miércoles, 14 de agosto de 2013

Argentina: ¿Quién sucederá a Cristina en 2015?

Blanca Nieves y los 7 enanitos

por Álvaro Vargas Llosa

Entonces, ¿quién? ¿Quién sucederá a Cristina en 2015? Y aquí es donde la derrotada, de momento, sonríe su consuelo. El consuelo que le permitió, la noche del domingo, decir: sigo siendo la primera fuerza. En efecto, lo es. Las tres cuartas partes del país que votaron contra ella tienen una representación grotescamente fragmentada: los siete enanitos de Blanca Nieves

Hace algunos días, una de las mejores cabezas políticas de la Argentina me pronosticó: "El kirchnerismo obtendrá sólo 30 por ciento de los votos, una derrota que sepultará el sueño de la nueva reelección de Cristina".

Pues bien: en las primarias del domingo, anticipo de las legislativas que renovarán la mitad de Diputados y un tercio del Senado en octubre, el kirchnerismo ha obtenido 26 por ciento de los votos. La oposición vapuleó al oficialismo con tres cuartas partes del votos, repartidos entre los peronismos disidentes, el radicalismo tradicional aliado al socialismo, el PRO del jefe del gobierno de la capital y la coalición de izquierda vinculada a la incombustible Elisa Carrió.

Los cinco principales distritos electorales (la provincia de Buenos Aires, la capital, Córdoba, Santa fe y Mendoza) concentran el 70 por ciento del voto. En todos ellos los candidatos de la Presidenta fueron derrotados con porcentajes que van de la incomodidad carraspeante a la humillación sonrojante. Cristina perdió en su provincia de Santa Cruz; también en otras como Neuquén, reserva de hidrocarburos y epicentro del choque entre su gobierno y Repsol, y del contrato sustitutorio y opaco con Chevron. Si extrapolamos estas cifras a la elección de octubre, el oficialismo quedaría a más de diez senadores de los necesarios para cambiar la Constitución y perpetuarse en el poder.

No hace falta gran cacumen para entender lo que sucede: los argentinos están hartos del gobierno. De su estilo de matón de barrio, de su déficit etico, de su ímpetu avasallador de instituciones, de su populismo artificioso y, ahora, insolvente. Lo que Néstor había montado -ciertas alianzas con sindicatos, medios de comunicación y empresarios-, Cristina lo ha desmontado, acaracolándose bajo una caparazón de sicofantes sin vocación ni capacidad para ayudarla a preservar ese 54 por ciento de los votos con que renovó, en un enlutado 2011, el mandato presidencial.
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