martes, 31 de diciembre de 2013

“El judaísmo y el cristianismo se encuentran en el mismo concepto de persona como fundamento de todo el orden social, creada a imagen y semejanza de Dios..."


El Vaticano e Israel: veinte años de lazos

por Roberto Bosca



El 30 de diciembre de 1993 y 16 de Tevet de 5754 fue firmado el Acuerdo Fundamental entre Israel y la Santa Sede, puesto que ésta, prudente en la materia, había sido renuente a un reconocimiento del nuevo Estado.

El acto tenía un efecto declarativo, pero implicaba un valor altamente moral y político. Además de la carga de prejuicios y desencuentros,Roma entendía que reconocer un Estado judío era tomar partido en contra de los palestinos y el mundo árabe, vulnerando su neutralidad, donde además vivían una multitud de fieles cristianos.

Otro nudo gordiano era el status de la ciudad de Jerusalén,reclamada como lugar sagrado por cristianos, musulmanes y judíos, un delicadísimo issue aún pendiente.

Debido a su categoría política, la existencia del Estado de Israel fue un tema apartado en el trámite de la declaración Nostra Aetate, mediante la cual el Concilio Vaticano II dio un giro de ciento ochenta grados en sus complicadas relaciones con los judíos. Pero gradualmente se produjo una maduración de facto que abrió el camino para un reconocimiento de jure. En su carta apostólica Redemptionis Anno de 1985, sobre Jerusalén, Juan Pablo II miró al judaísmo como una unidad de pueblo, tierra y Estado constituida de un patrimonio de historia y de fe.




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