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martes, 31 de enero de 2012

La tentación de las soluciones mágicas - Reforma del sistema monetario mundial: ¿Utopía o falso debate?


La tentación de las soluciones mágicas
Reforma del sistema monetario mundial:
¿Utopía o falso debate?

Por Pablo López Herrera

"El sabio sabe que ignora." Confucio

¿Una propuesta oportuna?

El 24 de octubre de 2011 la Pontificia Comisión "Justitia et Pax", publica la Nota: "Por una reforma del sistema financiero y monetario internacional en la perspectiva de una autoridad pública con competencia universal"  y brinda una conferencia de prensa para la presentación de la Nota.[i] La Comisión no es muy antigua. Fue instituida en 1967 por el Papa Pablo VI y tuvo su mandato definitivo en diciembre de 1976.[ii]
El documento de Justicia y Paz ha resultado muy oportuno para obligar al laicado a interrogarse sobre los problemas de la integración económica global y a formarse en la Doctrina Social de la Iglesia. En cuanto a la reforma, vivimos una época en Europa, en la que el intento de unificación a una escala menor está siendo puesto a dura prueba, y los resultados obtenidos muestran las dificultades que plantean las asimetrías de las conductas arraigadas en países de muy diferentes perfiles competitivos, costos de producción y conductas públicas. Pero también los enormes desafíos que se presentan al intentar cierta homogeneidad en la aplicación de políticas, aún cuando éstas hayan sido aceptadas cuando se conformó la integración monetaria[iii].
Las reflexiones que siguen están basadas en certezas acumuladas en un cuarto de siglo de actividad en el mundo de las finanzas y de casi medio siglo de seguimiento general de la economía mundial de quien escribe. Responden a un espíritu ordenado a la búsqueda de la verdad. Y no deberían contener razonamientos contestatarios respecto de las jerarquías eclesiásticas, sino más bien a los aspectos opinables, en pleno acatamiento externo e interno a la Doctrina Católica y a las verdades de la fe.
El problema es que la libertad supone elección, y la elección supone discernimiento, para laicos y consagrados. Y en materias opinables, como la del mejor sistema monetario posible, el pensamiento utópico también podría vestirse con sotana. [iv]
Algunos problemas que convendría considerar para profundizar el análisis:

·         ¿Existen soluciones integrales para resolver problemas económicos de alta complejidad?
·         ¿Qué función podría desempeñar eficazmente un sistema financiero global?
·         ¿Por qué parece darse menos importancia en medios religiosos al factor moral en el proceso de creación o destrucción de riqueza que a las técnicas de ingeniería social?
·         ¿Cuál es el verdadero papel del estado en la creación y en la distribución de la riqueza?
·         ¿Está el ambiente político como para cometer grandes imprudencias?
·         ¿Tienen las finanzas características peculiares que las hacen diferentes respecto de otras actividades económicas?
·         ¿Tendría sentido buscar formas de evaluación de los criterios morales para tomar mejores decisiones económicas?

¿Existen soluciones integrales para resolver problemas económicos de alta complejidad?

Los problemas complejos rara vez se solucionan a partir de propuestas simples. La complejidad no es atractiva, y el maniqueísmo es una tentación de todos los tiempos. Casi siempre es más agradable elegir el lado de los justos y los buenos (las víctimas), antes que a los arbitrarios los malos (los victimarios). Los primeros hoy focalizan sus ideas y energías en defender la distribución estatal de los recursos y de la riqueza, en luchar contra la desnutrición con programas del tipo “hambre cero”, contra la pobreza con proyectos como “pobreza cero”, por la sustentabilidad alimentaria y laboral, por la eliminación de las enfermedades “evitables”, por la protección ambiental, y por la continua ampliación de los derechos humanos, políticos y sociales.
Frente a ellos, se alinean los victimarios,  egoístas, acumuladores del poder sin fin y sin medida, acaparadores de los recursos y de la riqueza concentrada, insensibles a las necesidades básicas insatisfechas y a la propagación del hambre y de las epidemias, destructores del empleo a través de su reemplazo por la tecnología, activos agentes tóxicos del medio ambiente, y activos luchadores para la restricción de los derechos humanos, políticos y sociales.  
A una persona o grupo que se ubique en el lugar de los “débiles” se le hace relativamente fácil y poco exigente hacer planteos que generen adhesiones y loas públicas, aunque le sea imposible demostrar cómo se va a realizar lo que se promete. Es demagógico  afirmar a priori que los costos deben ser asumidos por los “fuertes”, dando por sentado que los deben y pueden asumir por ser fuertes y por ser los “responsables” de los males del mundo, sin analizar en profundidad y técnicamente como será posible hacerlo. Es demagógico afirmar que a los “débiles”, su debilidad los exime de pagar las consecuencias  de su irracionalidad y de sus libres elecciones, sin separar las verdaderas víctimas de los responsables corruptos y “podridos” y sin separar las necesidades de base de lo que es accesorio.
Con respecto al desarrollo  de un mercado financiero libre y ético una tentación en la que se puede caer fácilmente  es demonizar en seguida al mercado como si fuera un sujeto consciente y el resto del mundo estuviera formado y gobernado por ángeles, o –desde el punto de vista de “los mercados- abogar por un frío eficientismo y despreciar el factor moral como si este fuera una variable a no tener en cuenta. Las soluciones mágicas pueden surgir fácilmente de un lado y del otro.
A los humildes, la historia les puede enseñar, siempre que quieran aprender.
¿Qué función podría desempeñar eficazmente un sistema financiero global?

