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viernes, 25 de octubre de 2019

Procreación Médicamente Asistida (PMA): ¿Libertad, igualdad, fraternidad?

¡Ninguna mercantilización del niño, ningún niño querido sin padre!

Por Christian Vanneste

Los opositores a la extensión de la Procreación Médicamente Asistida (PMA) a lesbianas y mujeres solas se manifestarán esta tarde entre el Senado y la estación Montparnasse a la convocatoria de una veintena de asociaciones agrupadas bajo el título "Niños marchemos". Las palabras elegidas tienen una consonancia revolucionaria, porque de lo que se trata es de una revolución, que comenzó lentamente con el cuestionamiento del entorno familiar tradicional, de su estabilidad y del estatus de sus miembros, que continuó con la creación de nuevos estilos de vida para las "parejas" adaptadas a las "orientaciones sexuales", y que triunfó con el "matrimonio" unisex. A partir de esta toma del poder, los revolucionarios continúan desarrollando su programa frente a una resistencia que ha disminuido, en momentos en que la apuesta es vital para nuestro país y para nuestra civilización. Hoy, a través de la sanción de una ley de "bioética" se trata de extender los medios que la técnica científica brinda a las parejas que tienen dificultades accidentales para procrear, a personas que esencialmente,  por su propia naturaleza, no pueden hacerlo, como por ejemplo en el caso de dos mujeres.

El hilo rojo de esta revolución, de la cual la mayoría de los franceses parecen ignorar su importancia y sus consecuencias, está constituido por dos ideas aparentemente inevitables, que realmente son suicidas.

Los que legitiman el "progreso" son estos valores inscritos en el frontispicio de nuestros ayuntamientos. Justificarían la extensión de la PMA la libertad de vivir su "sexualidad" de acuerdo con sus deseos, y de tener hijos a pesar de las limitaciones naturales por un lado; y por el otro la igualdad entre hombres y mujeres, entre "parejas" de mujeres e incluso la de la mujer sola con respecto a la pareja. Debe tenerse en cuenta sin embargo que las "parejas masculinas" se ven privadas de este nuevo nivel legal, y que sería necesario legalizar la gestación para terceros, es decir, las madres sustitutas, en espera de "herramientas" de fabricación de niños más sofisticadas, para poder 'progresar' todavía más. El gobierno, por razones tácticas, ha jurado a sus grandes dioses que no haría nada ... al menos durante este período. 

Lamentablemente, los más entusiastas de los miembros de su mayoría no dudaron, el 3 de octubre, en votar una enmienda (1591) que prevé la retro-transcripción automática, en el estado civil francés, de cualquier niño nacido de un contrato de gestación para terceros realizado en el extranjero. Es una apuesta segura que la desigualdad entre Francia y ciertos países, la posibilidad de que los más afortunados de recurrir a ella, la complicidad de algunos magistrados y el apoyo de personalidades mediáticas lograrán arrancar la gestación por terceros (GPA) tarde o temprano, incluso si el poder simula hábilmente renunciar a ella por ahora.

En cuanto a la fraternidad, el tercer término del lema que recuerda que la libertad de los individuos debe integrarse a una dimensión colectiva, que el ciudadano obviamente limita sus deseos personales lo mismo que reconoce una jerarquía social para el bien común del grupo, en este caso la nación, se olvida por completo; porque la clave de la revolución suicida que sufrimos es el individualismo rey, el narcisismo absoluto, la libertad como emancipación de los caprichos y la igualdad impulsada hasta el absurdo. Esta ideología mortífera pisotea la antropología racional, las especificidades naturales y complementarias de los sexos, que las sociedades ciertamente pueden asociar de manera diferente pero que no pueden negar, a riesgo de autodestruirse.

Estas dimensiones antropológica y colectiva del debate escapan a la mayoría de los franceses, tanto ha invadido todos los cerebros la ideología del individuo-rey; pero incluso aunque están prisioneros de ella, muchos franceses perciben las contradicciones. Está bien, todos tienen derecho a vivir su vida sexual, pero ¿cuál es el derecho del niño? ¿No tiene el derecho, excepto en caso accidental, de tener cerca de él las dos vertientes de humanidad: un padre y una madre? Una mayoría de franceses acepta la extensión de la PMA, de acuerdo con el deseo de los individuos, pero otra mayoría prefiere que el niño sea criado por un padre y una madre. El diputado LREM Touraine, cuya obediencia no presenta ninguna duda, responde perentoriamente: "No existe el derecho por parte del niño a tener un padre". La brutalidad de esta declaración debe plantear otra preocupación. ¿los partidarios aparentes de la libertad y la igualdad, no son por el contrario sus peores adversarios? ¿No están privilegiando el comportamiento de una minoría que, por su estatus social, puede escapar de la necesidad de solidaridad familiar, cercana y constante más fácilmente que otros sectores de la población? ¿No están promoviendo la emancipación irresponsable de "hombres" permanentemente-adolescentes liberados de las responsabilidades familiares? ¿No están construyendo la pesadilla del "Brave New World" imaginada por Aldous Huxley? ¿Un mundo totalitario, materialista, científicamente inhumano? Padre 1 y padre 2 en lugar de padre y madre, como lo sugerió un parlamentario de LREM del norte, mientras que la Sra. Buzyn afirmaba “doctamente” que una mujer podría asumir la función del padre. Es este ministro quien definió al embrión como una masa de células, cuando es un proyecto de vida. Aurore Bergé, cuya fatuidad no conoce límites, y cuyo nomadismo político le permitió llegar a la Asamblea, se sitúa ya en la sociedad pintada por Huxley. Sin embargo, ella tiene para la "procreación carnal" la tolerancia cargada de piedad de los individuos de la clase superior: "Ni en este proyecto de ley, ni hoy ni mañana, vamos a evitar que los padres heterosexuales quieran concebir un hijo de modo carnal”. ¡Gracias de su parte!

¿Se puede negar totalmente a la naturaleza? ¿Se puede querer una humanidad totalmente fabricada? Esta es la pregunta crucial de este debate. El cristianismo había logrado un equilibrio armonioso entre la vida social y los instintos sexuales o agresivos, regulando a uno y otro, a los segundos por su inhibición en gran medida. El Islam está mucho más cerca de la naturaleza. Cuanto más nuestra civilización, y nuestro país prosigan alejándose hasta negarla, más se instalará el desorden en los comportamientos, transformando a nuestra sociedad en una multitud solitaria más o menos sometida a una tecnocracia y ciega a largo plazo. Y más corre el riesgo de llevar a cabo otra revolución, primero a través de la demografía, y después por la violencia.

Christian Vanneste es un político francés. Miembro de la UMP y RPR, fue elegido dos veces como diputado






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