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jueves, 19 de marzo de 2020

Solzhenitsyn, la revolución, y los desafíos para el Siglo XXI


Solzhenitsyn, la revolución, y los desafíos para el Siglo XXI

Por Pablo López Herrera

“Si he logrado ver más lejos, ha sido porque he subido a hombros de gigantes”
Isaac Newton (1643 –1727) 

NOTA

Estos apuntes, corresponden a una conferencia prevista para el 17 de marzo de 2020, en el Instituto Acton Argentina, a quienes agradezco haber hecho todos los esfuerzos posibles para que este mensaje llegara a nuestros amigos, especialmente a los jóvenes que no son contemporáneos de Solzhenitsyn. Si Dios quiere, algún día nos encontraremos para profundizar el dialogo… Mientras tanto, he aquí la esencia de lo no dicho personalmente.

Quizás sea este el momento, en que un virus convierte a las personas que  se nos aproximan en la mayor amenaza, en que el pensamiento de Solzhenitsyn adquiera renovado interés. Como señala Liudmila Saraskina en su biografía, "... si se considera que el siglo XIX terminó con la primera guerra mundial, lo mismo que el siglo XVIII se cerró con la Revolución francesa, entonces Solzhenitsyn nació en el verdadero comienzo del siglo XX, y, en el curso de su vida se habrá apropiado de todo el espacio histórico y todo el horizonte semántico de ese siglo.” Ceteris paribus: Si consideramos que el siglo XXI está comenzando realmente con la crisis del “coronavirus”, que da por tierra con la falaz convicción que inspiraba las vacías predicas acerca de la inevitabilidad del progreso humano a pesar de todas las señales en sentido contrario, gracias a una “evolución natural” e irracional es ahora el momento de conocer a nuestro gran escritor y combatiente, y aprender de sus reflexiones y de un liderazgo que quiso, supo y pudo navegar contra la corriente y llegar a  puerto con éxito.

Breve síntesis biográfica

La novela  “Doctor Zhivago” de Boris Pasternak (Premio Nobel 1858) fue publicada en 1957 en Italia y en 1988 en la URSS, y su capítulo final terminaba así: “Un día, Larissa Fiodorovna salió y nunca regresó. Sin duda fue arrestada en la calle. Ella debió morir o desaparecer, nadie sabe dónde, olvidada bajo un número anónimo en una lista perdida, en uno de los innumerables campos de concentración del Norte”.

Años después, como nadie nos hizo conocer la historia de esos campos Solzhenitsyn, en memoria de cuyas víctimas escribió El Archipiélago de Gulag 1 2 y 3 (1973/5/8). Con las lecturas de Un día en la vida de Iván Denísovich (1962),  Pabellón del cáncer (1968), El primer círculo (1968), Agosto de 1914 (1971; revisada y ampliada en 1983), el Archipiélago Gulag, Lenin en Zúrich (1975),  y El roble y el ternero (1975).  Por todos los acontecimientos que rodearon su vida y la escritura de estos libros, el escritor ruso ocupó justificadamente un lugar para siempre en la literatura y en la historia,.  

Nos ayuda a conocer su vida considerarla en seis partes, que se inicia cada una con un acontecimiento resonante: el comunismo, la guerra, el arresto, el reintegro a la sociedad, la expulsión de Rusia y la final “vuelta a casa”:

1)   1918-1941  - El contexto es el del comunismo de guerra (primera prueba). Allí, en Rostov (1.100.000 habitantes – 1000 kms de Moscú) con su familia, pasó su infancia, juventud, estudios escuela y universidad, (hasta los 22 años). Tuvo su vocación de escritor, fue un comunista convencido, y se casó (¿civilmente?) en 1940 y en 1957 con Natalia Alexeïevna Rechetovskaïa

2)   1941-1945 – Ahora toca la propia Guerra Mundial (segunda prueba) La experiencia de la guerra y el arresto Durante la guerra se produce un avance de la conciencia. Cuando termina, ya tiene 26 años.