Los gobiernos “casi” globales y los sistemas monetarios no son invenciones modernas.  El Imperio Romano, provocó y disfrutó de las delicias de la inflación con sucesivas monedas que reemplazaban a las anteriores por otras de menor título, hasta que terminaron ambos: gobierno global y sistema monetario.
Cabe preguntarse si al focalizar la atención en un aspecto tan instrumental se está contribuyendo a una solución efectiva, o se está desviando involuntariamente la atención acerca de por lo menos nueve verdaderas plagas que arrasan a la humanidad, que contribuyen hoy al alejamiento en masa de la verdad y de la sensatez –también en el tema que estamos tratando- y que afectan simultáneamente y de lleno en la vida de la sociedad global como son la secularización, el relativismo, el laicismo, el racionalismo, las hegemonías culturales, el positivismo, la desnaturalización del lenguaje, la pérdida de convicciones comunes universales de sentido común y la sentimentalización de la sociedad.  Para un mundo en el que estas plagas forman parte de su cultura corriente, es difícil el tratamiento objetivo de los grandes temas instrumentales.   
Finalmente, las claras disposiciones propuestas en la Nota y en su presentación, no entran en el bagaje de conocimientos de la gran mayoría de los propios católicos, que usualmente no las analizan ni desmenuzan en lo que puedan tener de opinables.  Si se toman como argumentos de “autoridad” las recomendaciones, ¿no podrían producir –seguramente de modo involuntario-  efectos similares a los de un clericalismo del que al mismo tiempo tratamos de desprendernos?. [v]
Arnold Kling describe en  “Las implicaciones políticas de ignorar nuestra propia ignorancia” dos defectos humanos que afectan a las políticas públicas: la arrogancia cognitiva, por la que cada uno cree que su mapa del mundo es más preciso que lo que realmente es, y la ignorancia radical, que nos es impuesta por la misma realidad de los fenómenos sociales complejos, para la disponemos de mapas muy imprecisos.[vi]   “El mito más grande es que la regulación es un problema unidimensional, en el que la elección es "más" o "menos". A partir de este mito, la única conclusión razonable a la crisis financiera es que tenemos que pasar el dial de "menos "a" más”. La realidad es que la regulación financiera es un problema complejo. De hecho, muchas políticas de regulación fueron los principales contribuyentes a la crisis. Continuar el camino sin examinar o cuestionar las políticas del pasado, particularmente en las áreas de vivienda yde la regulación del capital bancario,  impide aprender las lecciones de la historia.”[vii]
Entender la naturaleza de los fenómenos monetarios resulta esencial para juzgar lo bueno y conveniente.  [viii] Vivimos en una época de la complejidad y de cambio acelerado. Vivimos en un mundo convulsionado donde reina la confusión. Las propuestas para resolver problemas tan específicos y complejos al mismo tiempo deberían estar inspiradas por la prudencia, para no agregar aún más confusión.
En la distribución de los bienes, los estados no son neutrales: ¿Por qué se les reclama a las agencias de calificación más eficiencia y transparencia en la medición del riesgo que asumen los bancos, y menos severidad para juzgar a la deuda soberana o al riesgo de los países? ¿Por qué en tiempos de bonanza se usa alegremente a los bancos para financiar los estados y en tiempos de rigor estos se convierten en usureros sin piedad? ¿Por qué se quiere aprovechar el sistema de mercado y de precios libres solo cuando nos conviene, y se decide por las regulaciones y precios “sugeridos” en otro momento? ¿Cambian las leyes de la economía según el momento del ciclo en que nos encontramos, o según la conveniencia de los gobernantes?
Los conceptos  universales que fueron claros durante mucho tiempo  ahora ya no lo son más. Hoy hasta el lenguaje significa  cosas diferentes aún para personas que viven bajo el mismo techo y en la misma familia.  Cuando hablamos de las normas básicas y eternas de comportamiento del hombre, de su naturaleza –y de la realidad  misma-  ya no estamos de acuerdo  en que sean  objetivamente las mismas y cada uno pretende tener razón a igual título que los demás.
A los comunes mortales hoy nos cuesta mantener la coherencia personal de nuestras convicciones  y nuestras vidas concretas, lo que es necesario  para el imprescindible mantenimiento de una fe firme  e inconmovible en las verdades eternas e inmutables, últimas y trascendentes. Debemos cuidar que esa coherencia también incluya los conocimientos técnicos científicos -bien fundados- en todo aquello que es materia de opinión. En las materias opinables, también existe la verdad y el error, y no todas las opiniones valen lo mismo…
¿Por qué parece darse menos importancia en medios religiosos al factor moral en el proceso de creación o destrucción de riqueza que a las técnicas de ingeniería social?

Nos preguntamos si es posible juzgar con suficiente “autoridad” en algunos de los problemas de alta complejidad técnica y “sujetos a opinión”, sin abordar a fondo el “factor moral”,  y transmitir la imagen de que con cierta facilidad sería posible resolver los problemas.
Nos preguntamos si no se puede correr el riesgo de caer en terrenos pantanosos, por la superficialidad y simplificación al abordar estos temas, y agregar finalmente problemas adicionales a las dificultades técnicas originadas en la propia naturaleza de las cuestiones a las que se debe agregar la velocidad de los cambios y la complejidad de la historia contemporánea.
Nos preguntamos si  los consejos y orientaciones en una materia tan opinable como la reforma del sistema financiero o de la conformación de una autoridad mundial no son secundarios respecto a las normas éticas básicas  que no cumplen los gobiernos y políticos que a diario compran alegremente voluntades y votos con el dinero que piden prestado por miles de millones de euros o de dólares en ese mercado financiero que vilipendian a la hora de pagar la factura.  [ix]
En efecto. Una cosa es la justicia y la ética, y otra la codicia por los bienes ajenos. ¿No sería una buena y exigente contribución la de dar prioridad a difundir hasta el hartazgo la importancia del cumplimiento de los mandamientos que más tienen que ver con la actividad económica como  “No robarás” y  “No codiciarás los bienes ajenos”, y predicar todas las repercusiones positivas que su cumplimiento acarrearía a los responsables de gobiernos locales, regionales, nacionales e internacionales?

