martes, 23 de septiembre de 2014

El Papa es uno y sólo uno - Roberto de Mattei



Una reflexión argumentada del porqué el Papa es uno y sólo uno, y no hay dos Papas en ejercicio

Del historiador italiano Roberto de Mattei

Ante la desorientación de no pocos fieles, que sienten la tentación de considerar que en la Iglesia católica puede haber dos Papas - tal vez de grado distinto, pero siempre más de uno - y así tomar partido por el uno o por el otro, un historiador italiano, Roberto de Mattei, escribe una reflexión titulada "El Papa es uno y sólo uno" que centra el meollo de la cuestión y resalta la seriedad de la puesta en juego desde el punto de vista histórico, canónico y doctrinal.

Roberto de Mattei, de 66 años, cinco hijos, es profesor de historia del cristianismo en la Universidad Europea de Roma. Dirige la revista "Radici Cristiane" y la agencia de información "Corrispondenza Romana". Ha sido vicepresidente del Consejo Nacional de Investigación de 2003 a 2011. Es autor del volumen "Il Concilio Vaticano II. Una storia mai scritta", ya traducido al inglés, francés, alemán y polaco.

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EL PAPA ES UNO Y SÓLO UNO
de Roberto de Mattei

«Entre las múltiples y versátiles declaraciones del Papa Francisco de los últimos tiempos hay una que merece ser valorada en todo su alcance.

»En la rueda de prensa del 18 de agosto de 2014 a bordo del avión que lo llevaba de vuelta a Italia tras su viaje a Corea, el Papa afirmó, entre otras cosas:

»"Pienso que el Papa emérito no es una excepción, sino que, después de tantos siglos, es el primer emérito. […] Hace 70 años los obispos eméritos eran una excepción, no había. Hoy los obispos eméritos son una institución. Creo que ´Papa emérito´ es ya una institución. ¿Por qué? Porque nuestra vida se alarga y a una cierta edad no tenemos capacidad para gobernar bien, porque el cuerpo se cansa; la salud puede ser buena, pero no se tienen fuerzas para atender todos los problemas de un gobierno como el de la Iglesia. Y creo que el Papa Benedicto XVI hizo un gesto que de hecho instituye los Papas eméritos. Repito: quizás algún teólogo me diga que no es exacto, pero yo lo veo así. Los siglos dirán si es o no así, veremos. Usted podría decirme: ´¿Y si usted no se viera capaz, en un momento dado, de continuar?´. Haría lo mismo, haría lo mismo. Rezaría mucho, pero haría lo mismo. Se ha abierto una puerta que es institucional, no excepcional".

»La institucionalización de la figura del Papa emérito parecería, por consiguiente, un hecho adquirido.

»Algunos escritores católicos como Antonio Socci, Vittorio Messori y don Ariel Levi di Gualdo han evidenciado el problema que plantea esta inédita situación, que parece acreditar la existencia de una "diarquía" pontificia. Un corte revolucionario con la tradición teológica y jurídica de la Iglesia actuado, paradójica y precisamente por el Papa de la "hermenéutica de la reforma en la continuidad".

»No es casualidad que la "escuela de Bolonia", que se ha distinguido siempre por su oposición a Benedicto XVI, haya saludado con satisfacción su renuncia al pontificado, no sólo por la salida de escena de un pontífice adverso, sino precisamente por esa "reforma del papado" que él habría inaugurado con la elección de asumir el título de Papa emérito.

»La hermenéutica "continuista" de Benedicto XVI se ha transformado en un gesto de fuerte discontinuidad, histórica y teológica.

»La discontinuidad histórica surge de la rareza de la abdicación de un Papa en dos mil años de historia de la Iglesia. Pero la discontinuidad teológica consiste precisamente en la intención de institucionalizar la figura del Papa emérito.

»Los primeros que se han precipitado en dar una justificación teórica de la novedad han sido sobre todo los autores de línea progresista. Como don Stefano Violi, docente de derecho canónico en la facultad teológica de Emilia Romaña, con el ensayo "La rinuncia di Benedetto XVI tra storia, diritto e coscienza" (“Rivista teologica di Lugano”, XVIII, 2, 2013, pp. 155-166). Y como Valerio Gigliotti, docente de derecho europeo de la Universidad de Turín, con el capítulo que concluye su volumen "La tiara deposta. La rinuncia al papato nella storia del diritto e della Chiesa" (Leo S. Olschki, Firenze, 2013, pp. 387-432).

»Según Violi, en la "Declaratio" con la que el 11 de febrero de 2013 anunció su abdicación, Benedicto XVI distingue el ministerio petrino, "munus", cuya esencia sería eminentemente espiritual, de su administración o ejercicio.