3)   1945-1956: Arresto, Gulag y cáncer (tercera, cuarta y quinta pruebas) Desde los 26 hasta los 37 años pasa por el Archipiélago Gulag y luego por el exilio interior: en esta etapa (“¡bendita seas prisión!”) conoce el Gulag, el cáncer, se produce su conversión,  adquiere su compromiso con los zek de hacer conocer la verdadera historia.

4)   1956-1974: Entre los 37 y los 55 años de edad, se reintegra a la sociedad y pasa en 18 años desde la obscuridad hasta lograr tener influencia nacional por sus libros, que culmina con el premio Nobel en 1970. Entre 1957 y 1969 vive en Riazan (500.000 hab – 200 kms de Moscú). Asume el rol de escritor exitoso con su lugar en la Unión de Escritores y el de un ciudadano comprometido y activo. Ahora la vida tiene un origen y un sentido, y es vista como un camino en ascenso de purificación y de autolimitación, con un sentido profundo y trascendente. En 1972, se divorcia y se casa el año siguente con Natalia Dmitrievna Svetlova, con quien tendrá a Yermolai (1970), Ignat (1972) y Stepan (1973) . En 1965 tiene su Datcha en Rojdestvo, al borde del río Istia (al sud-oeste de Moscu)

5)   1974-1994: Expulsado de la Unión Soviética, privado de su ciudadanía, adquiere proyección internacional en un período de veinte años (desde  los 55 a los 75). Su destierro es creativo, productivo y combativo. Muestra su carácter “ruso”, muchas veces mal interpretado, de buena o mala fe. Su gran prueba aquí es vivir fuera de Rusia. La revolución está en esta época en el centro de la escena (escribe “La Rueda Roja”). Pasa una buena época de familia y educa a sus hijos con su mujer. En este período lanza sus mensajes al mundo, que tienen una gran actualidad.

6)   1994-2008: A los 75  años vuelve a Rusia donde su realismo lo hace ver la herencia del comunismo. De vuelta en su patria, su campaña final es la de intentar contribuir en la reconstrucción del país hasta su muerte a los 89 años.

De Solzhenitsyn,  su gran biógrafa Lioudmila Saraskina afirmó que. “en el curso de su vida, se habrá apropiado de todo el espacio histórico y todo el horizonte semántico de ese siglo. El siglo XXI deberá redescubrir el sentido escondido de las lecciones del siglo XX, y en consecuencia estudiar y comprender los signos que marcaron el destino de Solzhenitsyn. Comienza un pesado trabajo de acceso al conocimiento”.

Son necesarias algunas claves para entender al autor.

Enorme personaje de una vocación “múltiple”, fue escritor, documentalista, historiador, cronista, novelista,  poeta, lingüista… y además protagonista principal de muchos de sus escritos. Frente a la historia fue “juez” y profeta para su país y para el mundo. Fue un gran pensador, “filósofo”, “epistemólogo”, moralista,  creyente, “apologeta”. Y también a su manera un líder “político”, un militar, un estratega, un disidente, un “cabeza de cordada”, un líder de equipo (los “invisibles”). Y como si todo eso fuera poco, también fue un excelente marido y padre de familia… A su vocación de escritor, agregó la de luchador  y de “mega-influencer”. Su estilo de liderazgo fue superior.   

Su carácter fue el de un clásico “ruso”. André Siniavski en « La Civilisation Soviétique » describe el carácter ruso (no pensando en Solzhenitsyn) y describe varias características de ese carácter, en el que el espíritu patriótico acendrado adquiere la fuerza de un sentimiento religioso. “La patria es a veces para los rusos un principio supra individual y supra nacional que se convierte en algo como un sentimiento religioso”. Con un pensamiento con límites y contornos imprecisos: el “carácter nacional ruso le parece a Siniavski un poco “amorfo”, inacabado en su forma”, quizás debido a la cantidad de influencia de extranjeros varegues, griegos, tártaros, polacos, alemanes”. El ruso tiene un espíritu de conmiseración por el resto del mundo, animado por una especie de “compasión universal”, y se caracteriza por “una aspiración a la universalidad, a la integralidad”. Es un espíritu provisto de compasión universal, es decir, la de percibir y compenetrarse con los  sufrimientos de la humanidad, y “del deseo y la acción de aliviar, reducir o eliminar por completo tal situación dolorosa”.  Además, la elevada autoestima es un condimento que difícilmente falte.  La elevada autosatisfacción por el mero hecho de “ser ruso” lo puede transformar a este en bueno, le genera cierta desconfianza respecto de otros pueblos, y puede llevarlo de la xenofobia al confinamiento. ¿Para qué deberían los rusos aprender otras lenguas? ¿Qué nos pueden aportar que no tengamos? “la consciencia nacional rusa oscila entre la aceptación de todas las naciones, o casi todas (internacionalismo, universalismo) y el rechazo de cualquiera que no sea ruso (xenofobia).

