Aleksandr Solzhenitsyn – Actualidad del
discurso del premio
Nobel de literatura
Por Pablo López Herrera
Marzo de 2019
Las
circunstancias
Si hay un
acontecimiento que permite ver en su verdadera magnitud la naturaleza de la
lucha en que estaba empeñado, así como las facetas de la personalidad y la
envergadura del pensamiento de Alexander Solzhenitsyn, este fue el premio Nobel
de 1970, otorgado el 8 de octubre de ese año por la novela Un día en la vida de Iván Denissovitch. La novela había hecho pasar
a su autor de su obscuro papel de profesor de provincia residente en Riazán al
de “celebridad”, a punto tal que fue designado miembro de la Unión de
Escritores sin que mediara solicitud ni trámite alguno por parte de
Solzhenitsyn. La publicación fue aprobada por el mismo Khrouchtchev en
septiembre de 1962, habiendo sido puesta a la venta en Rusia en noviembre de
ese mismo año.
El discurso con
motivo del otorgamiento del premio es redactado a partir de fin de año de 1970.
Será entregado a la Academia Sueca en la primavera de 1972 y publicado ese año
por la Fundación Nobel y no fue pronunciado en la típica ceremonia de Estocolmo
porque el escritor no quería salir de su país sin garantía de retorno,
habiéndosele impedido la entrega en la embajada sueca en Rusia para evitar las
repercusiones mediáticas.
Las circunstancias
que rodearon el Nobel de Solzhenitsyn podrían constituir el argumento de una
novela. En lo que respecta a su vida personal, fue en esta época que culminaba
su casamiento legal con una Natacha Réchétovskaïa, su compañera desde la
juventud, que no se resignaba a la separación al punto de intentar a los seis
días del otorgamiento del premio, una fallida tentativa de suicidio en la
datcha de Mstislav Rostropovitch, luego de tocar “el primer movimiento del
Tercer Concerto de Beethoven” 1. Además del vínculo sentimental, ella veía que justo en el
momento en que al escritor le “llegaba” el momento de gloria, sus ambiciones
con el escritor pasarían a las sombras. Lo cierto es que la nueva unión ya era
un hecho en la vida de Solzhenitsyn. De hecho, mientras su mujer intentaba el
suicidio, Natalia Svetlova ya estaba en su séptimo mes de embarazo, en espera
de Iermolaï, que vería la luz el 30 de Diciembre.
Al mismo tiempo, los vaivenes
que rodean el otorgamiento del premio forman parte de la redacción de un
decreto el 20 de noviembre por el que se lo privará de su nacionalidad y
expulsándolo de la Unión Soviética. Una vez logrado el éxito de la impresión y
difusión en su país en millones de ejemplares de esa pequeña obra maestra, el
escritor ya es una personalidad conocida y reconocida. Apoyado en ese prestigio
prosigue procurando la publicación de sus obras más comprometidas, y el régimen
se le pone abiertamente en contra reconociendo lo “peligroso” de sus ideas para
el comunismo. Es expulsado de la Unión de Escritores, al mismo tiempo que se
estrecha el círculo de vigilancia y espionaje de sus obras y actividades.
Pero Solzhenitsyn no
se arredra, y aprovecha el hostigamiento para hacerse más visible aún. Y el
Premio Nobel le da la oportunidad de mostrar al mundo su conflicto. El régimen
responderá al desafío con una batería de acciones que comienzan con la presión del
gobierno para que no se le dé el premio, y una vez otorgado este, intentando
minimizar el impacto en los medios mundiales de los resultados de la ferocidad
de la revolución y de lo que se constituía como un símbolo de la posibilidad de
resistencia. Finalmente, en febrero de 1974 será arrestado y desterrado,
ordenándose el retiro de sus obras de las bibliotecas públicas.
