lunes, 17 de marzo de 2014

NO SE PODRÁ DAR LA COMUNIÓN A DIVORCIADOS VUELTOS A CASAR


El cardenal Caffarra recuerda que 
Juan Pablo II ratificó que ningún Papa
 puede romper el vínculo matrimonial

El cardenal y arzobispo de Bolonia, S.E.R Carlo Caffarra, aborda en una entrevista para Il Foglio los temas del orden del día del Sínodo extraordinario de octubre y del Sínodo ordinario del 2015: matrimonio, familia, doctrina de la Humanae Vitae, penitencia. El prelado italiano critica las palabras del cardenal Kasper sobre el acceso a la comunión de los divorciados vueltos a casar y advierte que Juan Pablo II indicó que la potestad papal no puede dar ningún tipo de legitimidad a una segunda unión mientras permanezca el vínculo matrimonial, que es indisoluble.

Matteo Mateuzzi entrevista al cardenal Caffarra:

La Familiaris Consortio de Juan Pablo II se encuentra en medio de un fuego cruzado. Por una parte se dice que es el fundamento del Evangelio de la familia, por otra que es un texto superado. ¿Cabe pensar en una actualización?

Si hablamos de la ideología de género y del denominado «matrimonio» homosexual, es verdad que en los años de la Familiaris Consortio no se hablaba de ello. Pero de todos los demás problemas, sobre todo de los divorciados vueltos a casar, se habló largamente. De esto soy testigo directo, porque fui uno de los consultores del Sínodo de 1980. Decir que la Familiaris Consortio ha nacido en un contexto histórico completamente distinto del actual no es verdad. Después de matizar esto, puedo decir antes que nada que la FC nos ha enseñado un método con el que se deben afrontar las cuestiones sobre el matrimonio y la familia. Usando ese método laFamiliaris Consortio ha llegado a una doctrina que sigue siendo un punto de referencia ineludible. ¿Cuál es el método? Cuando preguntan a Jesús en qué condiciones era lícito el divorcio no se discutía en ese momento sobre la licitud como tal; Jesús no entra en la problemática casuística de la que nacía la pregunta, sino que indica en qué dirección se debía mirar para entender qué es el matrimonio y en consecuencia cuál es la verdad de la indisolubilidad matrimonial. Fue como si Jesús hubiera dicho: «Mirad que debéis salir de esta lógica casuística y mirar en otra dirección: la del «Principio». Es decir: debéis mirar allá donde el hombre y la mujer vienen a la existencia, en la verdad plena de su ser hombre y mujer llamados a ser una sola carne. (…)

¿Cuál es el significado más profundo y actual de la Familiaris Consortio?

«Por tener ojos capaces de conservar la luz del Principio», la Familiaris Consortio afirma que la Iglesia tiene un «sentido sobrenatural de la fe» que no consiste única o necesariamente en el consenso de los fieles. «La Iglesia, siguiendo a Cristo, busca la verdad que no siempre coincide con la opinión de la mayoría. Escucha a la conciencia y no al poder, en lo cual defiende a los pobres y despreciados. La Iglesia puede recurrir también a la investigación sociológica y estadística, cuando se revele útil para captar el contexto histórico dentro del cual la acción pastoral debe desarrollarse y para conocer mejor la verdad; no obstante tal investigación por sí sola no debe considerarse, sin más, expresión del sentido de la fe» (FC 5). He hablado de «verdad del matrimonio». Querría precisar que esta expresión no indica una norma ideal del matrimonio. Indica lo que Dios con su acto creador ha inscrito en la persona del hombre y de la mujer. Cristo dice que antes de considerar los casos, conviene saber de qué cosa estamos hablando. No estamos hablando de una norma, que admita o no excepciones, de un ideal hacia el cual haya que ir. Estamos hablando de qué es el matrimonio y qué es la familia. (…) La Exhortación describe el sentido más profundo de la indisolubilidad matrimonial (FC 20). La Familiaris Consortio representa un desarrollo doctrinal grandioso, hecho posible también gracias al ciclo de catequesis de Juan Pablo II sobre el amor humano (…), dirigiendo su atención a las raíces profundas. (…) Y no ha ignorado los problemas concretos. Ha hablado también del divorcio, de las parejas de hecho, del problema de la admisión a la Eucaristía de los divorciados vueltos a casar. Por tanto la imagen de una Familiaris Consortio que pertenece al pasado, que no tiene nada que decir en el presente, o es una caricatura o es lo que consideran personas que no la han leído.