Puede ser interesante agregar estos matices al releer el discurso de Harvard, o para entender también lo que subyace atrás de la vocación universal del comunismo ruso.

Visión del mundo de Alexander Solzhenitsyn…

En ese largo peregrinar que fue su vida, desarrolló una visión del mundo en la que todos los seres humanos estamos inmersos en tres mundos, tres “conjuntos de circunstancias” que se superponen: el mundo de la naturaleza, donde transcurre nuestra vida personal con todos los avatares de la época y lugares en que nos toca vivir, el mundo del pensamiento,  de la razón, y el mundo sobrenatural al que se accede mediante la fe

El escritor se asume como protagonista de la historia, de la que se nutre, se inserta en el mundo natural, social; del conocimiento, la ciencia y la ética racional, accede a la armonía del mundo a través del arte y de la estética, accede al conocimiento por la vía del realismo y accede al mundo sobrenatural a través de la reflexión  e incorpora en su visión las verdades de la fe, el universo de la creación, y un sistema ético con fundamento religioso

En el orden natural se acerca a la cumbre apoyado en las tres columnas de la tríada platónica, que conforman el cimiento de su pensamiento. Esto se percibe claramente respecto de la Verdad en  “Vivir sin la mentira”, respecto de la Bondad en el camino de “purificación” del Archipiélago Gulag y respecto de la Belleza en el discurso del Nobel

En el orden sobrenatural, llega a la cumbre apoyado en la revelación  en  el discurso que pronuncia al recibir el Premio Templeton.

Alexander Solzhenitsyn es consciente de que la vida tiene un origen y un sentido, profundo y trascendente, que el camino a seguir es uno de purificación y de autolimitación, que las pruebas personales son necesarias para el crecimiento, que los problemas y las soluciones del mundo residen en el interior de cada persona.

También sabe que la revolución ocupa un lugar en el centro de la escena de la historia universal. En el mencionado discurso de Templeton afirma: “Siendo ya niño, hace más de medio siglo, muchas veces oí decir a las personas mayores, para explicar las terribles convulsiones que habían quebrantado Rusia: “los hombres se han olvidado de Dios, esa es la causa de todo”. Desde entonces, he dedicado casi medio siglo al estudio de nuestra revolución. He leído cientos de libros. He reunido centenares de testimonios personales, y –para empezar a despejar los escombros- he escrito ya ocho volúmenes. Ahora bien, si me pidieran hoy precisar en forma breve, la causa principal de esa revolución devastadora, que nos ha devorado más de 60 millones de individuos, no encontraría nada mejor que repetir: “los hombres se han olvidado de Dios, esa es la causa de todo”.” “Pero, todavía hay algo más: los sucesos de la revolución rusa no pueden entenderse hoy, en este fin de siglo, sino sobre el marco de fondo de lo que ocurre en los demás países. Hay un proceso universal que se perfila claramente. Si se me exigiera señalar, en una fórmula breve, el rasgo principal de este siglo XX, nuevamente no encontraría nada más exacto, más sustancial que decir: los hombres se han olvidado de Dios.” 

