viernes, 24 de febrero de 2017

Junto con el Papa reconocemos que estamos en momento decisivo y como se resuelve esta “crisis que se agudiza” depende de la participación y acción de los movimientos populares.


Mensaje desde Modesto. I Encuentro de Movimientos Populares de los EEUU


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Líderes de los movimientos populares de varias partes de los Estados Unidos, junto con nuestros hermanos y hermanas de 12 países se reunieron en Modesto, California, del 16 al 19 de febrero del 2017, para la I reunión regional de los Movimientos Populares en los Estados Unidos. Se unieron a nuestra reunión dos docenas de Obispos católicos, el Cardenal Peter Turkson, el personal de la Campaña Católica por el Desarrollo Humano y el Dicasterio para el Desarrollo Humano Integral del Vaticano.

Vivimos diariamente la realidad que el papa Francisco describe cuando dijo que nuestras familias y comunidades están siendo atacadas por un “sistema que causa enormes sufrimientos a la familia humana, atacando al mismo tiempo la dignidad de las personas y nuestra Casa Común para sostener la tiranía invisible del dinero que solo garantiza los privilegios de unos poco”. Junto con el Papa reconocemos que estamos en momento decisivo –un “giro histórico”– y como se resuelve esta “crisis que se agudiza” depende de la participación y acción de los movimientos populares.

Con este sentimiento, transmitimos el siguiente mensaje urgente a los miembros y líderes de los movimientos populares en los Estados Unidos y globalmente, y a la Conferencia de Obispos de los Estados Unidos y el papa Francisco.

CREEMOS que cada ser humano es sagrado y tiene derecho a agua potable, educación, atención médica, vivienda y trabajos dignos para mantener a su familia. Todos los pueblos son protagonistas de su futuro. Cada uno de nosotros tenemos derecho a ser incluidos en las decisiones que impactan nuestras vidas. Nuestros líderes de fe y congregaciones son llamados a acompañar a aquellos que están sufriendo. Seremos recordados no por nuestra empatía, sino que por las acciones que tomemos. Nuestra economía debe estar al servicio de la gente y no del capital. El racismo y todas la formas de jerarquía del valor humano, ya sean basados en el color de la piel, el género, la orientación sexual, habilidad física, registros de arrestos y condenas, estatus migratorios, religión o etnia son inmorales.

SENTIMOS EN CARNE PROPIA el dolor causado por la discriminación racial y la opresión económica. La falta de buenos trabajos, vivienda económica, agua potable y aire están literalmente matando gente. El racismo está despojando de su humanidad a los negros, latinos, asiáticos, musulmanes, pueblos nativos y dando licencia a los abusos de parte de la policía y la encarcelación masiva, y creado una crisis de desplazamiento y de gente viviendo en las calles sin techo. Las redadas y las órdenes ejecutivas de la Administración de Trump están transfiriendo las responsabilidades de todos los males a los inmigrantes y destruyendo nuestras familias.

ENTENDEMOS que una élite pequeña está haciéndose cada vez más rica y poderosa a costas del sufrimiento de nuestras familias. El racismo y la supremacía de la raza blanca son el pecado original que hace que la sociedad americana sea excepcional. Estos continúan justificando a un sistema capitalista sin regulaciones que idolatra a la acumulación de riqueza encima de las necesidades humanas. A menudo nuestras comunidades de fe y líderes religiosos han fracasado en denunciar la codicia y en estar al lado de los pobres y los más vulnerables. Los problemas que estamos encarando están interrelacionados y requieren de todas nuestras voces y acciones.

Como el papa Francisco nos dijo: “La gangrena de un sistema no se puede maquillar eternamente porque tarde o temprano el hedor se siente y, cuando ya no pude negarse, surge del mismo poder que ha generado este estado de cosas la manipulación del miedo, la inseguridad, la bronca, incluso la justa indignación de la gente, transfiriendo la responsabilidad de todos los males a un “no-prójimo”.

