viernes, 13 de noviembre de 2015

El padre Wojciech Giertych, teólogo de la residencia papal, sobre la reunión de obispos convocada para examinar los retos de la familia.


Teólogo del Papa: «Las conferencias episcopales no pueden cambiar la doctrina»


«NADIE TIENE DERECHO A LA COMUNIÓN»


El padre Wojciech Giertych, teólogo de la residencia papal, se sentó con LifeSiteNews durante la última semana del Sínodo de la Familia para discutir algunos de los temas considerados durante la reunión de obispos convocada para examinar los retos de la familia.


(Life Site News) La conciencia es una ventana a la verdad, de acuerdo al teólogo papal. Y un acto de conciencia es un acto de razón, no algo que se confunda con los sentimientos.

Sin embargo, como teólogo de cabecera del Papa, el padre Giertych es un recurso valioso para tratar temas del Magisterio de la Iglesia. Y es capaz de ofrecer claridad en algunas de las áreas discutidas ampliamente en el sínodo.

Dada la cuestión subyacente de la conciencia durante las reuniones del sínodo, LifeSiteNews le preguntó al padre Giertych sobre la indiferencia al pecado en la sociedad y sus implicaciones. Estuvo de acuerdo que hay una ausencia de sentido de pecado en muchas partes del mundo, y que sus efectos están teniendo consecuencias en la vida de las personas.

«Si la percepción de la verdad moral es confusa, la gente está perdida» dijo el padre Giertych. «La gente no está muy segura de lo que es correcto y lo que está mal».

A resultas de esto, se recurre a la conciencia como una forma de permitirle a la gente actuar según sus impulsos y deseos, sin considerar el pecado o sus consecuencias.

Con respecto al sínodo, un término que recibió atención fue la «inviolabilidad de la conciencia», que busca establecer la conciencia individual como la máxima autoridad, sin necesariamente antes definir qué es la conciencia. El padre Giertych le dijo a LifeSiteNews que hay que ser cuidadosos con lo que se entiende por «conciencia». «La conciencia es el acto de la razón práctica», dijo.

«Mucha gente confunde la conciencia con los sentimientos» dijo el padre Giertych. «Los sentimientos son secundarios; la conciencia es una ventana a la verdad… la conciencia debe ser formada para ver la verdad».

«No debemos confundir nuestra conciencia con nuestros sentimientos», continuó. «Al contrario, debemos ir a la verdad de la cuestión. Una aplicación de conciencia no es una cosa arbitraria».

«Tienes que percibir la verdad de la materia» declare el padre Giertych «a través de la razón». Esto significa tomar todos los factores en cuenta.

«Hay tres criterios específicos para determinar que la percepción individual de la verdad relacionada a un acto de la conciencia», le dijo el padre Giertych a LifeSiteNews. «Son la intención, el objeto y las circunstancias. Si una no está, el acto completo es inapropiado».

La verdad de un acto de conciencia puede variar de acuerdo a estos criterios.

Un ejemplo que explicó fue la cuestión de que si un doctor debe amputar un miembro a un paciente. Es un asunto extremadamente serio, y no sería apropiado amputar un miembro que puede ser salvado. Sin embargo, sería todo lo contrario si dejar el miembro puede matar al paciente.

El padre Giertych aclaró que mientras que las condiciones que establecen el criterio que rodea un acto de conciencia pueden variar, la definición de conciencia y su aplicación no cambian.

«La idea de una conciencia subjetiva con la que me invento mis principios morales según van surgiendo es absurda. Está completamente equivocada», le dijo a LifeSiteNews.

El concepto de conciencia se filtró mucho en las discusiones del sínodo, y se relaciona directamente a los problemas morales que se debatieron allí.

Entre las materias más discutidas estuvo la Sagrada Comunión para los católicos divorciados y vueltos a casar civilmente.

El padre Giertych revisó para LifeSiteNews la cuestión fundamental sobre quién debe presentarse a sí mismo para la Eucaristía.

«Cada individuo, antes de recibir la Sagrada Comunión, debe juzgar si recibe la comunión dignamente, creyendo que es el cuerpo, sangre, alma y divinidad de Jesucristo bajo las formas de pan y vino», dijo «y que el individuo está en estado de gracia. Eso significa si está consciente de no haber cometido pecado mortal».

