzhenitsyn fue "para nosotros", dijo el Sr. Putin, "no solo un día de conmemoración y respeto, sino sobre todo una ocasión para revisar su herencia literaria, social y filosófica, que está entretejida en el tejido mismo del siglo XX y sigue vigente para nosotros, para Rusia y para el mundo. Vamos a dejar que el resto del discurso del Sr. Putin hable por sí mismo: “El corazón y el alma de Solzhenitsyn, sus pensamientos se llenaban en igual medida del dolor por la Patria y su amor ilimitado por ella. Estos sentimientos alimentaron todo su trabajo. Él delineó claramente la verdadera y genuina Rusia popular y lo que fue el sistema totalitario, que trajo sufrimientos y severas pruebas a millones de personas. Pero incluso estando en el exilio, Solzhenitsyn no toleraría a ninguno hablar mal o con desprecio de su tierra natal, y se oponía a cualquier manifestación de  rusofobia.”  [iii]

Sin estar en todo de acuerdo con Pearce, parece obvio que estamos mejor que en el período soviético, y que la “rusofobia” no es la solución. 

Pero será difícil que -una vez caído el comunismo en los países del Este-  el mundo se acerque a una situación acorde con los planteos del escritor ruso, si la fuerza y la astucia se constituyen en las principales fuentes e instrumentos del poder y poco importan a los gobiernos el respeto por la moral, el sano orden jurídico y normativo y la opinión pública real.

Quizás las propuestas del discurso de Harvard hubieran generado mayor adhesión “occidental” si Solzhenitsyn hubiera puesto el acento en la necesidad de fundamentar las relaciones entre los países bajo una óptica más aristotélica y solo hacer alianzas con países en los que la familia, la propiedad privada, las asociaciones,  y las diversas clases puedan manejarse libremente sin trabas de los propios o de ajenos gobiernos y fuerzas políticas, dado que en el fondo, lo que estaba –y está hoy también- en juego es un orden social nacional e internacional con una base normativa sustentada en la antropología natural.




[i] https://www.ersilias.com/discurso-de-alexander-solzhenitsyn-en-harvard/
[ii] ''La futura democracia rusa no debe ser un calco de Occidente'' por Daniel Kehlmann - Le Figaro, 1 de diciembre de 2006
[iii] Los peligros de la rusofobia por Joseph Pearce https://theimaginativeconservative.org/2019/02/dangers-russophobia-joseph-pearce.html

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