Solzhenitsyn
aprovecha la oportunidad del discurso escrito en oportunidad del premio Nobel, para
explicar al mundo el sentido, el contexto de su trabajo de escritor y asume la representatividad
de todos los escritores que la opresión comunista ha callado y eliminado.
Su enfoque
estratégico se evidencia en los temas abordados, y particularmente en el
énfasis que pone en destacar la oportunidad que se le presenta de “…subir a la
plataforma desde la cual se lee la disertación relativa a un Premio Nobel, una
plataforma demasiado lejana para cualquier escritor y disponible solamente una
vez en la vida…”.
El escritor explica en
qué carácter se encuentra allí, y cumpliendo qué obligación: “Parado aquí hoy,
acompañado por las sombras de los caídos, permitiendo con la frente inclinada
que pasen los anteriores que fueron dignos de precederme en llegar a este
lugar; estando parado aquí ¿cómo podría yo adivinar y expresar lo que ellos
hubieran querido decir? Esta obligación ha pesado largo tiempo sobre nosotros y
la hemos comprendido. En las palabras de Vladimir Soloviev: “Aún en cadenas,
nosotros mismos debemos completar ese círculo que los dioses nos han trazado””
La
situación en el siglo XX
Como en casi todos
sus escritos de combate, Solzhenitsyn delimita y describe el teatro de
operaciones, que abarca el siglo completo: “…nuestro Siglo XX ha demostrado ser
más cruel que los siglos precedentes y los horrores de sus primeros cincuenta
años no se han borrado.”
Las pasiones son las
de siempre: “…nuestro mundo está siendo sojuzgado por las misma viejas pasiones
de la época de las cavernas: codicia, envidia, descontrol, mutua hostilidad;
pasiones todas ellas que, con el paso del tiempo, se han conseguido seudónimos
respetables tales como lucha de clases, conflicto racial, disputas sindicales.”
Y el hombre,
extraviado, ha abandonado los principios por los “beneficios” que definen la
“felicidad” de cada uno y de su grupo de pertenencia. Así, “… en nuestras almas
no existen los eternos, universales, conceptos de bondad y de justicia; que son
fluctuantes e inconstantes. De lo que se desprende la regla: haz siempre lo más
provechoso para tu facción. Cualquier grupo profesional, ni bien percibe una
oportunidad favorable para arrancar un pedazo, aun si no lo ha ganado, aun si
le es superfluo, pues lo arranca inmediatamente y no le importa si la sociedad
entera se derrumba después.”
El escritor ve
claramente el problema actualizado de la Torre de Babel: “Tal como se lo ve
desde afuera, la amplitud de las disputas de la sociedad occidental se está
aproximando al punto más allá del cual el sistema se vuelve inestable y no
puede sino desmoronarse.”
Y el poder violento
avanza cada vez más: “El mundo está siendo inundado por la desvergonzada
convicción de que el poder puede hacer cualquier cosa y la justicia no puede
hacer nada. Los “Demonios” de Dostoyevski – aparentemente una pesadilla
provincial fantasiosa del siglo pasado – se están diseminando por todo el mundo
ante nuestros propios ojos, infectando países en dónde ni se los ha soñado
siquiera. Con sus asaltos, secuestros, explosiones e incendios de los últimos
años ¡están anunciando su determinación de sacudir y destruir a la civilización
entera! Y podrían muy bien llegar a triunfar.”
