martes, 23 de febrero de 2016

En El nombre de la rosa o El péndulo de Foucault late la misma aversión gnóstica al cristianismo que ya existió en los primeros tiempos.


Umberto Eco, el «padre» culto de Dan Brown que Ricardo de la Cierva y Vintila Horia osaron denunciar




por Carmelo López-Arias / ReL

Cuando Umberto Eco (1932-2016), fallecido el pasado viernes, presentó en 2010 su novela El cementerio de Praga, deslizó una sutil crítica a El Código Da Vinci al afirmar que su nueva obra gustaría a varios tipos de lectores, el primero de ellos "el de los que se ha tomado en serio incluso a Dan Brown".

Marcaba así las distancias entre sí mismo, un erudito catedrático de Semiótica de rigurosa formación académica, y el escritor norteamericano que en 2003 logró uno de los mayores éxitos editoriales de todos los tiempos con una obra ayuna de todo rigor histórico y filosófico de cualquier clase, pero cuyo argumento anticatólico convino a muchas personas tomar como realidad, más que como novela.

En su glosa obituaria de Eco, Juan Manuel de Prada ha destacado, sin embargo, que El nombre de la rosa incendió la imaginación "de una patulea de plumíferos ignaros" (de los que Dan Brown fue sólo un "epítome internacional") que, "en su afán de emularlo", escribieron "bodrios de apariencia histórica o detectivesca... [que] repiten en versión casposa la refutación del cristianismo probada por Eco" a base de "templarios, sábanas santas y santos griales".

Prohibido discrepar de "El nombre de la rosa"

Precisamente porque no venía de un Dan Brown, sino de todo un Umberto Eco, era realmente muy osado en los años ochenta denunciar las cargas de profundidad anticristianas de El nombre de la rosa, que, tras la novela de 1980, multiplicaron su efecto durante toda la década con la película de 1986 dirigida por Jean-Jacques Annaude interpretada por Sean Connery.

En España, entre las reacciones con impacto mediático, lo hicieron dos sabios catedráticos capaces de percibir el alcance filosófico y teológico de las obras de Eco: Vintila Horia (1915-1992) desde las páginas de El Alcázar y Ricardo de la Cierva (1926-2015) desde las del Ya y el ABC.

Ricardo de la Cierva: un ataque a la Iglesia

De la Cierva, en una Tribuna Abierta en ABC del 4 de enero de 1985, bautizaba incluso con el nombre del filósofo italiano una de las seis líneas de ataque "contra el pensamiento, la tradición y las raíces de la Iglesia católica", y la situaba como primera en un elenco que completaban la línea Joyce, la línea Ambrosiano, la línea masónica, la línea búlgara y la línea Gramsci.

La "línea Eco" que suponía El nombre de la rosa era "el grito de guerra del nominalismo contra el realismo", "la exaltación del carisma heterodoxo contra la tradición jerárquica", "la descalificación grosera de los ángeles de la Iglesia (Ángela de Foligno, Tomás de Aquino) en favor e iluminados, herejes y cátaros".

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