En un artículo reciente sobre el libro de Jörg Guido Hülsmann, “La ética de la producción de la moneda”[x], se analizan problemas éticos los sistemas monetarios, y explica claramente que “la situación monetaria actual no solo es prodigiosamente ineficaz, sino que, más grave todavía, es profundamente inmoral”. Y que cuando se le da “más poder de compra a tal categoría de personas” y esa “mejoría del poder adquisitivo solo se puede hacer en detrimento de otra categoría, en buen francés eso se llama robo” [xi]

 

¿Creemos realmente en la libertad y en la subsidiariedad?
Es necesario confiar más en la libertad que en la coacción. ¿Por qué vamos a confiar en las obras de caridad –obligatorias moralmente-  al espíritu del don voluntario y de la colaboración a partir de la iniciativa personal y del ejemplo, y en otros temas tan opinables nos tentamos con la utopía de una “auctoritas”[xii] muy difícil de encontrar en la práctica y en normas regulatorias y coercitivas cuya eficacia supuesta no estamos en condiciones –no ya de probar- sino simplemente de estudiar por no estar en el terreno de nuestra especialidad y experiencia? Para muchos, tal vez la conclusión más importante consista en aceptar la propuesta de Confucio, que sugiere  "antes de iniciar la labor de cambiar el mundo, dar tres vueltas por la propia casa", y trabajar allí.
En momentos de crisis económica, tal vez debiéramos comportarnos como pequeños barcos de una flotilla en la tormenta y navegar separados unos de otros, para navegar con mayor soltura y más seguros de no colisionar. Quizás un comandante sabio que dirigiera nuestra flota humana, reforzaría los principios básicos de la navegación en mares difíciles, y dejaría en libertad al capitán de cada barco  para adaptar su maniobra a las circunstancias particulares que en distintos lugares del mar son diferentes y pueden cambiar a gran velocidad, haciendo difícil –si no imposible- la conducción centralizada de la flota, que esperará tiempos de calma para reunirse otra vez.
En este contexto, la creación de una autoridad económica mundial y la creación de un sistema monetario global, parecerían contribuir a convertir en planetario un problema que se presenta y se debería resolver a escala local.
La subsidiariedad es buena entre otras cosas, para evitar que las crisis locales se conviertan en universales, con los mismos principios y por las mismas razones por las que también la subsidiariedad es buena para la creación y la distribución de la riqueza.[xiii]
Y una vez más, el factor moral: decía recientemente Benedicto XVI, que “la crisis puede y debe ser un acicate para reflexionar sobre la existencia humana y la importancia de su dimensión ética, antes que sobre los mecanismos que gobiernan la vida económica: no solo para intentar encauzar las partes individuales o las economías nacionales, sino para dar nuevas reglas que aseguren a todos la posibilidad de vivir dignamente y desarrollar sus capacidades en bien de toda la comunidad.”[xiv]
¿Cuál es el verdadero papel del estado en la creación y en la distribución de la riqueza?

El estado favorece la creación o la destrucción de la riqueza. La historia muestra que es más fácil, armónica y sostenible la actividad económica y la creación de riqueza cuando las actividades se dan entre personas, empresas y países que tienen en su comportamiento comercial una tradición en la práctica de las virtudes, cuando se respeta un marco legal, cuando se procura la integración del comercio en la sociedad global, cuando los países desarrollan capacidades  para operar sistemas económicos complejos, cuando se da una fuerte participación en la actividad de los agentes económicos privados, cuando la menor distribución de riqueza se efectúa por parte de los estados y la mayor entre los mismos particulares, cuando hay un ambiente de concordia y paz interior, cuando se provoca la atracción de inversiones,  cuando hay mayor responsabilidad de los empresarios, cuando la conducción social proviene de un poder moderado y en un ambiente desregulado.
Cuatro características -que van mucho más allá del sistema monetario y que aumentan el campo de reflexión y de acción- incentivan la riqueza de los países: la libertad económica, la transparencia, la vigencia de democracias dignas de ese nombre y la prensa libre.
Libertad económica
El Índice de Libertad Económica es un informe anual publicado por The Wall Street Journal y la Heritage Foundation[xv] . El índice de libertad económica está basado en las calificaciones de 10 factores específicos: libertad comercial, libertad de comercio, libertad fiscal, tamaño del sector estatal, libertad monetaria, libertad de inversión, libertad financiera, derechos de propiedad, libertad frente a la corrupción y libertad laboral. Abarca 183 países. 
Algunas conclusiones muestran que los países más ricos son, en promedio, más libres.  Así, Hong Kong, Australia, Nueva Zelanda, Estados Unidos, Canadá, Dinamarca, los Países Bajos, Irlanda  muestran una correlación entre la medida convencional de bienestar económico y el Índice de Libertad Económica. La relación entre libertad económica y la igualdad de ingresos también es interesante: los países más libres son más iguales en promedio. Muchos de los países con mayores niveles de libertad económica se encuentran también entre los que tienen niveles más altos de la igualdad económica, como Suecia, Dinamarca, Japón y Finlandia. 
Los países donde hay desigualdad como Bolivia, Brasil, Ecuador y Argentina,  tienen bajos niveles relativos de libertad económica, aunque también hay que señalar que los Estados Unidos, el Reino Unido y Singapur, que tienen también altos niveles de libertad económica, junto con niveles relativamente altos de desigualdad, aunque es diferente lo que define la pobreza en cada país.
Transparencia
Transparencia Internacional (TI) también realiza un Índice de Percepción de la Corrupción (IPC)[xvi] y clasifica los países de acuerdo a la percepción de la corrupción en el sector público que también es una fuente de ideas prácticas para promover una actividad económica con pautas morales, con focalización en los problemas particulares de cada región. 
Verdadera democracia
The Economist realiza un estudio exhaustivo de la democracia en el mundo,  [xvii] cuyos resultados permiten la  evaluación de los países, que se clasifican de acuerdo a variables como los procesos electorales, el pluralismo, el funcionamiento de los gobiernos,  la participación política, la cultura política, la realización de elecciones libres y “leales” con votantes libres y seguros sea cual fuere su elección, la independencia o sujeción de los gobiernos a poderes externos y capacidad de implementar las políticas, en democracias plenas, democracias defectuosas, regímenes híbridos o regímenes autoritarios . Las democracias plenas, las democracias defectuosas y los regímenes híbridos se consideran democracias. Las naciones autoritarias se consideran dictaduras. Las calificaciones toman en consideración las libertades civiles, la realización de las elecciones, la libertad de los medios de comunicación, la participación, la opinión pública, el funcionamiento del gobierno, la corrupción y la estabilidad.
El Indice 2011 señana como democracias plenas fundamentalmente a las radicadas en Europa Occidental y Norteamérica: Noruega, Islandia, Dinamarca, Suecia, Nueva Zelanda, Australia, Suiza, Canadá, Finlandia y Holanda. En el otro extremo, los regímenes autoritarios se ubican fundamentalmente en el África Subsahariana, Oriente Medio y África del Norte: Siria, Irán, República Centroafricana, Arabia Saudita, Guinea Ecuatorial, Myanmar ( Birmania ), Uzbekistán, Turkmenistán, Chad, Corea del Norte.