«Cuando alguien está en estado de grave pecado», dijo el padre Giertych, «debe ser absuelto de ese pecado antes de presentarse a comulgar. Si tal es el caso, debe ir a la confesión para ser absuelto del pecado» dijo.

«Una perfecta conversión es necesaria para recibir dignamente la Comunión», continuó el teólogo del Papa, «y esto significa una conversión hacia Dios y una aversión al pecado».

«Lo mismo se puede decir de cada tentación», explicó el padre Giertych. «Y tal es el caso de los católicos viviendo objetivamente en una situación que es contraria a la verdad moral».

«Nadie tiene derecho a la Comunión; por el contrario, es un regalo del Señor al que se le debe el adecuado manejo y reverencia»

«Las gracias de Dios las recibimos como un regalo de Dios» dijo el padre Giertych «así que debemos permanecer en una actitud de gratitud. Si nos acercamos a los regalos de Dios con una lista de demandas, se destruye la pureza de nuestra relación con Dios. Así que cualquier sensación de que nos hemos ganado el derecho es incorrecta, es inapropiada».

«El magisterio de San Pablo es claro», explicó el teólogo: «tenemos que ser dignos para recibir la Eucaristía, no podemos recibirla indignamente, y una persistencia en el pecado hace a una persona indigna».

Cuando se le preguntó acerca de la idea de que la Comunión no es un premio para los perfectos, sino medicina para los enfermos, el padre Giertych aclaró que esto no niega los elementos necesarios para ser digno de recibir la Comunión.

«Los sacramentos son un alimento» dijo «pero este alimento debe ser recibido en la verdad, en una relación pura de gratitud hacia Dios y en reconocimiento de la luz que Dios nos ha dado».

El padre Giertych señaló que los Mandamientos y el magisterio moral transmitido por la Iglesia también son un regalo, y que uno debe aceptar todos los regalos de Dios para poder aceptar alguno.

«No sólo recibimos a Jesús en los sacramentos, sino también las enseñanzas que acompañan a los sacramentos», dijo.

Y el padre Giertych desechó la idea de acercarse a los sacramentos como a un supermercado, diciendo «Entras al supermercado y dices ‘quiero esto, no quiero aquello’, pero en nuestra relación con Dios no podemos imponerle nuestra lista de demandas. ‘Quiero estas gracias, pero no quiero aquéllas otras…’. Si somos puros en nuestra relación con Dios, las aceptamos todas».

Al argumento de que la Iglesia debería adaptar su magisterio para alinearse con los estándares sociales de hoy, el padre Giertych replica que esta época no es diferente de cualquier otra y que no existe justificación para que los principios de la Iglesia se vean comprometidos.

«No es una novedad que cambia con el tiempo para que la Iglesia se enfrente a nuevos retos» dijo a LifeSiteNews. «La Iglesia ha tenido que inventar ciertas prácticas para ayudar a la gente a vivir en su plenitud el Evangelio en el pasado, pero la plenitud del Evangelio no ha cambiado».

«La naturaleza humana, los sacramentos, la gracia divina, lo que recibimos de Cristo y la identidad de la Iglesia, la misión de la Iglesia no ha cambiado. Los principios no han cambiado, la naturaleza humana no ha cambiado. Y la guía que Dios nos da en el Verbo hecho carne, en Cristo, esa no cambia».

Con respecto al concepto discutido durante el sínodo de la descentralización de la Iglesia, el padre Giertych rápidamente corrigió el falso concepto de que el Vaticano controla todo. Dice que el término descentralización se refiere al gobierno.

También aclaró que la Iglesia siempre ha defendido el concepto de subsidiariedad –la idea de que siempre es mejor manejar las cosas a nivel local cada vez que sea posible.

«Pero la idea de que todas las materias doctrinales pueden ser manejadas a nivel de la diócesis está equivocada», dijo, «y no es atribución de los obispos locales hacerlo».

Los obispos individuales deben manejar los asuntos de sus respectivas diócesis, pero sólo dentro de los confines de mantener el Magisterio de la Iglesia. Un obispo no puede decidir cuestiones doctrinales porque no tiene la autoridad y el Magisterio de la Iglesia viene de la Iglesia y por lo tanto no puede ser cambiado.

«El obispo local debe enfrentar los problemas de su diócesis individual aplicando el Evangelio, el Magisterio de la Iglesia y la tradición» concluyó el padre Giertych.

Traducido por David Quiroa, del equipo de traductores de infoCatólica


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