sábado, 19 de abril de 2014

«Encontré la felicidad en el lugar que menos esperaba»




Ella misma sintetiza y titula así su caso en Aleteia: "Era pagana, hedonista, feminista que odiaba a los hombres. Pero ahora soy católica. Ésta es mi historia. Cómo encontré la felicidad en el lugar que menos esperaba".

Una infancia durísima
Catherine Quinn, técnico de laboratorio, casada desde hace cuatro años y madre de un hijo, tuvo una infancia realmente dura. A los nueve años la sacaron de su casa "por un abuso terrible" (tan terrible que no lo describe) y, tras pasar ocho meses en un orfanato, estuvo acogida con una familia hasta que cumplió los doce y los tribunales devolvieron a su madre la custodia.

Hasta entonces, su formación religiosa era nula: "Al crecer, no estuve expuesta a Dios ni a la Iglesia católica. Sabía que mis abuelos eran católicos, pero nadie nos habló de ello y ni siquiera sabía qué era eso de católico".

Jesús aparece por primera vez

Un día, ya de nuevo en su hogar de origen, se encontró con un grupo cristiano en el parque: "No me dijeron nada, simplemente me invitaron a la iglesia. Es curioso, pero fui. Conocí a la esposa del pastor, y ella me habló de Jesús. Por entonces no sabía qué era ser protestante ni tampoco qué era ser ateo, pero cuando volví a casa y le hablé a mi madre de Jesús, descubrí enseguida que a ella Dios no le gustaba lo más mínimo".

Catherine, sin embargo, a pesar de que se reían de ella, siguió yendo a la iglesia: "Me fascinaba, y me sentía feliz en Dios y tenía esperanza de dejar atrás mis malas experiencias en casa".

Cuando cumplió 14 años ("sin previo aviso, sin poder despedirme de mis amigos ni de la iglesia que amaba") la devolvieron a casa de su padre: "Mi madre no quería ser una madre". Pero en su nuevo destino no tenía ni amigos ni iglesia... "y el abuso continuó, llegando a ser abuso sexual".

"Eso me cambió. Me enfadé con Dios por no atender mis oraciones, por no ayudarme. De nuevo era desdichada. A los 17 años me escapé", resume Catherine.

La espiral destructiva del feminismo

Fue así como se introdujo en un grupo que creía en "deidades paganas" y la adoctrinaron en la "ideología feminista": "Entre ellos nunca sentí la alegría que había sentido con Jesús, pero me informaron de que Él no existía. El cristianismo era una falsa religión construida sobre la fe pagana y que despojaba de sus derechos a las mujeres y las odiaba.Los católicos, alegaban, eran los peores criminales. Me remitieron a autoras como Simone de Beauvoir, Gloria Steinem o Camille Paglia".

Para ella empezó entonces "una larga espiral destructiva": "No existía ninguna ley moral real, sólo no hagas daño a nadie y haz lo que te plazca. Todo era admisible, sin límites: homosexualidad, inmoralidad sexual, anticoncepción, aborto... Los estilos de vida tradicionales eran despreciados. Las mujeres no se apoyaban entre sí, sino que se imponían unas a otras según una regla matriarcal. Los hombres eran prescindibles. El divorcio, las relaciones abiertas y un montón de otras opciones eran la norma. No se tenían en cuenta las consecuencias de nada, no había reglas, no se te pedía nada. Era un paraíso hedonista".

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