Libertad de prensa

Finalmente, el Índice de Libertad de Prensa es una clasificación anual de países compilada y publicada por Reporteros sin Fronteras[xviii].Los países que se destacan en las mejores posiciones son Finlandia ,  Islandia,  Países Bajos,  Noruega,  Suecia,  Suiza,  Austria,  Nueva Zelanda,  Estonia e  Irlanda. Y los que van más a la zaga son Laos, Ruanda, Yemen, República Popular de China (continental solamente)  Sudán Siria, Irán, Turkmenistán, Corea del Norte y Eritrea.
En un análisis combinado de estos sistemas de medición es fácil corroborar que hay modelos culturales y comportamientos colectivos que naturalmente generan climas de creación y distribución de riqueza y otros que no. Y resulta difícil imaginar que un gobierno mundial y un sistema monetario unificado podrían transformar esas culturas.
Desde un punto de vista eclesial, parece más importante poner el acento en obedecer las indicaciones del Papa Benedicto XVI, quién recordaba hace poco que especialmente en el mundo de la economía y del trabajo, es necesario llevar el amor y la solidaridad a los demás a través "de una relación intensa con Dios, una escucha constante de su Palabra, una existencia nutrida de la Eucaristía". "No olvidéis la importancia de hacer crecer esta dimensión espiritual en vuestro compromiso de respuesta a los diarios desafíos y urgencias sociales, para continuar trabajando en la lógica de la economía de la gratuidad, para promover un consumo responsable y sobrio".
Inversamente, es fácil encontrar sociedades cuyos estados y gobiernos contribuyen eficazmente  a la destrucción de la riqueza. En ellas es fácil observar la existencia de prácticas comerciales corruptas, visiones estrechas y localistas, desconfianza hacia los agentes económicos, prácticas generalizadas de distribucionismo, estados (nacionales, regionales y municipales) sobredimensionados, búsquedas sistemáticas y generalizadas de chivos expiatorios ante la menor existencia de problemas de difícil solución, ambientes hostiles tendientes a la expulsión de capitales  –fundamentalmente las inversiones directas-, abuso y discrecionalidad de los poderes políticos, poca diversificación de la actividad productiva y comercial ...  y desprecio por el valor de la propia moneda.  En este último aspecto, resulta ejemplificador constatar que desde 1968 hasta 1982, El Dow Jones fue aniquilado en un 70 % por la inflación. [xix] La instauración del comunismo y del nazismo fue acompañada en un caso por la destrucción consciente del aparato de producción, y en el otro por la introducción de todas las deformaciones posibles del sistema económico.
La función de los estados y gobiernos debería ser más facilitar la generación de marcos legales y políticos que faciliten y estimulen la creación de riqueza , que concentrarse en una “redistribución” que se atribuyen como función propia y a la que se dan con el corazón alegre e irresponsable. La función de “redistribución” como apropiación de la renta, es un hecho que la sociedad no debería aceptar y tolerar ligeramente, y mucho menos cuando se acompaña de corrupción y arbitrariedad en la utilización de los recursos.
La función del estado debe apuntar primero y principalmente a favorecer la creación de riqueza. Y para que los países puedan crear riqueza, es más importante la moral que los sistemas.
El criterio por el cual los estados pueden gastar e invertir hasta donde llega su capacidad de endeudamiento con el solo límite de la capacidad de absorción de deuda de los mercados ha eliminado el sano criterio de búsqueda del equilibrio económico, que se ha sustituido por la obsesión por el crecimiento a cualquier costo y como único camino.
Si de algún modo u otro, no hay absorción monetaria real, la progresión exponencial de la creación de moneda no puede ser acompañada por la expansión a ritmo similar de una genuina expansión de la creación e intercambio de bienes y servicios, terminando el desequilibrio en una colisión mayor.
La moderna invención de la macroeconomía separada de la microeconomía -por medirse ambas con sistemas de reglas y principios contables independientes-  favorece la falsa división entre lo público como un área “noble” sujeta a las leyes del altruismo y la “justicia social” y lo privado como el reino de la codicia, del individualismo, y como el lugar donde reina la avidez por la riqueza y el poder del dinero. Como si los gobiernos no hicieran uso y abuso del poder del dinero, más el poder de creación monetaria y como si los burócratas fueran espíritus angelicales y desinteresados. 
Después de todo, la “economía”, al modo de “las verdades en si” de Platón, no existe. No tiene existencia real (“en sí”). Lo que sí existe por el contrario es la acción humana  fundamentalmente económica o con efectos y aspectos económicos.  Existe también la participación del hombre en la creación de riqueza, como empresario o trabajador. Esta acción humana “económica” también está agitada por corrientes desenfrenadas que la atraviesan en todos los sentidos.
La actividad financiera, no es ni demonio ni salvador ¿debemos demonizarla de algún modo y generar un chivo expiatorio? 
Para terminar, cabría mencionar a título de ejemplo otros problemas económicos que dificultarían la idea de organismos supranacionales de gobierno:
·         La medición de la riqueza de las empresas a través de la valuación bursátil no es correcta, y menos en momentos de alta volatilidad de acciones y de bonos. Las empresas valen lo que se paga por ellas en el momento de su venta.
·         A veces la riqueza aparente no es utilizable. Ganancias contables no significa ganancias disponibles.
·         Las teorías de crecimiento, valga la redundancia, solo sirven cuando hay crecimiento, teniendo en cuenta la inexistencia –en términos significativos- de países que se preparen en momentos de expansión para los momentos de recesión.
·         La financiación de gastos corrientes por los estados parece haber mostrado ya los límites de un endeudamiento crónico y sistemático. Lo mismo sucede con la renovación automática de créditos vencidos, que ha reemplazado a la cancelación genuina de deuda.
·         La contabilidad creativa y el ocultamiento de la exposición de riesgos, son factores que hacen difícil la comparación de las diferentes economías y los acuerdos políticos necesarios para una cooperación fructífera y realmente justa.
·         La proliferación de derechos humanos que requieren aportes de capital muy significativos respecto del producto de los países, sin tener en cuenta las obligaciones que corresponden a los titulares de esos derechos, y sin tener muy claro a quienes corresponden las obligaciones que son su contrapartida (en el tiempo y en el espacio), pueden generan expectativas difíciles de cumplir y mayor división y odio por no llegar a ser satisfechas.
Decía Vaclav Havel que “el enemigo no es un demonio maloliente ni el sistema todopoderoso, sino nuestra servidumbre voluntaria, esa afición tan común a cerrar los ojos y dormir tranquilos, suceda lo que suceda.”[xx]
¿Está el ambiente político como para cometer grandes imprudencias?