Y la juventud (ahora
diríamos “los millennials”) cae en el siglo XX (agregaríamos también el XXI) en
los mismos errores de los revolucionarios del Siglo XIX: “Los jóvenes, a una
edad en la que no tienen experiencia alguna aparte de la sexual, al no tener
todavía años de sufrimiento personal y de comprensión personal detrás de sí, se
encuentran repitiendo jubilosamente nuestros depravados errores rusos del Siglo
XIX creyendo que han descubierto algo nuevo. Aclaman la última miserable
perversión cometida por los Guardias Rojos como un ejemplo gracioso. Y en una
banal falta de comprensión de la milenaria esencia de la humanidad, con la
pueril ilusión de los corazones inexpertos se ponen a gritar: echemos a esos
codiciosos opresores, a los gobiernos crueles, y los nuevos (¡nosotros!),
después de haber dejado a un lado las granadas y los fusiles, seremos justos y
comprensivos. ¡Ni siquiera algo parecido sucedería! …”
Y los mayores que
deberían ejercer un verdadero liderazgo, se muestran paralizados por la
cobardía: “…aquellos que han vivido más y que comprenden, aquellos que podrían
oponerse a estos jóvenes – muchos de ellos no se atreven a hacerlo. Hasta los
adulan. Cualquier cosa con tal de no parecer “retrógrado”.”
En efecto, el
“espíritu de Múnich” sigue más vigente que nunca dominado por el espíritu de
los derrotados, que se arrastra en el lodo de la cobardía: “…el espíritu de Múnich
de ninguna manera se ha retirado hacia el pasado; no fue meramente un breve
episodio. Hasta me animo a decir que el espíritu de Múnich prevalece en el
Siglo XX. El tímido mundo civilizado, no ha encontrado nada para oponerle al
asalto del súbito renacimiento de la barbarie descarnada, aparte de concesiones
y sonrisas.”
Así, el falso éxito y
los deseos de prosperidad a toda costa nos han engañado: “…el espíritu de Múnich
es una enfermedad que ataca la voluntad las personas exitosas; es la condición
habitual de quienes se han entregado al afán de prosperidad a cualquier precio,
al bienestar material como objetivo supremo de la existencia terrena.”
La razón de la
sinrazón, es simplemente que no estamos dispuestos a pagar el precio de la
libertad, y hasta que no lo hagamos, nada pasará: “Esas personas – y hay muchas
de ellas en el mundo actual – eligen la pasividad y la retirada; tanto como
para que la vida a la que se han habituado pueda seguir arrastrándose un poco
más; tanto como para no tener que traspasar hoy el umbral de la adversidad – y
mañana, ya verás, todo estará bien. (¡Pero nunca estará bien! El precio de la
cobardía será siempre la maldad; cosecharemos coraje y victoria únicamente
cuando nos atrevamos a hacer sacrificios.)”
La
belleza, el arte y el artista
Al no encontrar soluciones por el lado del
poder, Solzhenitsyn plantea la vigencia de la tríada de los valores de Platón, y
la vuelve a instalar destacando especialmente el valor de la Belleza como
factor de cambio: “Entonces, ¿tal vez esa antigua trinidad de Verdad, Bondad y
Belleza no es simplemente una fórmula vacía y descolorida como pensamos en los
días de nuestra juventud materialista y segura de sí misma? Si las copas de
estos tres árboles convergen, como sostuvieron los eruditos, pero los tallos
demasiado ostentosos y directos de la Verdad y la Bondad se aplastan, se
cortan, no se permiten, entonces quizás los fantásticos, impredecibles e
inesperados tallos de la Belleza sobresalgan. y ¿al elevarse A ESE MISMO LUGAR
cumplirán el trabajo de los tres? Y en ese caso, la observación de Dostoievski,
"La belleza salvará al mundo" ¿no habrá sido una frase descuidada sino
una profecía? Después de todo, a él, un
hombre de fantástica iluminación, se le concedió ver mucho. ¿Y en ese caso el
arte, la literatura podría realmente ser capaz de ayudar al mundo de hoy? Es la
pequeña visión en la que, a lo largo de los años, he logrado avanzar en este
asunto, y que intentaré presentarles hoy aquí.”
El arte para Solzhenitsyn
tiene un alcance que va más allá de la intención de los propios artistas y que de
algún modo no es racional: “… la irracionalidad del arte, sus sorprendentes
giros, sus descubrimientos impredecibles, su demoledora influencia sobre los
seres humanos – todo ello está demasiado lleno de magia para ser agotado por la
cosmovisión del artista, por su concepción artística o por el trabajo de sus
indignos dedos.”
