Lo que le espera a Cristina
Realidad estresante
por Nelson Castro
La Presidenta ha completado exitosamente el período de convalecencia neurológica tras la operación de drenaje del hematoma subdural frontotemporal derecho a la que fue sometida el 8 de octubre pasado. La observancia estricta por parte de la paciente de las indicaciones médicas fue de vital importancia para su buena evolución. Viene ahora otra etapa: la del progresivo reingreso al ejercicio pleno del poder. Como ya se dijo en anteriores columnas, es éste el desafío más importante que deberá enfrentar Cristina Fernández de Kirchner. En ello continuará trabajando el doctor Facundo Manes. El parte médico del día de ayer nada indica sobre el momento en que la Presidenta reasumirá el ejercicio de sus funciones. En principio, eso se sabrá recién mañana. Habla, en cambio, de la limitación para realizar viajes aéreos y de la necesidad de completar los estudios cardiológicos. De ahí, el Holter prolongado que se le está haciendo con la finalidad de hacer una evaluación fina del bloqueo de rama izquierda que padece la paciente y determinar el curso de acción a seguir. El dilema a resolver es si colocarle un marcapasos o no, alternativa que en la semana que pasó se consideraba poco probable.
A la jefa de Estado le aguardan días complejos desde el vamos. Los problemas no son pocos: la inflación, las consecuencias del resultado electoral, los reclamos sociales que van en aumento, los efectos colaterales del nocivo cepo cambiario y las crecientes tensiones dentro del Gobierno. El nivel de desconcierto que reina en el gabinete ha hecho que las rencillas entre sus integrantes se multipliquen. Allí casi nadie sabe bien qué está pasando con la Presidenta. Para peor, está Amado Boudou cuyo “acting” –ordenado desde Olivos– produce en muchos funcionarios sentimientos mezclados de impotencia e indignación. El cada vez más cuestionado vicepresidente se limita a encabezar los actos y a firmar los decretos que le indica la Presidenta.
Boudou es una figura errante sin ningún ascendiente sobre ministros, secretarios de Estado y legisladores. Su falta de contacto con la gestión es evidente. Por eso es que muchas veces queda pagando, circunstancia que sus adversarios internos celebran. Para peor, su situación judicial se agrava. El ritmo de las investigaciones de las causas que lo involucra lo va comprometiendo cada vez más, semana tras semana.
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