Y aquí cabe detenerse en ese camino de ascenso y contemplar hasta donde lo ha llevado al escritor, y preguntarse: ¿Conocía Solzhenitsyn a Santo Tomás? …

En efecto. Como afirma en “La escala de los seres en la filosofía de Tomas de Aquino Francisco Tomar Romero de la Universidad de Barcelona: “El orden de la Naturaleza, con cada uno de los seres que la componen, se explica por la participación común de todos ellos en un movimiento ascensional, de convergencia hacia Dios, buscando la unión con El, como con su Bien.” Y cita a Santo Tomás: «De la misma manera ocurre, pues, en las partes del Universo. Cada criatura, primeramente, es para su propio acto u operación. En segundo lugar, las criaturas menos nobles son para las más nobles, como las inferiores al hombre para el hombre. Cada una de ellas, en tercer lugar, es para la perfección del Universo. Finalmente el Universo todo, con cada una de sus partes, esta ordenado a Dios como a su Fin, en tanto que representan por cierta imitación la Bondad divina, para gloria de Dios; aunque las criaturas racionales tienen por fin a Dios de un modo especial, ya que son capaces de alcanzarlo por su operaci6n conociéndole y amándole» (Summa Theologiae, I, q. 65, a. 2.)

Si no lo conocía, la evolución de su pensamiento mostraría una vez más por un lado la posibilidad y el alcance de la ”recta razón” y por el otro la potencia e importancia de su pensamiento que justo ocupa este siglo ”abandónico” como posibilidad del hombre de retomar el camino de la sensatez.

Discursos en Occidente

Desde ese camino en ascenso Solzhenitsyn hace una serie de comunicaciones, ya sea bajo la forma de artículos, reportajes o discursos, donde transmite –además de en sus libros- la visión del mundo que se ha ido formando con los años. Allí es posible apreciar los cimientos de su pensamiento integral: la verdad, el bien y el mal, las normas morales del derecho, el precio de la libertad y el mundo sobrenatural.

En su discurso del Nobel, de la primavera de 1972 (escrito en Rusia y enviado a Estocolmo) describe las circunstancias del mundo y la situación en el siglo XX. Y en ese lugar, plantea su visión de la belleza, del arte y del artista, de las escalas de valores vigentes, y del rol salvador de la literatura. Afirma que el arte tiene la posibilidad –en particular la literatura- de ayudar a un mundo contemporáneo en riesgo de desmoronamiento gracias a su renovado y cobarde “espíritu de Munich” frente al poder y la barbarie que avanzan sobre una civilización dividida por una profunda grieta que separa visiones del mundo y escalas de valores totalmente opuestas. Para Solzhenitsyn, la literatura “posee el poder de ayudar a la humanidad” con la condición de que cada escritor se asocie en la lucha vinculado con sus colegas del resto del mundo, y siempre que la literatura sea “esclava de la verdad”. Sin embargo también cree que el arte puede ser callado por el poder…

Antes de partir de Rusia se publica en el Samizdat “La fuerza de la verdad - Vivir sin mentira” que luego encontrará su lugar también en el Washington Post el 18 de febrero de 1974. Allí destaca la lucha contra la mentira como método de lucha contra la violencia, que quizás sea un más profundo enemigo de la paz que la propia guerra: “La violencia no vive en soledad y no es capaz de vivir sola: necesita estar entremezclada con la mentira. Entre ambas existe el más íntimo y el más profundo de los vínculos naturales. La violencia halla su único resguardo en la mentira y el único soporte de la mentira es la violencia. Cualquier persona que ha hecho de la violencia su método, inexorablemente debe elegir a la mentira como su principio. En sus inicios, la violencia actúa abiertamente y hasta con orgullo. Pero, ni bien se vuelve fuerte y firmemente establecida, siente la rarefacción del aire que la circunda y no puede seguir existiendo si no es en una neblina de mentiras revestidas de demagogia. No siempre, no necesariamente aprieta abiertamente los cuellos; es más frecuente que exija de sus súbditos solamente un juramento de lealtad a la mentira; solamente una complicidad en la falsedad.”

Los hombres deberían defender la verdad siempre, pero por lo menos deben comprometerse a no mentir:

“¡El simple paso de un simple hombre valiente es no participar de la falsedad, no apoyar falsas acciones! Que la mentira ingrese al mundo, que incluso reine en el mundo – pero no con mi ayuda. No obstante, los escritores y los artistas pueden lograr más: ¡pueden vencer a la falsedad! ¡En la lucha contra la falsedad el arte siempre ha vencido y siempre vence! ¡Abiertamente, irrefutablemente para todo el mundo! La falsedad puede ofrecer resistencia a muchas cosas en este mundo, pero no al arte.”