La belleza realiza su
aporte a la “vida cultural” con un poder específico propio que le da un valor y
un papel especial, dado que “…existe cierta peculiaridad en la esencia de la
belleza, una peculiaridad en el rango del arte; el poder de convicción de una
auténtica obra de arte es completamente irrefutable y obliga a la rendición
hasta a un corazón opositor … una obra de arte lleva en sí misma su propia
verificación… las obras de arte que han desenterrado la verdad y nos la han
presentado como una fuerza viviente se aferran a nosotros, nos exigen, y nadie
jamás, ni siquiera en las épocas que vendrán, aparecerá para refutarlas.”
En ese caso, Lo
importante para nosotros es si la literatura puede realmente ayudar al mundo
hoy día y como puede hacerlo.
El arte trasciende de
algún modo al artista. El artista puede tener dos marcos de referencia según el
artista adopte la posición del creador “absoluto” de un mundo que el mismo produce,
o la de alguien que participa de un mundo que ya existe y que está subordinado
a un poder superior del que percibe la
armonía y la belleza. Así, “un artista se ve a sí mismo como el creador de un
mundo espiritual independiente; se echa sobre los hombros la tarea de crear ese
mundo, de poblarlo y de aceptar las más amplias responsabilidades por él; pero
sucumbe bajo su peso porque ningún genio mortal es capaz de sobrellevar una
carga así. …. Otro artista, reconociendo un poder superior por encima de él,
trabaja contento como un modesto aprendiz bajo el cielo de Dios y, sin embargo,
su responsabilidad por todo lo que ha escrito, por las almas que perciben su
trabajo, es más exigente que nunca. Pero, en contrapartida, no es él quien ha
creado este mundo, no es él quien lo dirige, no tiene duda en cuanto a sus
fundamentos; ese artista sólo tiene que ser más agudamente consciente que los
demás de la armonía del mundo, de la belleza y de la fealdad de la contribución
humana al mismo, y comunicar eso con precisión a sus semejantes. Y en el
infortunio, aún en los abismos de la existencia – en exilio, en prisión, en
enfermedad – su sentido de estable armonía nunca lo abandona.”
Visión
del mundo y escalas de valores
Solzhenitsyn avanza con
el relato de su visión, y cuenta que ha ido descubriendo un mundo contemporáneo
deshumanizado: “…. un mundo en dónde algunos lloraban lágrimas desconsoladas
mientras otros bailaban al ritmo de un alegre musical.”
Dado este contexto se
plantea “el problema de la grieta”: “… ¿por qué es que las personas no pueden
escuchar cada sonido distintivo proferido por los demás?”.
Y en las diferentes
visiones del mundo y escalas de valores, encuentra una explicación, porque “…desde
tiempos inmemoriales el ser humano está hecho de tal modo que su experiencia
personal y grupal determinan su visión del mundo, en la medida en que esta
cosmovisión no le ha sido instilada por sugestión externa. La experiencia
personal y grupal determina también sus motivaciones y su escala de valores,
sus acciones e intenciones. … Y ésa es la base más sólida para la comprensión
del mundo que nos rodea y de la conducta humana que en él se desarrolla.
Pero no siempre hubo
grieta, y con el paso de los siglos se han producido cambios. Durante mucho
tiempo, “... a los seres humanos
individuales les fue posible percibir y aceptar una escala general de valores,
distinguir entre lo que es considerado normal y lo que no lo es, saber qué es
increíble, qué es cruel y qué se encuentra más allá de los límites de la
maldad, qué es honesto, qué es engaño.”
Pero en nuestra
época, todo el sistema de medios de comunicación ha transformado y transforma
continuamente la realidad en espectáculo a través de continuas imposiciones de
imágenes de alto impacto que se reproducen al infinito por toda la tierra, haciendo
que “la humanidad se ha vuelto una”… “la
unificación se realiza por medio de las publicaciones y las transmisiones
internacionales. Una avalancha de sucesos cae sobre nosotros – y en un minuto
la mitad del mundo escucha su estruendo.”
