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sábado, 1 de marzo de 2014

Estos son los sacrificios humanos de nuestro tiempo.


Defensa de la vida

por Carlota Sedeño Martínez



“Vivimos en una era en la que se define la condición de persona cada vez con más requisitos, de modo que cada vez somos menos los que superamos el listón; en una era que prácticamente ha abjurado de los valores morales, de forma que podemos tratar a las personas como objetos. Sí, el aborto nos ha ayudado a aprender a hacer eso.” El que hizo estas afirmaciones sabía muy bien lo que decía ya que se trata del Dr. Bernard Nathanson que fue director del Centro de Salud Reproductiva y Sexual, entonces, la mayor clínica abortista del mundo. Este ginecólogo de Nueva York practicó a lo largo de los años unos 75.000 abortos. Al desarrollarse la ecografía en la década de los 70, observó un aborto en tiempo real y ello le condujo a reconsiderar todo hasta llegar a ser un defensor de la vida. 

Viajó por muchos países dando conferencias y mostrando un vídeo: “El grito silencioso”. Posteriormente, mostró un documental: “El eclipse de la razón.”


“Yo soy uno de los que ayudaron a marcar el comienzo de esta era de barbarie” fue otra de sus afirmaciones. Desarrolló la “teoría del vector de la vida” en la que explica que, desde el momento de la concepción, existe “una fuerza auto-dirigida de vida que, si no se interrumpe, dará lugar al nacimiento de un bebé humano.” Nathanson se definía a sí mismo como un “ateo judío” y hablaba del tema de la vida y su eliminación desde su experiencia práctica durante años. Realizó el aborto de su propio hijo al quedar embarazada la que entonces era su novia (él había tenido ya dos divorcios). Se negó, entonces, a un nuevo matrimonio y, además, consideró que no se daban las circunstancias socio-económicas necesarias. Dice a este propósito que fue “un egregio ejemplo de la coacción ejercida por los hombres en la tragedia del aborto.”
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