Tres años después del Nobel, Solzhenitsyn dirige un discurso al mundo occidental en territorio de los trabajadores (AFL-CIO Junio de 1975). Comienza identificándose como uno de ellos – “¡Hermanos! ¡Hermanos en el trabajo!” – y lanza al mundo occidental una advertencia sobre la naturaleza del comunismo y sus recomendaciones para una necesaria “distensión” sentada sobre bases sólidas apoyadas en los principios morales que se sitúan por encima de la ley, y donde debe estar bien clara la diferencia entre lo que está bien y lo que está mal. En ese momento en el mundo hay un doble proceso: uno de concesiones y entrega de los países occidentales al comunismo, y otro –de liberación- que proviene de los países que no sacrifican su conciencia bajo la caparazón comunista, liberan su espíritu y no pactan con el mal. Exhorta a los Estados Unidos a sumarse al segundo proceso.

En Junio de 1978 pronuncia el célebre discurso de Harvard en el que lejos de “retar” a Occidente, enumera una serie de características de la sociedad moderna occidental, entre las cuales se destacan:

1.      Problema humano: hay una falta de coraje cívico para encarar los problemas de fondo de la sociedad

2.      Objetivo de grandes masas de población: es el hedonismo y la búsqueda de placer

3.      Normas de gobernabilidad: el “estado de derecho” se basa en un “contrato social” manipulado por políticos y dirigentes

4.      Fuentes del derecho: evolucionan constantemente, y reposan en una cada vez más expansiva y costosa concepción de “los derechos y los deberes de los pueblos”

5.      Los procesos constructivos virtuosos son difíciles de llevar a cabo: es barato el costo de la destrucción y muy elevado el costo de los procesos creativos

6.      El hombre moderno focaliza más en los procesos que en las personas: para la resolución de los problemas sociales no se piensa tanto en el hombre como en los procesos de ingeniería social

7.      La opinión pública como herramienta de manipulación: se construye la “opinión pública” como si fuera la expresión libre y autónoma de los pueblos, y no lo es

8.      No hay liderazgos personales: Frente a problemas cada vez más complejos, hay cada vez menos líderes y más pequeños

9.      La civilización occidental: pese a los avances tecnológicos, es frágil y débil

10.  Relación entre progreso material y moral: el humanismo racionalista y el antropocentrismo “irreligioso” no alcanzan

11.  El materialismo: sea dialéctico o consumista, sigue vigente

12.  Occidente carece de claridad y “focalización “respecto de su destino y función en el mundo: y le resulta difícil establecer y mantener una sólida posición estratégica,  política,  militar y económica y una política estabilizadora de alianzas

13.  La libertad sin sentido: el Oeste no tiene claro cuál debe ser el fin de la propia libertad, ni el costo necesario de recorrer un camino -en subida- para pasar a una etapa superior.

Entre 1980 y 1993 también continúa haciendo públicos sus mensajes.

En 1980, en Febrero y Abril, en dos artículos en medios nacionales de los Estados Unidos en Foreign Affairs y en Time, Solzhenitsyn vuelve a señalar el error de Occidente de no distinguir en política internacional entre “un país dominado por el comunismo” y “una nación subyacente bajo una caparazón comunista”, y de tener como interlocutores válidos a las autoridades oficiales y no a los pueblos oprimidos. También analiza el futuro en cuanto a las relaciones con Rusia y con China.

En la International Academy of Philosophy, Liechtenstein, el 14 de septiembre de 1993 Solzhenitsyn le pide a Occidente que no pierda sus valores ni la estabilidad que brinda el estado de derecho que garantiza a los ciudadanos un espacio para su vida privada y la elaboración de su futuro, valores que –constata- no brotaron automáticamente a la caída del Muro de Berlín en los países del Este. Este discurso complementa el de Harvard.

Invitado a la Conmemoración de la resistencia de la Vendée, el 25 de septiembre de 1993 asiste a la inauguración de un monumento a los mártires de la Vendée y destaca a la revolución francesa como antecedente de la rusa y compara la resistencia de los mártires franceses con la de los cosacos en la revuelta de Tamblor, también ahogada en sangre.