Es entonces el problema
característico de nuestro tiempo que ya no hay una escala de valores común: “las
personas aplican a los sucesos sus propios valores trabajosamente conquistados
y juzgan tenazmente, confiadamente, sólo de acuerdo con su propia escala de
valores y jamás de acuerdo con cualquier otra.”
Pero además, “hay diferentes
escalas de valores para las catástrofes naturales: …para los insultos
personales: …para el castigo y para la maldad” Esas escalas de valores sirven
para distintos propósitos: … Hay una para evaluar hechos al alcance de la mano,
otra para los que se hallan lejanos; las sociedades en vías de envejecer tienen
una, las sociedades jóvenes otra; una es la de las personas fracasadas, otra es
la de las personas exitosas. ….., y confiadamente juzgamos a la totalidad del
mundo de acuerdo con nuestros propios valores íntimos. “
Y en este contexto lo
que nos mueve es el corto plazo y la proximidad. Queremos todo ya, aquí y
ahora. Y además, creemos que es posible conseguir lo que queremos y evitar lo
que no vemos. La distancia disminuye la importancia a nuestros ojos de los
sucesos lejanos y entonces, “tomamos por
mayor desastre, por más doloroso y más insoportable, no al que es realmente
mayor, más doloroso y más insoportable, sino al que nos toca más de cerca.”
Nunca es grave lo que
está lejos, lo que afecta a otros: “… todo lo que esté más allá, todo lo que no
amenace con invadir hoy mismo nuestro umbral – con todos sus gemidos, sus
llantos sofocados, sus vidas destrozadas, incluso si involucra a millones de
víctimas – a todo eso, en general, lo consideramos como algo de proporciones
perfectamente soportables y tolerables.” Así, “la mente se siente especialmente en paz
en lo concerniente a aquellas partes del mundo de las cuales no sabemos
virtualmente nada, de las cuales no recibimos más noticias que las suposiciones
triviales y extemporáneas de unos pocos corresponsales.”
Inversamente, todo
aquello que: “desde cierta distancia y de acuerdo con una escala de valores
parece ser una libertad envidiable y floreciente, al mirarlo de cerca bajo otra
escala de valores se siente como una opresión irritante que incita a construir
barricadas con vehículos tumbados. Eso que en una parte del mundo puede
representar el sueño de una increíble prosperidad, en la otra tiene el
exasperante efecto de una explotación salvaje que demanda la huelga inmediata.”
Esta situación de
múltiples valoraciones sobre los mismos acontecimientos produce al final
cualquier cosa menos una sociedad estable: “un mundo, una humanidad, no puede
existir a la vista de seis, cuatro o aun hasta dos escalas de valores. Nos
desgarraremos por esta disparidad de ritmos, esta disparidad de vibraciones. Un
hombre con dos corazones no es para este mundo. Por eso, tampoco seremos
capaces de vivir lado a lado sobre una tierra única sin coordinación.”
Ahora bien… ¿quién
coordinará estas escalas de valores y cómo lo hará? …
El rol salvador de la literatura
Y es aquí donde
encuentra Solzhenitsyn que es necesario entender la función del arte y la
literatura: “afortunadamente, ¡existe un medio así en nuestro mundo! Ese medio
es el arte. Ese medio es la literatura. Arte y literatura pueden hacer el
milagro: pueden superar esa perniciosa peculiaridad del hombre de aprender
solamente a través de experiencias personales de tal forma que la experiencia
de otras personas pasa a su lado en vano. De persona a persona, durante la
corta estadía del individuo sobre la tierra, el arte transfiere el peso
completo de la experiencia ajena de toda una vida, con todas sus cargas, sus
colores, sus jirones de vida; reencarna una experiencia desconocida y nos
permite poseerla como si fuese nuestra.”
