sábado, 19 de septiembre de 2015

Algunas controversias que se difundirán durante el sínodo de los obispos de octubre



La cuestión más profunda en el sínodo




El planteamiento de Kasper, reflejado en los informes de las conferencias episcopales alemana y suiza para el sínodo del mes que viene, absolutiza la historia hasta el punto que relativiza, y en última instancia degrada, la Revelación.

Mirando la controversia que precedió a la encíclica de 1968 del Papa Pablo VI, Humanae Vitae, me da la impresión de que había en juego algo más profundo que la cuestión de los métodos moralmente apropiados para regular la fertilidad humana. Detrás de ese debate, otra cuestión estaba siendo contestada: ¿cómo deben plantear los católicos la teología moral?

Las fuerzas que empujaban a un cambio respecto al antiguo rechazo por parte de la Iglesia de los métodos anticonceptivos artificiales estaban presionando también para que se aceptara y aprobara un nuevo método moral-teológico (el “proporcionalismo”) como nuevo modo de pensar del catolicismo en las difíciles cuestiones de la vida moral. Los que defendían la posición tradicional de la Iglesia defendían, por el mismo motivo, un modo de razonamiento moral más clásico. Los que defendían el cambio negaban que hubiese "actos intrínsecamente malos" porque las elecciones morales, argumentaban, deben ser juzgadas según un cálculo "proporcional" que incluye intención, acción y consecuencia. Los defensores de la tradición sostenían que algunas cosas eran siempre y en todas partes erróneas, en ellas mismas y por ellas mismas.

Por consiguiente, defendiendo la visión de la Iglesia según la cual usar los ritmos naturales de fertilidad es el modo apropiado para regular los nacimientos, Pablo VI estaba rechazando el empuje de los proporcionalistas, evitando así que pudieran convertirse en el perro-guía de la teología moral católica, un rechazo que fue recalcado en 1993 por la encíclica de Juan Pablo II Veritatis Splendor.

Un brillante artículo del filósofo católico alemán, el profesor Thomas Stark, sugiere que la misma dinámica -un argumento detrás de otro argumento- puede estar en marcha en las controversias que se difundirán durante el sínodo de los obispos de octubre.

Según su meticuloso análisis de los elementos intelectuales del proyecto teológico del cardenal Walter Kasper, el profesor Stark sostiene que para éste la noción de lo que podríamos llamar en teología “dones sagrados” ha sido desplazada por la idea de que nuestra percepción de la verdad está siempre condicionada por el flujo de la historia; por lo tanto, no hay realmente "dones sagrados" a los que la Iglesia tenga que rendir cuentas. Tomemos un ejemplo relevante del sínodo del año pasado: según la teoría de Kasper, la enseñanza de Cristo sobre la indisolubilidad del matrimonio, supuestamente "dada" en la Escritura, debe ser "leída" a través del prisma de la turbulenta experiencia histórica del presente, en la que el "matrimonio" se experimenta de muchas maneras y en la que muchos católicos se divorcian. Y esta "lectura" determinada por la historia llevará, a su vez, a moderar lo que antes parecía estar establecido, a saber: que para la Iglesia las personas casadas en segundas nupcias y cuyo primer matrimonio no ha sido declarado nulo no pueden acceder a la comunión porque están viviendo en lo que, objetivamente, es una relación adúltera.





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