Proponemos las siguientes acciones:

1. Santuario

Urgimos a cada comunidad de fe, incluyendo todas las parroquias católicas, a declararse santuarios para la gente que se está enfrentando a la deportación y para aquellos que están siendo perseguido a causa de su religión, raza o creencias políticas. Ser santuario puede incluir dar alojo a las familias en riesgo de deportación, hacer foros para enseñar a la gente a defender sus derechos y organizando equipos de respuesta rápida. Todas la ciudades, condados y estados deben adoptar leyes locales para desentablar relaciones con ICE y sacarlos de nuestras escuelas, cortes y cárceles, no entregar a la gente a ICE y dar un alto a toda practica que criminaliza a la gente de color por medio del uso agresivo de la policía y la sobre-encarcelación.

Como nos dijo el papa Francisco: “¿Quien es el hotelero? Es la Iglesia, la comunidad cristiana, las personas solidarias, las organizaciones sociales, somos nosotros, son ustedes, a quienes el Señor Jesús, cada día, confía a quienes tienen aflicciones, en el cuerpo y en el espíritu, para que podamos seguir derramando sobre ellos, sin medida, toda su misericordia y la salvación.”

2. Perturbar e interrumpir la opresión y la deshumanización

Debemos poner nuestros cuerpos, dinero y poder institucional en riesgo para proteger a nuestras familias y comunidades, usando herramientas que incluyan boicots, huelgas, y desobediencia civil.

Como nos dijo el Obispo Roberto McElroy, “Debemos perturbar a aquellos que desean enviar tropas militares a nuestras comunidades para deportar a los indocumentados, para destruir nuestras familias. Debemos perturbar a aquellos que hacen del refugiado un enemigo. Debemos perturbar a aquellos que nos enseñan a ver a los hombres y mujeres musulmanes como un peligro en vez de como hijos de Dios. Debemos perturbar a aquellos que nos quieren arrebatar el acceso a la atención médica, y que quieren quitarnos la comida para nuestros niños.”

3. Liderazgo valientemente profético de las comunidades de fe

En este momento de miedo y ansiedad, urgimos a nuestro clero y a las comunidades de fe a hablar y actuar valientemente en solidaridad con nuestra gente. Como el Cardenal Tobin compartió con nosotros, hay veces que se requiere que nuestros líderes de fe caminen al frente para demostrar que no tienen miedo. Pedimos a nuestros Obispos católicos que escriban un documento que delinee acciones específicas para que las diócesis y parroquias protejan a las familias en el área de migración, racismo, trabajos, vivienda y el medio ambiente.

4. Un pueblo, una lucha

Nos comprometemos a derrumbar los muros que dividen nuestras luchas. No permitiremos a las corporaciones y a las élites políticas que nos pongan a unos en contra de otros. Estamos en una lucha para reconstruir una sociedad en que cada persona sea vista como un ser humano completo, que tenga voz en las decisiones que afectan a su vida y que pueda prosperar y alcanzar su potencial humano.

5. Semana internacional de acción del 1-7 mayo 2017

Hacemos un llamado a los pueblos de los Estados Unidos y en todo el mundo a realizar una acción colectiva contra el odio y los ataques a nuestras familias en la semana del 1-7 de mayo del 2017.

6. Encuentros estatales y regionales de los movimientos populares

Proponemos que se hagan reuniones de movimientos populares en nuestros varios estados en los próximos 6 meses para traer este documento, la visión de los Encuentros Mundiales y el mensaje del Papa de esperanza y valor a cada comunidad en los Estados Unidos.

7. Educación popular

Proponemos que se desarrolle un currículo para un programa de educación popular para equipar a la gente con la capacidad de tener un análisis y las herramientas para transformar el mundo. Nos enfocaremos en el desarrollo y el liderazgo de la juventud. Aprenderemos de la sabiduría de nuestra fe y las tradiciones culturales, incluyendo la enseñanza social católica. Reconocemos que nuestro ser espiritual y político son inseparables. Tenemos una obligación moral de confrontar y perturbar/interrumpir la injusticia.

8. Poder político

Para defender a nuestras familias y proteger nuestros valores debemos construir poder político. Debemos hacer que las decisiones electorales reflejen las necesidades de nuestras comunidades, a través de esfuerzos masivos para alcanzar a los votantes que han sido ignorados o usados y descartados por candidatos y partidos políticos. Debemos exigir a los oficiales electos que respeten el bien común y dar valor a nuestras comunidades para que tomen liderazgo ellos mismo, incluyendo ser candidatos para cargos públicos, para que podamos gobernar nuestras propias comunidades

Modesto, California. 19 de febrero 2017

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