lunes, 7 de noviembre de 2016

Teología de la Liberación, gnosticismo y cultura homosexual



Entrevista a la Dra. Anca M.Cernea (II.-Teología de la Liberación, gnosticismo y cultura homosexual)

 
 

Mª Virginia Olivera de Gristelli




 


“El marxismo, sea clásico o cultural, funciona como un fenómeno religioso, como la fe cristiana invertida.“.

“La defensa de la vida, la familia y la moral es muy importante, pero hay más que defender. Necesitamos recuperar nuestro mundo de las manos de los revolucionarios.”

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Publicamos a continuación la II -y última- parte de la entrevista a la Dra. Anca M. Cernea, auditora rumana del último Sínodo de la Familia:

7) ¿Cree ud. que se está produciendo de nuevo un avance de la Teología de la Liberación, especialmente en Hispanoamérica? en caso afirmativo, ¿qué opina de ello?

No sé si es un avance, pero de todas maneras veo que, a medida que el marxismo clásico (como consecuencia de su espectacular fracaso económico) tuvo que cambiar de forma, y hoy en día lo que prevalece es el marxismo cultural, también la teología de la liberación fue mudando poco a poco de acento, desde la “lucha armada” de la “clase obrera” hacia el ambientalismo, el indigenismo, el feminismo, “la lucha contra la discriminación por causa de orientaciones sexuales”.

Para entender este tipo de transformación hay que tener en cuenta lo que significa para los marxistas la dialéctica, la unidad y la lucha de contrarios y el primado de la praxis revolucionaria - es decir la adaptación de la teoría marxista a las circunstancias, para facilitar la toma/conservación del poder por los comunistas. (En realidad, esto no es sino una justificación sofisticada del recurso sistemático a la mentira, que es la esencia misma del marxismo.)

Toda la historia desde la Unión Soviética hasta la Rusia de Putin es una sucesión de transformaciones “dialécticas”, entre formas hard y soft: por ejemplo, a la violencia y al genocidio de la Revolución Bolchevique le siguió una aparente “liberalización”, la Nueva Política Económica de Lenin. Luego vino Stalin, otra vez con represiones sangrientas, campos de concentración, millones de víctimas, luego Jruschov condenó los abusos de Stalin e inauguró un aparente deshielo, luego Breznev volvió a un totalitarismo de tipo Stalin, luego vino la perestroika de Gorbachov y ahora Putin está restaurando la Unión Soviética. Las metástasis comunistas difundidas por la URSS, que son los “errores de Rusia” de las que Nuestra Señora de Fátima había dicho que iban a ser diseminadas por todo el mundo, siguieron el mismo modelo.

Esos cambios no deben engañar, se trata únicamente de diferentes formas del mismo movimiento. Como explicaba el filósofo brasileño Olavo de Carvalho, la teología de la liberación no es una teología, sino un movimiento revolucionario, por lo tanto no es suficiente que la Iglesia haya denunciado las teorías de sus líderes, porque el movimiento sigue con la misma estructura y funcionando como si nada.



8) Rumania vivió el marxismo soviético, pero también el cultural, gramsciano; ¿qué papel cumple en este último el cambio de la tradición religiosa y el falseamiento de la memoria histórica? ¿Cómo cree que debe responder a ello la Iglesia?

Ambos tipos de marxismo tienen como rasgo esencial el cambio de la tradición religiosa y el falseamiento de la memoria histórica. Como sabemos, el comunismo es un fenómeno satánico, de odio y revuelta contra Dios, según mostró Richard Wurmbrand en su libro “La Otra Cara de Karl Marx”. La Iglesia tiene por excelencia la misión de reconocer cualquier error, cualquier amenaza de naturaleza religiosa y denunciarla, condenarla, para proteger a los fieles.

El comunismo se funda en la mentira, y tiene muchos crímenes en su pasado que ocultar. Además, se sabe que “quien controla el pasado controlará el futuro”, decía Orwell.

En cuanto a la verdad histórica, la Iglesia también tiene el deber de defenderla, de no dejar que la sociedad adopte, bajo el pretexto de una ilusoria “reconciliación” la narración comunista de los acontecimientos históricos. La Iglesia debe ser madre de todos, pero no puede dejar de defender la verdad, no puede situarse en una posición de neutralidad entre los mártires y los asesinos.

Es un tema muy importante, y merecería ser tratado de manera más extensa. Me permito sugerirles un artículo que me parece relevante, del periodista español Hermann Tertsch, que pueden leer aquí.



9) ¿Y qué papel juega hoy el marxismo cultural en las democracias liberales?

Casi todos los países de Europa Occidental (incluso las estructuras de la UE), Estados Unidos, Canadá y la mayoría de los países latinoamericanos están siendo gobernados por marxistas culturales. Algunos son ex- o actuales marxistas clásicos, otros son de la generación de 1968, o alumnos de Marcuse y de Saul Alinksi.

Esta dominación política es resultado de la hegemonía cultural que, siguiendo las instrucciones de Antonio Gramsci, fue conquistada antes, por la ocupación de espacios dentro de las instituciones, los medios de comunicación, la educación, la cultura, las Iglesias.

Como lo explica el escritor polaco Bronislaw Wildstein, la derrota económica del comunismo hizo que se borrarán las diferencias anteriores entre socialistas y liberales. Los primeros aceptaron en principio la libertad económica, y se concentraron en la revolución cultural. Los segundos fueron aceptando cada vez más el control creciente del gobierno y de los organismos internacionales en la economía, y se dejaron llevar sin objetar por los marxistas culturales en su empeño contra el cristianismo, contra la identidad nacional, en su apuro de re-proyectar la sociedad, la familia y hasta el ser humano y su identidad sexual.

Porque el marxismo, sea clásico o cultural, funciona como un fenómeno religioso, como la fe cristiana invertida. Hubo muchos comunistas que murieron gritando “Viva Salin”, al ser ejecutados por orden del mismo. Pero no hubo casos de liberales dispuestos dar su vida por el impuesto único. El liberalismo por sí mismo no tiene dimensión religiosa (aunque los liberales individuales puedan tenerla): solo se contenta de defender la libertad económica, sin preocuparse mucho por el marco cultural que ella necesita para existir. Así que la “fe” de los marxistas casi siempre acaba llevando a los liberales consigo como una avalancha, llegando a dominar en democracias liberales.

Pero no debemos olvidarnos de que el marxismo cultural no es un fenómeno occidental, es un arma inventada por los enemigos de la Civilización Occidental para destruirla - mejor dicho para que ella se auto-destruya.


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Leer más aquí: infocatolica.com 
 

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