»“Las fuerzas – escribe Violi – le parecen no idóneas a la administración del ´munus´, no al propio ´munus´”. La prueba de la esencia espiritual del "munus" estaría expresada en las siguientes palabras de la "Declaratio" de Benedicto XVI:

»“Soy muy consciente de que este ministerio (munus), por su naturaleza espiritual, debe ser llevado a cabo (exequendum) no únicamente con obras y palabras, sino también y en no menor grado sufriendo y rezando”.

»En este pasaje, según Violi, Benedicto XVI distingue no sólo entre "munus" y "executio muneris", sino también entre una "executio" administrativo-ministerial que se cumple con la acción y la palabra ("agendo et loquendo") y una "executio" que se expresa con la oración y el sufrimiento ("orando et patiendo"). Benedicto XVI declararía que renuncia al ejercicio activo del ministerio, pero no al oficio, al "munus" del papado: “Objeto de la renuncia irrevocable es, de hecho, la ´executio muneris´ mediante la acción y la palabra (´agendo et loquendo´), no el ´munus´ que se le confió una vez para siempre. Soy muy consciente de que este ministerio, por su naturaleza espiritual, debe ser llevado a cabo no únicamente con obras y palabras, sino también y en no menor grado sufriendo y rezando”.

»También Gigliotti considera que Benedicto XVI, cesando de ser Sumo Pontífice, ha asumido un nuevo estatus jurídico y personal.

»La escisión entre el atributo tradicional de la "potestas" y el nuevo del "servitium", entre la dimensión jurídica y la espiritual del papado, habría abierto la vía “a una nueva dimensión mística del servicio al pueblo de Dios en la comunión y en la caridad”. De la "plenitudo potestatis" se pasaría a una "plenitudo caritatis" del Papa emérito: un estatus “que es tercero tanto respecto a la condición precedente a la elevación a la cátedra de Pedro como a la de suprema dirección de la Iglesia: es el ‘tercer cuerpo del Papa’, el de la continuidad operativa al servicio de la Iglesia a través de la vía contemplativa”.

»A mi juicio, los admiradores de Benedicto XVI deben rechazar la tentación de acreditar estas tesis para su propia ventaja.

»De hecho, entre los católicos de orientación conservadora algunos ya empiezan a murmurar que, en caso de agravamiento de la crisis religiosa en curso, la existencia de dos Papas permitiría contraponer el Papa emérito Benedicto XVI al Papa en ejercicio Francisco.

»Se trata de una posición distinta a la de la sede vacante, pero caracterizada por la misma debilidad teológica.

»En los tiempos de crisis no hay que mirar a los hombres, criaturas frágiles y pasajeras, sino a las instituciones y a los principios inquebrantables de la Iglesia. El papado, en el que se concentra la Iglesia católica en muchos aspectos, se funda sobre una teología de la que hay que recuperar los puntos fundamentales. Pero hay un punto del que, sobre todo, no se puede prescindir. La doctrina común de la Iglesia ha distinguido siempre entre poder de orden y poder de jurisdicción. El primero se recibe a través de los sacramentos; el segundo, por misión divina en el caso del Papa o por misión canónica en el caso de los obispos y de los sacerdotes. El poder de jurisdicción deriva directamente de Pedro, que lo ha recibido a su vez inmediatamente de Jesucristo; todos los otros en la Iglesia lo reciben de Cristo a través de su vicario "ut sit unitas in corpore apostolico" (S. Tomás de Aquino, "Ad Gentes" IV c. 7).

»El Papa, por consiguiente, no es un superobispo, ni el punto de llegada de una línea sacramental que desde el simple sacerdote, pasando por el obispo, asciende al Sumo Pontífice. El episcopado constituye la plenitud sacramental del orden y, por lo tanto, por encima del obispo no existe ningún otro carácter superior que pueda ser impreso. Como obispo, el Papa es igual a todos los demás obispos.

»La razón por la que el Papa domina a cualquier otro obispo es la misión divina que desde Pedro se transmite a cada uno de sus sucesores, no por vía hereditaria, sino a través la elección legítimamente desarrollada y libremente aceptada. Efectivamente, aquel que asciende a la cátedra pontificia podría también ser un simple sacerdote, o incluso un laico, que después de la elección sería consagrado obispo pero que es Papa no desde el momento de la consagración episcopal, sino desde el momento en que acepta el pontificado.

»El primado del Papa no es sacramental, sino jurídico y consiste en el pleno poder de pacer, regir y gobernar toda la Iglesia, es decir, en la jurisdicción suprema, ordinaria, inmediata, universal e independiente de cualquier otra autoridad terrena (art. 3 de la constitución dogmática del Concilio Vaticano I "Pastor Aeternus").

»El Papa, en una palabra, es aquel que tiene el supremo poder de jurisdicción, la "plenitudo potestatis", porque gobierna la Iglesia. Es por esto que el sucesor de Pedro es primero Papa y después obispo de Roma. Es obispo de Roma en cuanto Papa y no Papa en cuanto obispo de Roma.

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