La situación política en todo el mundo dificulta cada vez más el logro de amplios consensos populares…
Como un fenómeno particular –de consecuencias imprevisibles- a tener en cuenta por su profundidad y capacidad de movilización también global, estamos asistiendo a desequilibrios provocados en la utilización política de la indignación contra “enemigos sistemáticos”[xxi].
En Grecia, en España, en Norte América, en los países del Norte de África, surgen movimientos de “indignados” por diversas causas que se constituyen en “comunas” de base, en mecanismos de “democracia directa” cuyas demandas son imposibles de satisfacer en el marco de la política republicana clásica.
El elemento común de los indignados, lo constituye el “sujeto humano” encolerizado por cualquier razón, presentado como si respondiera y estuviera integrado a una corriente  mundial, aunque los factores desencadenantes sean diferentes y desconectados:  gobiernos dictatoriales o arbitrarios, fuerzas políticas adversarias entre sí, grupos dominantes, el poder financiero, el propio “sistema político” incapaz de plantear soluciones, sectores o grupos religiosos elegidos a gusto del indignado de turno, la energía nuclear, la desigualdad social…
Y aunque los “indignados del mundo unidos” solo tengan en común la “indignación”, ese carácter genera la idea de una corriente mundial, como la “búsqueda de una experiencia colectiva” de solidaridad.[xxii]
El gran problema político aquí, es que se está logrando que la mezcla de problemas, luchas y conflictos -en general tan diferentes y desconectados entre sí- llegan a generar a través del sistema mundial de comunicación, la imagen de un movimiento universal virtual de masas, una “protesta unificada en la diversidad” contra el orden constituido, que encuentra su expresión en un sujeto universal que protesta.
Es significativa la designación del “protester” como la persona del año por el seminario TIME,[xxiii] ignorando las verdaderas fuerzas que se mueven por debajo de la superficie[xxiv] , como se ignoraron en su momento las fuerzas que se movían cuando se derrocó al Sha de Iran, que finalmente tomaron el poder sin producir la esperada y ansiada democracia… ¿Por qué ahora debería de ser diferente?
En el artículo que escriben para Le Monde Geneviève Azam, Etienne Balibar, Thomas Coutrot, Dominique Méda e Yves Sintomer, “Contra el discurso dominante sobre la deuda pública” encontramos un ejemplo de intento de fabricar y de orientar la indignación en el sentido expuesto: “Los ciudadanos no quieren más ser los "juguetes en manos de los bancos y de los políticos", como dicen los españoles “indignados". Quieren poder pesar sobre su futuro, hacer planes para sus hijos, detener la degradación social y ecológica que los indigna. Frente a la sordera de las élites, es necesaria una insurrección democrática tanto en Europa como en otros lugares como los Estados Unidos, el mundo árabe, Rusia... Se trata de reinventar la democracia en el ámbito político, a través del uso intenso de los mecanismos de democracia directa (iniciativas ciudadanas, referéndums revocatorios...) y  de la democracia deliberativa (conferencias cívicas, segunda Sala elegida aleatoriamente...). Se trata también de ampliar el campo económico, empezando por el sistema bancario, cuyo inminente rescate con los fondos públicos debe ser la oportunidad para colocarlo bajo el control no de Bercy o Bruselas, sino de la sociedad civil. El horizonte parece bloqueado por causa de sus deudas: liberémoslo reinventando nuestra democracia.”[xxv]
Otro ejemplo de politización de una necesidad genuina que sirve actualmente como argumento para una iglesia ideologizada, son los movimientos de los “sin tierra”. Estos, por definición, entrarían de lleno como los destinatarios primarios de políticas inspiradas en “la opción preferencial por los pobres”.
Pues bien, una “nueva” teología de la liberación se está propagando y ejerciendo su nociva y pérfida influencia, particularmente en América Latina, donde tantos estragos provoco la versión anterior. Los destinatarios de la ayuda son utilizados como fuerza de choque política y como canal de transmisión de un renovado marxismo-catolicismo. Víctor Pavón  se refiere  al caso paraguayo, donde “con premeditación y malsana alevosía delincuencial, los carperos y sus promotores desde el gobierno transgreden no solo la moral judeo cristiana inserta en los Diez Mandamientos, sino también lo que dice nuestro mismo sistema jurídico: no robarás.” [xxvi]
Estamos en un momento histórico en el que todo puede pasar, y no nos sorprendería. Puede que los flujos comerciales y financieros  tengan una continuidad más o menos tranquila –en el marco de una volatilidad elevada- y el sistema resista las fuertes presiones a las que está sometido, como que explote y pasemos luego a una recesión y recrudezcan los nacionalismos y la tentación del encierro de los países en sí mismos. No lo sabemos. Lo que si conocemos bien, son las características que tienen las sociedades que crean riqueza, y las que la destruyen.

¿Tendría sentido buscar formas de evaluación de los criterios morales para tomar mejores decisiones económicas?

