viernes, 24 de agosto de 2012

¿Se beneficiarían la creación artística, la vida intelectual, las universidades, la economía, si la población entera se dejara obsesionar por las incesantes luchas políticas y las lucubraciones de filósofos populistas que tanto fascinan a Cristina?



Los militantes del miedo


por James Neilson

A ciertos progresistas, siempre les ha resultado irresistible la consigna, que fue repetida ad nauseam en los turbulentos años setenta del siglo pasado, "la violencia de arriba engendra la de abajo", puesto que sirve para justificar virtualmente cualquier aberración.

Además de darles un pretexto para festejar las proezas truculentas de terroristas que juraban estar luchando a favor del bien y contra el imperialismo, el capitalismo liberal y otras manifestaciones del mal, e incluso para solidarizarse con algunos regímenes totalitarios feroces de países lejanos con tal que les resultara posible ubicarlos en el lado izquierdo del mapa ideológico, en la actualidad les permite tratar a delincuentes comunes como rebeldes contra un orden social injusto, como víctimas de la crueldad de una burguesía asustada por la presencia amenazadora de una masa de pobres. 

Con la excepción de algunos excéntricos a quienes los progresistas más avanzados respetan por su osadía, dicen estar en contra del robo a mano armada, los secuestros extorsivos y los asesinatos, pero insinúan que hay que buscar las causas del crimen en las lacras que son propias de sociedades dominadas por oligarquías reaccionarias.
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