domingo, 25 de enero de 2015

OPINION: ¿La Iglesia ha cambiado?. ¿Es Francisco un "rupturista"?


¡Ah! ¿Pero se podía criticar al papa?




por Josue Fonseca


A medida que van pasando los meses se va haciendo más evidente un malestar de ciertos medios de la Iglesia con la línea que Su Sant. el Papa Francisco está impulsando en la Iglesia. Las declaraciones del obispo emérito de Chicago, Francis George (probablemente molesto con la elección de su sucesor, mgr. Cupich, una antítesis de lo que él ha significado en la Iglesia americana), son un ejemplo. En mi opinión, también lo es la reacción de algunos cardenales manifestando sus discrepancias con la línea marcada por el cardenal Kasper, sobre los temas en debate en el Sínodo de la Familia. Y muchos ejemplos más.

El vaticanista Andrea Tornelli hablaba de "grupúsculos" contrarios en laStampa hace unos días: yo no soy tan optimista. Más bien creo que se trata de sectores amplios y muy bien situados, algunos de ellos, en las esferas del poder.

Y, tengo que confesar que, después de muchos años de intentar estudiar la Iglesia en su dimensión histórica y humana, el hecho me sorprende muy poco. El nuevo Papa está marcando nítidamente y de forma programática (aunque no lo parezca, por su estilo espontáneo) líneas de actuación tan distintas de lo que venía siendo habitual desde hace muchos años, que lo raro hubiera sido lo contrario.

Lo que de verdad me llama la atención es el tono y los gestos. Me pregunto el porqué del cambio, ya que no imagino unas críticas o unas manifestaciones de impaciencia tan públicas y evidentes con ninguno de los dos anteriores pontífices. ¿Ustedes sí?

Es posible que muchos que, durante largo tiempo, presentaron la figura del Obispo de Roma, como alguien por encima de los extravíos humanos, confundiendo (quiero creer que sin mala intención) magisterio ordinario y extraordinario, y convirtiendo cualquier declaración del mismo poco menos que en Palabra de Dios, caigan en la tentación de decir "dije donde digo Diego" ahora que la línea del nuevo pontífice "no les gusta".

Esta realidad es demasiado humana, como para ser tenida en cuenta seriamente. Lo que me preocupa del asunto es un hecho más profundo y, a mi entender, más grave.

Los que siguen este humilde blog, seguro que recuerdan entradas de hace un par de años en las que señalaba mi preocupación por la brecha evidente entre dos concepciones muy divergentes de entender la realidad y misión de la Iglesia a comienzos del siglo XXI. Ambas cuentan con potentes eclesiologías detrás: no se trata, pues, de meras opiniones o preferencias personales. Por simplificar mucho (¡muchísimo!) y a pesar de que esta terminología no me gusta nada de nada, hablaré de la "conservadora" y la "liberal".

Quiero añadir que ambas son perfectamente concordes con la Tradición y el Dogma Católico y que estuvieron representadas con toda claridad por grupos muy bien definidos en el último Concilio (si alguien pone esto en duda le recomiendo encarecidamente que estudie un poco el tema). Históricamente, la corriente que podríamos denominar "liberal", y que en el Vaticano II estuvo representada por algunos "pesos pesados" como los cardenales Suenens, Lercaro, König, Frings, etc., no tuvo demasiadas posibilidades de desarrollo. Las causas son bastante complejas, sin que podemos entrar aquí en su análisis. Tras un periodo muy corto de cierta indefinición, Pablo VI apostó por una cierta tendencia "conservadora". La misma fue clarísimamente adoptada por Juan Pablo II (aunque no en todos los temas) en su largo pontificado, y , posteriormente, por Benedicto XVI.


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