domingo, 18 de mayo de 2014

Argenzuela: las consecuencias de este Macondo del siglo XXI se sentirán por décadas


La historia de Argenzuela

por Héctor E. Schamis 

En 1867 se creó el Imperio Austro-Húngaro, la unión de dos casas reales. El último capítulo de los Habsburgo funcionaba con un jefe de Estado, Francisco José, y dos gobiernos en paralelo con dos capitales, Viena y Budapest. La defensa y la política exterior estaban centralizadas en el emperador y existía una unión aduanera, pero las demás funciones eran autónomas, con dos parlamentos y sus respectivos primeros ministros que coordinaban los procesos legislativos. Bien engorroso, pero el Imperio fue una de las grandes potencias europeas en la segunda mitad del siglo XIX, hasta que se disolvió en 1918 al ser derrotado en la Primera Guerra Mundial.

Argenzuela, país con dos capitales en América del Sur, Buenos Aires y Caracas, también fue creada por el acuerdo político de dos poderes cuasi monárquicos, el de los Kirchner y el de Chávez. La idea se inició a mediados de la década pasada, cuando Argentina todavía estaba bajo los efectos del default y Venezuela adquirió bonos de deuda, según algunos por amistad y solidaridad, según otros por tasas de interés más elevadas que las del FMI. Continuó con la elección de Cristina Kirchner en el 2007, cuando Venezuela contribuyó a su campaña con recursos monetarios, la renombrada maleta de Antonini Wilson, y se profundizó después del deceso de Néstor Kirchner, cuando la política económica comenzó a parecerse de manera considerable.

El alto déficit fiscal financiado con emisión, la complicadísima e ineficiente política cambiaria y el irracional proteccionismo, que restringe tanto insumos industriales como hospitalarios, son realidades comunes más recientes, posteriores al 2010. La política exterior también comenzó a coordinarse de manera creciente desde entonces, como la nacionalización de la siderúrgica de Techint en Venezuela –que contó con el llamativo silencio de la embajada argentina– y la expulsión de Paraguay del Mercosur –pretexto para integrar a Venezuela al bloque– o como en el caso de decisiones con objetivos menos claros; por ejemplo, la nunca explicada relación triangular con Irán.

Pero, más allá de las políticas, Argenzuela recién tomó verdadera entidad con la estrategia de la perpetuación, exitosa o fallida, y por medio de los instrumentos utilizados para tal fin. En ese sentido deben entenderse la estigmatización de la prensa –el enemigo todopoderoso–, la intimidación a los periodistas –sus agentes– y el acoso a jueces y fiscales independientes –sus supuestos intelectuales orgánicos–. Como estrategia concreta fue más exitosa en Caracas que en Buenos Aires, indudablemente, pero la construcción narrativa de la misma y su representación escénica fueron igual de intensas en ambos lugares. No en vano ya han sido quince años de chavismo y serán doce de kirchnerismo.

Las consecuencias de esta historia –este Macondo del siglo XXI, muy real y nada mágico– sin embargo se sentirán por décadas, tendrán efectos duraderos en las normas sociales y la cultura.

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