Consideración de criterios morales  para tomar decisiones económicas
En el marco del panorama mundial, tal vez sea necesario pensar en desarrollar “guías para la acción”, y recordar que los actos económicos  inspirados y animados por la virtud crean “estructuras de virtud” que agregan valor a la sociedad, así como los actos animados por el pecado o incluso la mera ausencia de virtud destruyen valor.
En este sentido, son más corrientes las propuestas a agregar facultades adicionales de control y sanción a los estados que exhortaciones luchar contra la corrupción. Un gobierno corrupto, por definición, actuará de un modo corrupto y la corrupción siempre destruye la riqueza. En el terreno de las normas, las más genéricas –e inspiradas directamente por Dios- figuran las que nos ordenan “no robar” y “no codiciar los bienes del prójimo”. Se aplican de modo simultáneo a gobernantes y gobernados, a quienes pagan sus impuestos, a quienes administran fraudulentamente, y a quienes se benefician con esos pagos. A la justicia distributiva debería “adicionarse” la justicia a secas, de un modo simultáneo, y respecto de los mismos “bienes universales”.
Como lo destacara Aleksandr Solzhenitsyn, “la línea que separa el bien del mal no pasa entre Estados, ni entre clases, ni entre partidos políticos sino que atraviesa cada corazón humano”. Allí está el problema, y allí está la solución.
Como una simple enumeración de un tema que merece mayor análisis, sería bueno hacer el esfuerzo de “insertar” en los modernos procesos de toma de decisiones económicas, tanto en el ámbito de la actividad privada como pública, la práctica de  virtudes como la prudencia, la moderación, la autorregulación, el compromiso y la focalización con las verdaderas y genuinas necesidades del hombre, así como la “responsabilidad social ampliada”.
Podría considerarse la clasificación de las inversiones a realizar en una escala con alternativas como las siguientes: “la inversión es necesaria, vital y esencial”, la inversión es necesaria,  es conveniente, es secundaria, es prescindible, es superflua o tendría que ver más con la gula o el vicio que con la virtud… La utilización de una escala semejante, permitiría aumentar la visibilidad de las inversiones arbitrarias o que tengan como origen los vicios de los inversores, o de quienes toman las decisiones.
Los headhunters, deberían también incluir en sus postulaciones, de modo sistemático, estandarizado y profundo, el análisis del “riesgo moral” de los postulantes a trabajos de responsabilidad.
¿Tienen las finanzas características peculiares que las hacen diferentes respecto de otras actividades económicas?

A la hora de pensar en reformas del sistema financiero, conviene preguntarse ¿por qué el mundo financiero es tan “especial” respecto de otras industrias?
Desde hace aproximadamente cien años, el hombre ha aprendido a volar, en un proceso que ha evolucionado en conocimientos, capacitación y procesos. En los conocimientos se paso de la “mecánica simple” hasta la ingeniería aeronáutica. En el pilotaje de los aviones se paso de los pioneros hasta  llegar a los pilotos altamente capacitados. Y  en  lo que respecta a los procesos, se arrancó con meros terrenos de superficies planas a una aeronáutica comercial y de transporte que incluye el desarrollo de los grandes aeropuertos, de infraestructura y sistemas de alta complejidad.
En todo ese proceso de un siglo de duración, millones de personas han puesto libremente sus vidas en manos de  organizaciones comerciales y de pilotos desconocidos, con tasas de accidentes ínfimas.  Y en el medio de todo esto, se sucedieron empresarios ambiciosos y sedientos de ganancias, aventureros, que fueron protagonistas de creación de nuevas empresas, de quiebras, con todos los mismos ingredientes que existen en el mundo de las finanzas.
El elemento común del éxito económico fue estudiado durante muchos años por Alain Peyrefitte [xxvii],  quién llego a determinar que el simple elemento determinante de los logros de un sistema económico es la confianza.  En un marco de confianza, problemas que parecen imposibles de resolver permiten generar alternativas que son imposibles de aplicar donde reina la duda y la incertidumbre.
En el mundo de las finanzas y del dinero esto es particularmente cierto y aplicable.  El problema financiero mundial es un problema de confianza.  Y lo último que sería capaz de generar confianza hoy es la creación de un sistema financiero mundial unificado bajo una misma autoridad y las mismas normas.  Y no se trata que el razonamiento no sea lógico, sino que las condiciones para generar confianza residen hoy más en los protagonistas del sistema que en un sistema que funciona de un técnicamente eficiente, como lo hace la industria aeronáutica. Mas que hacer ingeniería social, hay que cambiar conductas.
¿Por qué lo que en el sistema aeronáutico es posible,  no lo es en el financiero?
Es muy simple.  Lo que une a todos los hombres que vuelan, desde los simples ciudadanos hasta los políticos, tecnócratas y burócratas es que todos quieren llegan sanos y salvos al final de sus viajes, y todos saben que deben comportarse al volar de un modo civilizado que no ponga en peligro la seguridad de todos, que coincide con la de cada individuo. Por otra parte, el sistema aeronáutico es un sistema complejo pero cerrado. El sistema financiero es abierto y a partir de la posibilidad de “creación monetaria” prácticamente sin límites, los productos financieros son creados por sus participantes –bancos y empresas inclusive industriales y comerciales- de un modo prácticamente imposible de controlar a una velocidad que supera las de la capacidad –real y posible-  por gobiernos y estructuras burocráticas.
El mundo financiero abarca todas las actividades económicas y como tal no está sujeto a una autoridad común ni podría estarlo. El crédito y el ahorro de las entidades controladas o controlables es solo una parte del sistema financiero real global, y todos los que hablan de reformas, se dirigen principalmente a “entidades fundamentalmente financieras”. 
En el mundo de las finanzas, por definición, y salvo para el sistema puramente transaccional, la ganancia de la mitad de los participantes es un costo para la segunda mitad. Los mismos que exigimos una tasa de interés más  elevada por nuestros ahorros exigimos un costo del crédito razonable a nuestros ojos, Y vemos al espíritu de Shylock dispuesto a arrancarnos “la libra de nuestra propia carne” atrás de cada financista que no nos trata como lo desearíamos.
La variable determinante en las finanzas es el riesgo. Y en materia de precios, a mayor riesgo, mayor tasa. Y a mayor tasa, mayor riego de quiebra.  Y a mayor riesgo de quiebra se llega rápidamente al “sálvese quien pueda”, y desaparece el respeto por las normas morales y por supuesto legales.  Desde el punto de vista  del diseño de los “productos financieros”, el riesgo está muchas veces en la complejidad. No invertir nunca en un producto cuyos mecanismos no se pueda entender, o  asumir por anticipado las posibles pérdidas. No es mucha la gente que se subirá a un avión con una tasa de riesgo del accidente del  3 al 5 %. Pero hay inversores capaces de asumir esa prima de riesgo, además de la tasa específica del costo del dinero. Y está lleno el mundo de gobiernos irresponsables capaces de tomar crédito con esas primas de riesgo, que serán los primeros en acusar luego de usurero al  intermediario que haya intervenido y usarlo como chivo expiatorio de sus propias culpas.
Los cambios de calificación de países europeos, mostrarán pronto como impactará en las tasas de interés la calidad de las economías.    
Es cierto también que con los mecanismos sofisticados de inversión actuales, la volatilidad permite lograr ganancias independientemente de la real creación o destrucción de riqueza, en mercados ascendentes y descendentes, a través de instrumentos financieros que se desarrollan a mayor velocidad que las normas y las regulaciones.
La condena del sistema financiero se ha realizado con demasiada facilidad y sin rigor “técnico”. Arnold Kling[xxviii]  se ocupa de los “Mitos y realidades y la crisis financiera” y enumera cinco mitos que habrían llevado –en su opinión-  a conclusiones en materia de regulaciones que han confundido a los dirigentes políticos y espirituales, y los ha llevado por lugares erróneos y caminos simplistas:

·         Mito 1: Los reguladores bancarios se encontraban en la oscuridad cuando los nuevos instrumentos financieros reformaron la industria financiera.
·         Mito 2: Fue la desregulación la que permitió que el mercado adoptara prácticas arriesgadas, como el uso de la agencias de calificación de los títulos hipotecarios.
·         Mito 3: Los diseñadores de políticas se basaron y confiaron demasiado en la disciplina de mercado para regular el riesgo financiero.
·         Mito 4: La crisis financiera fue principalmente un pánico a corto plazo.
·         Mito 5: La única manera de evitar esta crisis hubiera sido tener una regulación más vigorosa y enérgica.

Finalmente hay una mera diferencia práctica entre el mundo de las finanzas y el de la aviación: la vida es indivisible… no se puede vivir o morir por partes. El dinero, en cambio, se puede dividir en portfolios y aplicar los fondos a diferentes aplicaciones y con diferentes tasas de riesgo. Más aún, de acuerdo con el carácter y la voluntad de un inversor, sus asesores le sugerirán normalmente “apostar” una pequeña porción de su capital en activos de potencial alto rendimiento, o incursionará el mismo en el trading en los mercados bursátiles buscando rendimientos muy superiores a los que producen normalmente los bonos y acciones, inclusive trabajando “apalancado” con la esperanza de obtener más con menos…
Si desarrollamos la imagen de la "codicia del sector financiero" como principal causantes de los males económicos, ¿no estamos barriendo abajo de la alfombra la codicia de los otros empresarios venales, de los políticos, de los congresistas, de los funcionarios judiciales, de los responsables en la administración pública, de los sindicalistas, que a través de la “contratación directa”, de la impune aplicación sistemática de coimas y comisiones, del chantaje sindical, de la confección de leyes arbitrarias e injustas, de la industria del juicio, del nepotismo y la sinecura van produciendo de la paulatina destrucción de los sistemas republicanos y el paulatino reemplazo del “estado de derecho” por el “estado del crimen”?

Algunas conclusiones

Ante la confusión del  mundo, es necesaria la claridad de las ideas. Los estados modernos tienden –estructuralmente- a la destrucción de la riqueza. Detestan la subsidiariedad. Y el mundo necesita más de hombres que busquen el bien y la verdad que “reguladores” del mercado. Los problemas económicos son de naturaleza compleja, tienen muchas causas y muchas de esas causas no son de naturaleza económica. Por ejemplo en los Estados Unidos, más del 33 % de las madres solteras son pobres y solo el 6,4 % de las casadas. Mundialmente la baja demográfica disminuye la capacidad de soportar las pensiones. En ambos casos los problemas de familia y demográficos surgen con fuerza como variables económicas significativas.
La búsqueda de la justicia en esta tierra constituye una noble inquietud, y todos estamos llamados a procurarla, y esa búsqueda debe respetar los condicionamientos que impone la realidad. El navegante prudente, debe adecuar su velocidad y sus maniobras al estado del tiempo, extremando las precauciones en tiempos tormentosos, cuando el riesgo de naufragar es mayor, sobre todo para las embarcaciones de menor resistencia estructural.
Pretender forzar la realidad con esquemas que podrían acercarse a la utopía, produce más perjuicios que beneficios. Y poner los ojos en blanco insistiendo empecinadamente con la necesidad de "distribuir la riqueza" no agrega solución alguna, sobre todo cuando se observa quienes se ocuparían de hacerlo en el mundo real …
Particularmente debemos recordar que en materia de laicismo y laicidad, para la religión le es fácil mezclar lo que se debe creer con lo opinable. Y al mundo político contemporáneo -aún de buena fe- no le resulta fácil distinguir y separar de las recomendaciones eclesiales lo dogmático de lo propositivo, particularmente cuando se procura generar un clima de integración entre laicado y clerecía, en un mundo en el que la memoria del clericalismo no está ausente.  
Cuando se afirma que hay que implantar "un nuevo modelo económico basado en la doctrina social de la Iglesia", sugiriendo que esta “contiene un conjunto de principios, enseñanzas y directrices destinadas a resolver, en el espíritu del Evangelio, los problemas socio-políticos y económicos”, con todo lo cierta que pueda ser la afirmación, no se debería proyectar en la imagen de creyentes y no creyentes una especie de El Dorado al alcance de la mano. 
Los cristianos sabemos que si la principal causa de la crisis es moral, el remedio también lo será, y cuando una gran parte de la sociedad tenga como fines propios el procurar conocer la verdad y trabajar por el bien común, las soluciones técnicas surgirán espontáneamente. Como afirmaba recientemente Jonathan Sacks, Rabino Jefe de las congregaciones judías de la Commonwealth: “Estabilizar el euro es una cosa; sanar la cultura que lo rodea es otra. Un mundo en el que los valores materiales constituyen todo y los valores espirituales son nada, ni genera un Estado estable ni una buena sociedad. Ha llegado el momento para nosotros de recobrar la ética judeo-cristiana de la dignidad humana a imagen de Dios. La humanidad no fue creada para servir a los mercados. Los mercados se crearon para servir a la humanidad.”[xxix] 
Benedicto XVI insiste en la necesidad de recuperar valores perdidos: “la crisis actual “puede ser una ocasión para que toda la comunidad civil verifique si los valores en los que se basa la vida social han generado una sociedad más justa, equitativa y solidaria, o si por el contrario es necesaria una profunda reflexión para recuperar los valores que están en la base de una verdadera renovación de la sociedad, y que favorezcan una recuperación no solo económica, sino que  al mismo tiempo tienda a promover  el bien integral de la persona humana”.

