¡Ninguna mercantilización del
niño, ningún niño querido sin padre!
Por
Christian Vanneste
Los
opositores a la extensión de la Procreación Médicamente Asistida (PMA) a
lesbianas y mujeres solas se manifestarán esta tarde entre el Senado y la
estación Montparnasse a la convocatoria de una veintena de asociaciones
agrupadas bajo el título "Niños marchemos". Las palabras elegidas
tienen una consonancia revolucionaria, porque de lo que se trata es de una
revolución, que comenzó lentamente con el cuestionamiento del entorno familiar
tradicional, de su estabilidad y del estatus de sus miembros, que continuó con
la creación de nuevos estilos de vida para las "parejas" adaptadas a
las "orientaciones sexuales", y que triunfó con el
"matrimonio" unisex. A partir de esta toma del poder, los
revolucionarios continúan desarrollando su programa frente a una resistencia
que ha disminuido, en momentos en que la apuesta es vital para nuestro país y
para nuestra civilización. Hoy, a través de la sanción de una ley de "bioética"
se trata de extender los medios que la técnica científica brinda a las parejas
que tienen dificultades accidentales para procrear, a personas que esencialmente, por su propia naturaleza, no pueden hacerlo,
como por ejemplo en el caso de dos mujeres.
El hilo rojo
de esta revolución, de la cual la mayoría de los franceses parecen ignorar su
importancia y sus consecuencias, está constituido por dos ideas aparentemente
inevitables, que realmente son suicidas.
Los que
legitiman el "progreso" son estos valores inscritos en el frontispicio
de nuestros ayuntamientos. Justificarían la extensión de la PMA la libertad de vivir su "sexualidad"
de acuerdo con sus deseos, y de tener hijos a pesar de las limitaciones
naturales por un lado; y por el otro la igualdad
entre hombres y mujeres, entre "parejas" de mujeres e incluso la de
la mujer sola con respecto a la pareja. Debe tenerse en cuenta sin embargo que
las "parejas masculinas" se ven privadas de este nuevo nivel legal, y
que sería necesario legalizar la gestación para terceros, es decir, las madres
sustitutas, en espera de "herramientas" de fabricación de niños más
sofisticadas, para poder 'progresar' todavía más. El gobierno, por razones tácticas,
ha jurado a sus grandes dioses que no haría nada ... al menos durante este
período.
Lamentablemente, los más entusiastas de los miembros de su mayoría no
dudaron, el 3 de octubre, en votar una enmienda (1591) que prevé la
retro-transcripción automática, en el estado civil francés, de cualquier niño
nacido de un contrato de gestación para terceros realizado en el extranjero. Es
una apuesta segura que la desigualdad entre Francia y ciertos países, la
posibilidad de que los más afortunados de recurrir a ella, la complicidad de
algunos magistrados y el apoyo de personalidades mediáticas lograrán arrancar
la gestación por terceros (GPA) tarde o temprano, incluso si el poder simula
hábilmente renunciar a ella por ahora.
En
cuanto a la fraternidad, el tercer
término del lema que recuerda que la libertad de los individuos debe integrarse
a una dimensión colectiva, que el ciudadano obviamente limita sus deseos
personales lo mismo que reconoce una jerarquía social para el bien común del
grupo, en este caso la nación, se olvida por completo; porque la clave de la
revolución suicida que sufrimos es el individualismo rey, el narcisismo
absoluto, la libertad como emancipación de los caprichos y la igualdad
impulsada hasta el absurdo. Esta ideología mortífera pisotea la antropología
racional, las especificidades naturales y complementarias de los sexos, que las
sociedades ciertamente pueden asociar de manera diferente pero que no pueden
negar, a riesgo de autodestruirse.
Estas
dimensiones antropológica y colectiva del debate escapan a la mayoría de los
franceses, tanto ha invadido todos los cerebros la ideología del individuo-rey;
pero incluso aunque están prisioneros de ella, muchos franceses perciben las
contradicciones. Está bien, todos tienen derecho a vivir su vida sexual, pero
¿cuál es el derecho del niño? ¿No tiene el derecho, excepto en caso accidental,
de tener cerca de él las dos vertientes de humanidad: un padre y una madre? Una mayoría de franceses acepta la extensión
de la PMA, de acuerdo con el deseo de los individuos, pero otra mayoría
prefiere que el niño sea criado por un padre y una madre. El diputado LREM
Touraine, cuya obediencia no presenta ninguna duda, responde perentoriamente:
"No existe el derecho por parte del niño a tener un padre". La
brutalidad de esta declaración debe plantear otra preocupación. ¿los
partidarios aparentes de la libertad y la igualdad, no son por el contrario sus
peores adversarios? ¿No están privilegiando el comportamiento de una minoría
que, por su estatus social, puede escapar de la necesidad de solidaridad
familiar, cercana y constante más fácilmente que otros sectores de la población?
¿No están promoviendo la emancipación irresponsable de "hombres" permanentemente-adolescentes
liberados de las responsabilidades familiares? ¿No están construyendo la
pesadilla del "Brave New World" imaginada por Aldous Huxley? ¿Un
mundo totalitario, materialista, científicamente inhumano? Padre 1 y padre 2 en
lugar de padre y madre, como lo sugerió un parlamentario de LREM del norte,
mientras que la Sra. Buzyn afirmaba “doctamente” que una mujer podría asumir la
función del padre. Es este ministro quien definió al embrión como una masa de
células, cuando es un proyecto de vida. Aurore Bergé, cuya fatuidad no conoce
límites, y cuyo nomadismo político le permitió llegar a la Asamblea, se sitúa
ya en la sociedad pintada por Huxley. Sin embargo, ella tiene para la
"procreación carnal" la tolerancia cargada de piedad de los
individuos de la clase superior: "Ni en este proyecto de ley, ni hoy ni
mañana, vamos a evitar que los padres heterosexuales quieran concebir un hijo
de modo carnal”. ¡Gracias de su parte!
¿Se
puede negar totalmente a la naturaleza? ¿Se puede querer una humanidad
totalmente fabricada? Esta es la pregunta crucial de este debate. El
cristianismo había logrado un equilibrio armonioso entre la vida social y los
instintos sexuales o agresivos, regulando a uno y otro, a los segundos por su
inhibición en gran medida. El Islam está mucho más cerca de la naturaleza. Cuanto
más nuestra civilización, y nuestro país prosigan alejándose hasta negarla, más
se instalará el desorden en los comportamientos, transformando a nuestra
sociedad en una multitud solitaria más o menos sometida a una tecnocracia y ciega
a largo plazo. Y más corre el riesgo de llevar a cabo otra revolución, primero
a través de la demografía, y después por la violencia.
Christian Vanneste es un
político francés. Miembro de la UMP y RPR, fue elegido dos veces como diputado
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