¿Por qué sería
posible poner las esperanzas en el arte y en la literatura? Debido a sus
características peculiares, pueden sustituir a la experiencia y trascender a su
época transmitiendo los mensajes de generación en generación, y dotando a la
memoria de vida de algún modo, porque “… poseen una capacidad maravillosa: más
allá de las diferencias de lenguaje, costumbres y estructuras sociales, pueden
convertir la experiencia vital de toda una nación en otra cosa. A una nación
inexperta le pueden aportar una severa prueba nacional durante muchas décadas,
ahorrándole quizás a toda una nación el tránsito por un camino superfluo,
errado o hasta desastroso, suavizando así los meandros de la historia humana.”
Y quizás sea este el
centro de su mensaje: “es esta grande y noble propiedad del arte lo que hoy
quiero recordaros urgentemente desde esta tribuna del premio Nobel”…“los
escritores y los artistas pueden lograr más: ¡pueden vencer a la falsedad! ¡En
la lucha contra la falsedad el arte siempre ha vencido y siempre vence!
¡Abiertamente, irrefutablemente para todo el mundo! La falsedad puede ofrecer
resistencia a muchas cosas en este mundo, pero no al arte.”
El arte
puede ser callado por el poder
Si Solzhenitsyn
conoce bien algo, en sus cincuenta años de vida bajo un régimen comunista es
que el arte, la belleza y la verdad expresada en la literatura de los hombre
libres forma parte del “enemigo a ser abatido”, y lo dice, al mismo tiempo que
señala los efectos de la persecución: “… ¡ay de la nación cuya literatura es
perturbada por la intervención del poder! Porque ésa no es sólo una violación
de la “libertad de prensa”, es la clausura del corazón de la nación, es el
despedazamiento de su memoria. La nación cesa de tener conciencia de sí misma,
resulta despojada de su unidad espiritual y, a pesar de un lenguaje
supuestamente común, los compatriotas súbitamente dejan de entenderse entre sí.
Generaciones silenciosas se vuelven viejas sin haber jamás hablado de sí
mismas, ni entre sí, ni a sus descendientes. Cuando escritores como Achmatova y
Zamjatin – enterrados en vida y de por vida – quedan condenados a crear en
silencio hasta su muerte, nunca escuchando el eco de sus palabras escritas, eso
no es solamente su tragedia personal sino la tragedia de toda la nación y un
peligro para toda la nación. Más aún, en algunos casos – cuando, como resultado
de un silencio tal, la Historia entera deja de ser comprendida en su totalidad
– lo que emerge es un peligro para toda la humanidad.”
Pero la literatura
universal, asociada en la lucha por la verdad, puede vencer a la violencia. Se
pregunta el escritor por “… el lugar y el papel del escritor en este mundo
cruel, dinámico y escindido”, y se contesta. El escritor debe luchar, asociado
a sus colegas del resto del mundo. Desde hace tiempo la literatura rusa está
familiarizada con la noción de que el escritor puede hacer mucho dentro de su
sociedad y que es su deber hacerlo: “… hoy, entre los escritores de un país y
los escritores y lectores de otro, hay una reciprocidad poco menos que
instantánea. Yo mismo lo he experimentado. Aquellos de mis libros que, por
desgracia, no han sido publicados en mi propio país muy pronto encontraron una
favorable audiencia mundial, a pesar de apresuradas y frecuentemente hasta
malas traducciones. …he sentido y comprendido que la literatura universal ya no
es una antología abstracta, ni una generalización inventada por los
historiadores de la literatura. Es más bien un cuerpo común y un espíritu
común, un sentimiento íntimo común que refleja la creciente unidad de la
humanidad. … Y la única salvación de la humanidad reside en que cada uno se
haga cargo de todo; en que las personas del Este se involucren vitalmente con
lo que se piensa en Occidente y en que las personas de Occidente se involucren
vitalmente con lo que sucede en el Este. Y la literatura, como el instrumento
más sensible y de más rápida respuesta que posee la criatura humana, ha sido la
primera en adoptar, asimilar y aferrarse a esta sensación de creciente unidad
de la humanidad. De esta forma, me dirijo confiado a la literatura universal
actual – a cientos de amigos con quienes nunca me he encontrado en persona y a
quienes jamás veré.”
