domingo, 23 de diciembre de 2012

En la lucha por la familia está en juego el hombre mismo.


En su alocución navideña ante la Curia recordó también los límites del diálogo interreligioso y la naturaleza del kerigma o «primer anuncio»


Este viernes Benedicto XVI congregó en la Sala Clementina del Palacio Apostólico Vaticano a los cardenales y a los miembros de la Curia romana y del gobierno del Vaticano, para el tradicional discurso de felicitación navideña y de recordatorio de los principales hilos conductores del año vencido.
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La "falacia profunda" de la ideología de género
Pero la parte más contundente de su discurso había sido antes su extensa y completa exposición y refutacion de la ideología de género, la más contundente en sus siete años y medio de pontificado.

"El atentado, al que hoy estamos expuestos, a la auténtica forma de la familia, compuesta por padre, madre e hijo, tiene una dimensión aún más profunda", empezó, pues "está en juego la visión del ser mismo, de lo que significa realmente ser hombres".
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 "El hombre niega tener una naturaleza preconstituida por su corporeidad, que caracteriza al ser humano. Niega la propia naturaleza y decide que ésta no se le ha dado como hecho prestablecido, sino que es él mismo quien se la debe crear".
 
Seguidamente el Papa recordó que esto va contra las mismas Sagradas Escrituras: "Según el relato bíblico de la creación, el haber sido creada por Dios como varón y mujer pertenece a la esencia de la criatura humana. Esta dualidad es esencial para el ser humano, tal como Dios la ha dado. Precisamente esta dualidad como dato originario es lo que se impugna. Ya no es válido lo que leemos en el relato de la creación: «Hombre y mujer los creó» (Gn 1,27).

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