Sobre las relaciones entre el mundo ruso y el mundo occidental pronuncia un discurso en Zúrich, en la recepción del “Cliché d´Oro” el 31 de mayo de 1974 y en una entrevista para Forbes Magazine  en Vermont (1994). [1]

Realiza sus últimas reflexiones públicas el 1 diciembre de 2006. A los 87 años, el escritor se pregunta: “¿Dios quiso que todo esto suceda? ¿Dios quiso que las cosas pasaran así? Dios nunca nos quitó la libertad de elección que nos fue dada desde antaño. Nosotros mismos creamos nuestra propia historia, nosotros mismos nos empujamos hacia el hoyo. La respuesta es que “La revolución bolchevique de octubre de 1917, fue una consecuencia directa y absolutamente inevitable de la revolución de febrero. Y lo necesario o absurdo de los sufrimientos depende de la capacidad de la gente y de los pueblos que extraen las lecciones que surgen de los hechos. Para hablar de la historia del mundo en general, considero que, si la revolución rusa no se hubiera producido, otra revolución semejante habría estremecido inevitablemente el mundo, como prolongación  de la Revolución Francesa del siglo XVIII. Porque los hombres no pueden evitar de tener que pagar por la pérdida del sentido de auto restricción, del dominio de los propios deseos y exigencias; por la codicia sin mengua de los poderosos y de los ricos (no solamente la de los hombres sino también la de los estados); por el agotamiento de los sentimientos de bondad humana.” Entrevista del Figaro de 1 de diciembre de 2006

Solzhenitsyn y la revolución

Durante diez y siete años en Vermont el autor trabaja en su gran libro sobre la revolución: La Rueda Roja. Solzhenitsyn busca y espera que Rusia vuelva a resurgir en lo mejor que pudo ser en la historia y se recupere, como lo hizo después de grandes crisis. Habrá que leer (y estudiar) la versión final de esta monumental obra.

Para Georges Nivat, en la Rueda Roja parece prevalecer como conclusión una cierta impresión “de desparramo, de vacío”, como si se tratara de una obra enorme sin conclusión definitiva: “La razón se perdió hace mucho tiempo, y ha dejado de gobernar al mundo, y sobre todo a Rusia. El perdón se ha implorado, incluso se ha acordado, pero no ha sido escuchado. Eso no-perdón es la herida secreta de ese inmenso cuerpo. Las derrotas han forjado antaño las epopeyas, pero no más ahora, no aquí: solo desparramo y vacío… Ni la razón ni el perdón gobiernan el mundo. El relato se rompe. Y nosotros quedamos sobre la ruptura de ese fracaso genial.” Georges Nivat: “El fenómeno Solzhenitsyn”.

Mientras tanto, parece necesario “contextualizar” el análisis de la revolución, que no solo es solo un proceso histórico sino multidimensional: la revolución se plantea como “partidas en simultáneo” de ajedrez.
  
Por un lado, la revolución es territorial: europea, francesa, rusa, universal, islámica (se imponen quienes saben lo que quieren y van por ello: Robespierre - Lenin)... “Con la razón o por la fuerza”. Pero también puede ser cultural, sexual y “cósmica”, y puede ir reemplazando en los pueblos las “certezas clásicas” por las “certezas revolucionarias”, aún sin cambio violento de régimen. Cualitativamente, ¿es también revolución la cultural, la sexual? ¿y 1968? (Mayo francés), ¿y Gramsci?. La Revolución ¿es “para ser libres” o “para que un gobierno imponga una ideología utópica”?.

“Como los demonios entraron en la piara de cerdos”  Dostoievski 

La actualidad de la cuestión es clara. Caído el muro, la revolución siguió avanzando... y es posible que al comenzar el siglo XXI, el mundo occidental no está a salvo de  la revolución, tanto geográfica como cultural.

Por eso se impone un “reframing”, y arrancar por el ´principio, y preguntarnos ¿qué es una revolución? Veremos que “la revolución” no empieza y termina sino que se transforma y adapta, y se constituye como instrumento de una lucha de todo tiempo y lugar por la íntegra y continua reformulación de la vida de las personas y de la sociedad.

