por Javier Lozano
El enfermo tiene neurofibromatosis
En la tradicional audiencia de los miércoles, el pontífice ha tenido otro de estos gestos conmovedores. Tras hablar a las decenas de miles de presentes, se acercó a saludar a los peregrinos. Allí había uno muy especial. Un hombre muy enfermo al que muchas personas no se atreverían ni a mirarle a la cara.
Sin embargo, el Papa vio en él al propio Cristo y emulando a San Damián de Molokai, el santo que cuidó y abrazó a los leprosos, Francisco acudió a él y con una gran ternura no sólo le saludó sino que le apretó a su pecho, le consoló y le besó. Un gesto de amor con la naturalidad de un Papa muy sensible. Un gesto que quedará ya para la historia de su pontificado.
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