La literatura
universal, en efecto, tiene un papel que desempeñar: “…creo en que la
literatura universal posee el poder de ayudar a la humanidad en estas horas de
angustia. Ayudar a que se vea a si misma tal como realmente es, a pesar del
adoctrinamiento de personas y partidos prejuiciosos. La literatura universal
posee el poder de aportar experiencia concentrada, de un país a otro, para que
dejemos de estar escindidos y confundidos; para que las diferentes escalas de
valores puedan ponerse de acuerdo y cada nación aprenda correcta y concisamente
la verdadera historia de la otra, con tal intensidad de reconocimiento y de
punzante conciencia como si ella misma hubiera experimentado lo mismo, para que
pueda liberarse de cometer los mismos errores. Y quizás, bajo esas condiciones,
nosotros los artistas estaremos en condiciones de cultivar en nosotros mismos
un campo de visión que abarque a todo el mundo: colocándonos en el centro para
observar como cualquier otro ser humano lo que está cerca, comenzaremos a
integrar en la periferia aquello que está sucediendo en el resto del mundo. Y
correlacionaremos y respetaremos las proporciones universales.”
Pero la literatura,
para ser eficaz, debe ser esclava de la verdad. El que emprende esta lucha
colosal, sabe que “una palabra de verdad pesa más que todo el universo”. Seguro
que el escritor tenía en cuenta, además, lo que Alguien había afirmado hace
algunos años: “Si os mantenéis en mi Palabra, seréis verdaderamente mis
discípulos, y conoceréis la verdad y la verdad os hará libres” Juan 8:31-38 “Se nos dirá: ¿qué puede hacer la literatura contra el
desalmado asalto de la violencia bruta? Pero no olvidemos que la violencia no
vive en soledad y no es capaz de vivir sola: necesita estar entremezclada con
la mentira. Entre ambas existe el más íntimo y el más profundo de los vínculos
naturales. La violencia halla su único resguardo en la mentira y el único
soporte de la mentira es la violencia. Cualquier persona que ha hecho de la
violencia su método, inexorablemente debe elegir a la mentira como su
principio. En sus inicios, la violencia actúa abiertamente y hasta con orgullo.
Pero, ni bien se vuelve fuerte y firmemente establecida, siente la rarefacción
del aire que la circunda y no puede seguir existiendo si no es en una neblina
de mentiras revestidas de demagogia. No siempre, ni necesariamente aprieta
abiertamente los cuellos; es más frecuente que exija de sus súbditos solamente
un juramento de lealtad a la mentira; solamente una complicidad en la falsedad.”
Solzhenitsyn, termina
el discurso del Nobel, convocando a los escritores libres de todos los rincones
de la tierra y mostrándoles los entre telones y el ejemplo de su propia decisión
y acción: “Los proverbios sobre la verdad son muy queridos para el ruso.
Brindan una expresión constante y, a veces, sorprendente de la dura y no
despreciable experiencia nacional: UNA PALABRA DE VERDAD PESARÁ MÁS QUE TODO EL
MUNDO. Es aquí donde fundamento mi propia actividad y mi apelación a los
escritores de todo el mundo, en una imaginaria fantasía, y en violación al
principio de la conservación de la masa y la energía.”
A sus lectores, el
discurso nos sirve –una vez más- para apreciar cómo se integran y unifican su pensamiento, su vida,
su vocación y su obra, y para ver como cada comunicación suya forma parte de la
“campaña” que es su propia vida.
1. Liudmila Saraskina, Alexandre Soljénitsyne, 2010, Fayard