jueves, 18 de abril de 2019

A Last Lecture by Father James V. Schall, S.J. political philosopher, dead at 91



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"The Final Gladness" - 
A Last Lecture 
by Father James V. Schall

The legendary Father James Schall, SJ delivers his last lecture entitled, "The Final Gladness" [a reference to Belloc] before retiring from teaching at Georgetown University.

https://youtu.be/xN1rFyYbKak

Notre Dame en llamas: la historia de un héroe



Exclusivo - Padre Fournier:
"En Notre Dame en llamas, recobré a Jesús y bendije la catedral"



por Hugues Lefèvre


Le père Fournier

El padre Jean Marc Fournier es el capellán de los bomberos de París. Participó en el rescate de la corona de espinas. También protegió parte de las hostias consagradas que había en la catedral. Nos recibe en la sede del Departamento de Bomberos de París.
¿Dónde estaba cuando le avisaron del incendio?

Estamos en Lunes Santo. Como cada año en esa fecha, los capellanes militares se reúnen con su obispo para honrar a los más antiguos en el Arco de Triunfo, lo cual hicimos. Entonces el obispo, el obispo Antoine de Romanet, nos recibiría para una cena franternal en la Escuela Militar. Tomamos nuestros coches y, cuanto más nos acercamos a la Escuela Militar, más vemos una especie de penacho negro de mal augurio que domina la capital. Enciendo mi teléfono y veo muchas llamadas del centro operativo avisándome que la catedral está en llamas.

¿ Que hora era ?


No sé. Tal vez las 19:30. En ese momento, el general me espera en la plaza de la catedral. Fui allí y me recibe un teniente coronel que me lleva al puesto de mando de personalidades. Saludo rápidamente a Emmanuel Macron y su esposa, al Primer Ministro, al Obispo Aupetit , al Obispo Chauvet, y rápidamente nos focalizamos en lo que era prioritario: las Reliquias de la Pasión y el Santísimo Sacramento.

Primera dificultad: a corona de espinas está en un cofre. Debemos encontrar las llaves y sobre todo el código. Pero no podemos encontrar a nadie que nos lo pudiera proporcionar. Mientras hago esta investigación, parte del equipo trabaja en la catedral para salvar las obras de acuerdo con un plan preestablecido.

¿Hay sensación de pánico en este momento?

Para nada. Nadie se asusta. ¡ Nunca ! Simplemente, hay un poco más de estrés porque sabemos que el tiempo está en contra de nosotros. Un estrés que es bueno porque permite tomar decisiones en el instante. En un momento dado, el sacristán nos da un juego de llaves con el código. Nos apresuramos. Cuando regresamos, vemos que la otra parte del equipo, durante nuestra búsqueda, había tomado la decisión de romper el relicario y extraer la corona de oro que tenía una falsa presentación. Los bomberos también habían encontrado un administrador que tenía el código. Se pudo abrir el cofre y sacar la corona de espinas. El primer objetivo estaba cumplido.

¿El segundo objetivo era preservar el Santísimo Sacramento?

Absolutamente. Entro en la catedral. La aguja ya se ha derrumbado. A cada momento, la nave puede colapsar. Hay dos montañas de brasas ardiendo en el suelo. Una frente al altar principal. La otra frente al altar mayor, en el coro de los canónigos. Hay lluvias de fuego que caen desde el techo. En la catedral, el ambiente es muy especial. No hay humo, no hay un calor excesivo. Circulamos al ras de las paredes. Me dirijo al intendente para preguntarle si hay otros tesoros que salvar. Me dice que rescatemos una "Virgen con el Niño" de la segunda capilla. Allí vamos con un Jefe Adjunto, y recuperamos esta gran pintura. Esta es la primer obra que extraemos. A partir de allí, racionalizamos nuestra actividad.

¿Es decir ?

En lugar de unirnos, decidimos actuar de manera racional, en lugar de ir caso por caso, el Jefe Adjunto comanda y maneja una luz muy potente, yo aporto la experiencia técnica y una docena de hombres colaboran en el transporte de las obras. Así, de manera sistemática, recorremos las capillas una tras otra. En cada una barremos con la iluminación y yo determino lo que es absolutamente imperativo salvar. A medida que vamos rescatando las obras , las enviamos a un salón de los trabajadores de la obra que se estaba realizando en Notre Dame, bajo la protección de los funcionarios de la Prefctura de la Policía. Llegados a la capilla donde hay dos grandes modelos, que es imposible sacar, los protegemos del agua. Continuamos el recorrido, obtenemos todos los accesorios del altar, Nuestra Señora de Częstochowa, una imagen de los mártires de Corea, un icono muy hermoso, un lienzo muy grande para el que debemos tener cuatro para usarlo. Nos explica el oficial que no podemos ir más allá, porque es demasiado peligroso continuar.

¿Tenía la impresión de estar arriesgando su vida?

¡Como cada vez que entramos en un edificio en llamas! Y no es una impresión. ¡Es una realidad!

Volvamos al Santísimo Sacramento. ¿Que hace luego?