Para reconocerla veremos que exhibe generalmente la creación de una o muchas “contra instituciones” dentro de las existentes y establecidas, la generación de “nuevos estados dentro del estado” con sus propias normas en ruptura con las vigentes, la arbitrariedad, el miedo y el terror son legitimados como métodos de conducción y de gobierno, también vemos como se producen la ruptura y la caducidad del sistema y del orden jurídico anterior y los revolucionarios se apropian arbitrariamente de la representatividad del “pueblo”. Otro aspecto es que la revolución reviste un carácter internacional, pasando por encima de las fronteras y las leyes de los países, y provoca normalmente una explosión en el campo cultural y en las costumbres impresas en la naturaleza humana desde sus orígenes.

El problema es que como afirmaba alguien “los estados que no son capaces de transformar la realidad, provocan ellos mismos las circunstancias que dan lugar a las revoluciones.” (¿Tocqueville, Chateaubriand?). Con lo que los mismos enemigos de la revolución la provocan por su ineficacia y sus errores.
Un punto clave es que la revolución no triunfa en el momento de tomar el poder, sino cuando logra reemplazar a aquel que reemplaza de modo integral e irreversible. Cuando se da el “¡nunca más! del anterior régimen, sus normas y valores, la revolución ha logrado uno de sus mayores logros.

Las revoluciones han cambiado, precipitado o reemplazado ideas, personas o grupos dirigentes y procesos políticos, han modificado el contenido y la práctica de los fundamentos sobre los que se han construido y mantenido las naciones y las civilizaciones, han provocado la destrucción del estado de derecho, de la propiedad privada, de la libertad económica, de la educación, de la estructura de la administración  estatal (burocracia), de las tradiciones, de la religión, y de la pérdida de respeto por la vida y la familia.

Las ideas, personas y procesos revolucionarios, han sometido las sociedades al arbitrio de un poder omnímodo, sin tener sus promotores y partisanos la necesidad de rendir cuentas a nadie. En Rusia, luego de setenta años de revolución, a nadie se le ocurrió hacer el equivalente del juicio de Núremberg…
Para Stalin, la revolución significaba algo “… como un desarrollo donde se pasa de insignificantes y ocultas transformaciones cuantitativas a cambios cualitativos fundamentales; cambios que nos se producen paulatinamente, sino en forma rápida, repentina, como saltos de transición de una situación a otra”

Revolución y civilización

Todas las familias felices son iguales;  cada familia infeliz es infeliz a su manera
León Tolstói (Ana Karenina)

Aplicando la analogía, podría decirse también que las civilizaciones se parecen en sus características generales, pero las revoluciones tienen sus peculiaridades. Parecería que en realidad lo opuesto de la revolución es la civilización. La civilización y la revolución se ocupan de las mismas realidades, pero con signo opuesto: donde una suma, la otra resta... El desafío permanente, y por lo tanto de actualidad es el de Revolución vs. Civilización

Se reconoce un proceso creativo civilizador (el verdadero progreso de las naciones) cuando abarca los aspectos sociales, culturales y morales de la sociedad y cuando prevalecen la armonía y el orden social, la disciplina económica, la burocracia no es paralizante, hay buena educación, los cimientos culturales son valorados, se percibe la fortaleza de la tradición, las creencias espirituales ocupan un lugar central, y hay una  visión teocéntrica de la realidad, se práctica la religión y hay una valoración y defensa de la vida humana.

Por otra parte se reconoce el proceso destructivo de la revolución cuando prevalecen la decadencia social, cultural y moral de la sociedad, y hay sectores de significación que procuran la anarquía y el caos, la destrucción de la economía, la burocracia es influyente, hay deterioro educacional, decadencia cultural, se da una preeminencia de una hermenéutica de la ruptura, reina el materialismo y la inmoralidad a gran escala, hay una supremacía del agnosticismo y del ateísmo y una desconsideración por la vida humana.

Lo interesante es que lo contrario de la Revolución no es la Contrarrevolución, sino la misma civilización. Y que tampoco el problema es “geográfico”.