Muchas conferencias episcopales han destacado que las respuestas a los cuestionarios en preparación de los dos próximos Sínodos muestran que la doctrina de la Humanae Vitae ya sólo crea confusión. ¿Es así, o ha sido un texto profético?

El 28 de junio de 1978, algo más de un mes antes de morir, Pablo VI decía: «Por la Humanae Vitae, daréis gracias a Dios y a mí». Después de 46 años, veamos sintéticamente qué ha sucedido a la institución matrimonial y nos daremos cuenta de cómo aquel documento fue profético. Negando la conexión inseparable entre la sexualidad conyugal y la procreación, es decir negando la enseñanza de la Humanae Vitae, se ha abierto el camino a la recíproca desconexión entre la procreación y la sexualidad conyugal: «from sex without babies to babies without sex» (NdR «del sexo sin niños al niños sin sexo»). Se ha ido oscureciendo progresivamente que el fundamento de la procreación humana está en el amor conyugal, y se ha construido gradualmente la ideología de que cualquiera puede tener un hijo, el hombre o la mujer solteros, los homosexuales, incluso mediante la «maternidad subrogada». Se ha pasado por tanto de la idea del hijo esperado como un don al hijo programado como un derecho: se dice que existe el derecho a tener un hijo. (...) Esto es increíble. Yo tengo el derecho a tener cosas, no personas. Se ha ido progresivamente construyendo un código simbólico, ético y jurídico, que relega la familia y el matrimonio a la pura afectividad privada, sin importar sus efectos en la vida social.

La pregunta que hay que hacerse no es si la Humanae Vitae es aplicable hoy o hasta qué punto es aplicable o si solo crea confusión. La pregunta qué conviene hacerse es ¿la Humanae Vitae dice la verdad sobre el bien propio de la relación conyugal? ¿Dice la verdad acerca del bien que está presente en la unión de las personas de los dos cónyuges en el acto sexual? En efecto, la esencia de las proposiciones normativas de la moral y del derecho se encuentra en la verdad del bien que en ellas es objetivada. Si no se razona con esta perspectiva, se cae en la casuística de los fariseos. Y ya no se vuelve a salir, porque se entra en un callejón al final del cual se encuentra la obligación de elegir entre la norma moral y la persona. Si se salva una, no se salva la otra. La pregunta del pastor es por tanto la siguiente: ¿cómo puedo orientar a los cónyuges para que vivan su amor conyugal en la verdad? El problema no es verificar si se encuentran en una situación que les exime de una norma, sino cuál es el bien de la relación conyugal. Cuál es su verdad íntima. Me sorprende que alguno diga que la Humanae Vitae crea confusión. ¿Qué quiere decir? ¿Conocen la fundamentación que ha hecho Juan Pablo II de la Humanae Vitae?

Añado una consideración. Me maravilla profundamente el hecho de que, en este debate, ni siquiera eminentísimos cardenales tengan en cuenta las 134 Catequesis sobre el amor humano. Nunca un Papa había hablado tanto de esto. Ese magisterio es ignorado, como si no existiese. ¿Crea confusión? Quien afirma esto ¿está al corriente de cuánto se ha hecho en el plano científico sobre la regulación natural de la concepción? ¿Está al corriente de innumerables parejas que en el mundo viven con alegría la verdad de la Humanae Vitae?


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