Los resultados se darán como cuando se cristianizó Roma. Thierry Boutet [xxx] nos lo confirma: "es el hombre el que hace la historia", decía Pío XII; hacen falta muy pocos hombres para cambiar radicalmente el curso de los acontecimientos. La historia de la Iglesia lo demuestra: doce apóstoles  y un buen genio sobre dotado y frágil, que se convertirá en San Pablo, en el comienzo, van a transformar totalmente-desde  el interior- al mundo antiguo. Leamos a Tertuliano: muy rápido, al final de los tiempos apostólicos, ya bajo la persecución, y antes del Edicto de Milán en el año 313, los cristianos influyen de modo determinante en la sociedad y orientan el futuro de los imperios y reinos.”[xxxi]

Es un camino duro y difícil, pero ya mostró sus resultados. En todo caso, poner demasiado el acento en la demonización del sistema financiero no servirá para gran cosa, y puede ser peligroso. [xxxii]
Buenos Aires, 14 de enero de 2012


[iii] …y cuando la adhesión al sistema facilitó a los países de menor desarrollo relativo el aprovechamiento de los desequilibrios y las asimetrías
[iv] De allí la importancia de profundizar el análisis que ya se ha tratado en varios documentos en “Liberté Politique”.
[v] Escribe Gabriel Zanotti, filósofo del Instituto Acton Argentina: “a ojos de los no creyentes, la Iglesia aparece como un estado más, el estado del Vaticano. A ojos de los creyentes, también. ESE es el problema.”
[viii] Hace poco se citaba a Nicole Oresme (c. 1323 - 1382), quién entendía ya hace unos seiscientos años  “que el dinero es un producto originario del mercado y no del Estado, una mercancía más y no sólo un medio de intercambio, donde originalmente los certificadores privados informaban sobre la finura del metal usado en las monedas a sus clientes, y que la inflación es producto de la falsificación de la finura de los metales como decreto del Estado, debido a que este ha nacionalizado el dinero.” http://es.wikipedia.org/wiki/Nicol%C3%A1s_Oresme
[ix] (No robaras, No codiciaras los bienes ajenos)
[x] L'éthique de la production de la monnaie - Jörg Guido Hülsmann. Editeur: L'Harmattan. Collection : L'esprit économique (26 juillet 2010)
[xii] « l'autorità non la verità fa la legge, la verità non l'autorità fa il diritto »
[xix] (  http://www.businessinsider.com/inflation-hid-a-70-market-loss-from-1968-to-1982-and-it-could-happen-again-2012-1?nr_email_referer=1&utm_source=Triggermail&utm_medium=email&utm_term=Business%20Insider%20Select&utm_campaign=BI%20Select%20Recurring%202012-01-12   )

[xxi]  Stéphane Hessel ha trasladado al papel esa sensación generalizada de indignación que está presente en el ambiente. Anima a involucrarse y se declara partidario de la insurrección pacífica.  http://www.youtube.com/watch?v=zf1RGoHOJ_M
[xxii] David Cohn-Bendit dixit – Le Point 11/12/2011
[xxiii] TIME - The Protester -By Kurt Andersen, Dec. 14, 2011 –  "Massive and effective street protest" was a global oxymoron until — suddenly, shockingly — starting exactly a year ago, it became the defining trope of our times. And the protester once again became a maker of history.” http://www.time.com/time/specials/packages/article/0,28804,2101745_2102132_2102373,00.html

[xxvi]“Paraguay: La influencia destructiva de la Teología de la Liberación” por Víctor Pavón, Decano de la Facultad Derecho de la Universidad Tecnológica Intercontinental (Paraguay) y autor de los libros Gobierno, justicia y libre mercado y Cartas sobre el liberalismo. http://www.elcato.org/paraguay-la-influencia-destructiva-de-la-teologia-de-la-liberacion
[xxvii] Alain Peyrefitte - La société de confiance. Édition: ODILE JACOB. (11 octobre 1995) y Le mal français. Editeur: Fayard; Éd. rev. et augm. 1996 (24 mai 2006)
[xxviii] Arnold Kling es miembro del Financial Markets Working Group en el Mercatus Center  de la George Mason University
[xxx] L'engagement des chrétiens en politique, Thierry Boutet, 2007. Editeur : Privat. Date de parution mars 2007
[xxxi] L'APOLOGÉTIQUE DE TERTULLIEN - http://www.tertullian.org/french/apologeticum.htm - CHAPITRE XXXVII - 7 …Vous eussiez pu chercher à qui commander; il vous serait resté plus d'ennemis que de citoyens. - 8. Maintenant, en effet, vos ennemis sont moins nombreux que les citoyens, à cause de la multitude des chrétiens, qui sont presque tous citoyens. Et ces chrétiens, presque tous citoyens, vous avez préféré les considérer comme ennemis et leur donner le nom d'ennemis du genre humain plutôt que de l'erreur humaine! … 10. Or, sans même songer à récompenser un secours si précieux, sans vous dire que, loin de vous être à charge, notre race vous est nécessaire, vous avez préféré nous traiter en ennemis. Ennemis, nous le sommes assurément, non pas du genre humain, mais plutôt de l'erreur humaine!

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