Hace pocos meses, Roger Scruton pronunció un discurso con motivo de recibir una mención honorífica, y su planteo muestra una salida posible al enfrentamiento geográfico. En “The Last Speech: “A Thing Called Civilization””, Sir Roger Scruton. Si bien el tema no es “la revolución”, lo que afirma sirve a nuestra reflexión. Habla del “problema de la invasión del mundo académico e intelectual por parte de grupos activistas que no se toman la molestia de aprender lo suficiente como para saber a qué se enfrentan, pero sin embargo definen su posición en términos de agendas políticas.”

Su conclusión es magistral: “mi mensaje final es que no debemos desesperarnos respecto de la civilización occidental. Solo debemos tener cuidado en reconocer que no estamos hablando de algo estrecho y de mentes pequeñas llamado Occidente. Estamos hablando de algo abierto, generoso y creativo llamado civilización.” (Septiembre 19, 2019 ISI – Struton murió el 12 de enero de 2020)

... Y aunque Solzhenitsyn no llegó a una “séptima vida” de síntesis, no cabe la menor duda del lugar que ocupó entre “revolución y civilización”. Volviendo a Solzhenitsyn, en “La revolución de 1989 treinta años después”, afirma Daniel J. Mahoney que “la experiencia de la revolución ideológica nos enseña que todas las formas de maniqueísmo que afirman saber con certeza quién es la víctima y quién es el victimario, carecen de auto-conocimiento, de prudencia política y de sabiduría espiritual. Solzhenitsyn en El Archipiélago Gulag transmite palabras de sabiduría y muy relevantes para todos los tiempos. En un pasaje memorable escribe que “la línea que separa el bien y el mal no pasa a través de los estados, ni entre las clases, ni entre los partidos políticos, sino a través de cada corazón humano, y a través de todos los corazones humanos. Esta línea cambia. Dentro de nosotros, oscila a través de los años... Es imposible expulsar el mal del mundo en su totalidad, pero es posible reducirlo dentro de cada persona””

Su pensamiento se dirigía tanto a Occidente como a Rusia y a toda la humanidad. El creía que el verdadero progreso no es el de un sistema político ni el de un país o un estado, o una clase, sino que es el resultado de la suma de “acciones individuales” que actúan como una invisible “correa de transmisión”  por las que se transmite el bien a la sociedad. Decía el autor que no veía “ninguna salvación para la humanidad fuera de la auto restricción de cada individuo y de cada pueblo”.  La idea está desarrollada en su escrito sobre “El arrepentimiento y la moderación como categorías de la vida de las naciones”, donde afirma que “no se puede construir una buena sociedad sobre malas relaciones entre la gente; no se puede construir una buena humanidad sobre las malas relaciones, sobre relaciones malhumoradas entre las naciones. … Se trata de introducir en las relaciones entre los estados, las reglas de la moral individual: no hagas a los demás lo que no quieres que te hagan a ti”. Estas apreciaciones, se entienden solamente en el marco de una transformación de la sociedad entera, necesariamente solo posible en el largo plazo.

Los problemas y las soluciones del mundo residen en el interior de cada persona.



[1] Pero también habla y escribe para su país. Destacamos como mensajes significativos  a Rusia:  Una carta a los dirigentes de Rusia del 5 de septiembre 1973 en que da sus “sugerencias” para el futuro. Habla de principios, régimen político, autoridad, importancia de la verdad, consenso, religión y estado, política exterior… Finalmente de vuelta en casa, pronuncia tres discursos en la Universidad de Rostov (20.9.1994), en la Duma (28.10.1994) y en la Universidad de Sarátov (13.9.1995) Entre otros temas siempre plantea el futuro de Rusia, pero también propone la descentralización gubernativa y restauración del zemtsvo, funcionamiento de la economía, la conducta moral de los diputados que debería servir de ejemplo, el problema de la representatividad, las fronteras de Rusia, entre muchos otros temas. En una entrevista a Vesti Nedeli (2005) habla sobre la democracia, sobre la dictadura de los partidos políticos y de los profesionales de la política, sobre el autogobierno, sobre el desmembramiento de la URSS, el surgimiento de los nuevos ricos, las privatizaciones…

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