Efectivamente, es hora de sacar a Jesús de esta catedral en llamas. El sacristán me explica que hay dos lugares donde reside la Presencia Real. Primero, en el altar de los Cánones, con varios miles de Hostias para llevar. El problema es que está en un lugar donde hay una maraña de vigas encendidas. Y las gotas de plomo fundido que siguen cayendo. ¡Es absolutamente imposible llegar! Lloro por esta reserva [que no fue sido afectada finalmente]. Hay una segunda reserva en el altar de San Jorge. Encontramos las llaves. Rescato a Jesús, y bendigo con el Santísimo Sacramento la catedral. Es un acto de fe. Le pido a Jesús, en cuya presencia en la Hostia creo realmente, que combata las llamas y preserve el edificio dedicado a su madre. Esta bendición coincide con el inicio del fuego en la torre norte. ¡ Y al mismo tiempo con su extinción! Sin duda una obra de la Providencia ... Los dos campanarios están salvados.

¿Sale con la Presencia Real?


No, la dejo en la sacristía que no está amenazada por el fuego, al igual que el tesoro. Las mangueras de incendio lucharon desde el principio para protegerlas. La Corona de espinas, que estaba en un relicario ubicado en la capilla du Chevet, se llevó un espacio que tenían los trabajadores.

¿Fue luego a las torres de Notre-Dame?

Sí, un sargento que estaba allí al comienzo de la intervención me ofreció subir a la torre sur, que era accesible. Los dos llegamos a la cima. Desde allí, tengo una vista hacia el techo que ya no existe y de la catedral que se consume.

¿Qué sentimientos experimenta en ese momento?


Acabábamos de entrar en la semana santa. Comenzamos la Cuaresma imponiendo las cenizas y diciendo: "Recuerda que eres polvo y regresarás al polvo". Esta condición de polvo está estrechamente relacionada con nuestra humanidad. Pero además, es necesaria la perspectiva de la Resurrección. Experimenté la gran tristeza de la pérdida de un bien extraordinario, el bosque de la armazón del techo de la catedral. Y al mismo tiempo, una alegría indescriptible ligada a la esperanza de la Resurrección. ¡Sabía que la catedral iba a ser reconstruida más bella, más fuerte y más viva!

¿Más viva? ¿Qué quiere decir?

Sí, porque muchos edificios son como cáscaras un poco muertas. Estos monumentos religiosos corren el riesgo de convertirse en un sepulcros blanqueados. En la historia de la cristiandad occidental, estos edificios se incendiaron, se derrumbaron, fueron atacados. ¿Y qué pasó? Todos se arremangaron y los reconstruyeron.  Los edificios que acompañaron la vida cotidiana de los cristianos tienen
 un tipo de vida inherente. Hoy en día, puede haber cierta esclerosis que impida la vida de estos edificios. Estos edificios deben ser un reflejo de nuestras vidas. Con sus alegrías y tristezas. La muerte y la vida.

También es miembro de la Orden del Santo Sepulcro ...

Sí, y por eso mi atención se centró rápidamente en la Santa Corona, que llevo en procesión todos los Viernes Santos. ¡Tengo una relación especial con ella! Es un gran alivio saber que se ha salvado. A la humanidad le ha sido quitado uno de sus tesoros más preciados.

¿Siente orgullo?

Como cada vez que se hace algo bueno. Está en oposición a la carta de san Pablo. Hacemos tantas veces el daño que no quisiéramos y nos cuesta tanto hacer el bien que nos gustaría hacer, que cuando colaboramos para hacer el bien, sentimos un orgullo legítimo. Sin olvidar, sin embargo, que este bien no proviene de nosotros, que somos siervos inútiles utilizados por la gracia del Señor.


Notre-Dame en feu: l'histoire d'un héros

Exclusif - Père Fournier : « Dans Notre-Dame en feu, j'ai récupéré Jésus et béni la cathédrale »


Par Hugues Lefèvre



Le père Fournier

Le père Jean Marc Fournier est l’aumônier des sapeurs-pompiers de Paris. Il a participé à la sauvegarde de la Couronne d’épines. Il a également protégé une partie des hosties de la cathédrale. Nous l’avons rencontré au quartier général des sapeurs-pompiers de Paris.

 Où étiez-vous au moment où l’on vous a prévenu de l’incendie ?
Nous sommes le Lundi Saint. Comme chaque année à cette date, les aumôniers militaires se réunissent autour de leur évêque pour honorer leurs grands anciens à l’Arc de Triomphe, ce que nous avons fait. Ensuite, l’évêque, Mgr Antoine de Romanet, devait nous recevoir pour un dîner confraternel à l’Ecole militaire. Nous prenons nos voitures et plus nous approchons de l’Ecole Militaire, plus nous voyons une sorte de panache noir de mauvais augure qui surplombe la capitale. Je rallume mon téléphone et vois de nombreux appels en absence du centre opérationnel qui m’annonce que la cathédrale est en feu.
Quelle heure était-il ?
Je ne sais pas. Peut-être 19h30. A ce moment-là, je suis attendu sur le parvis de la cathédrale par le général. Je m’y rends et je suis réceptionné par un lieutenant-colonel qui me conduit au poste de commandement des personnalités importantes. Je salue rapidement Emmanuel Macron et son épouse, le Premier ministre, Mgr Aupetit ou encore Mgr Chauvet. Vite nous nous concentrons sur la priorité :  les Reliques de la Passion et le Saint Sacrement. 
Une première difficulté intervient. La Couronne d’épines se trouve dans un coffre. Il faut trouver des clés et surtout le code. Or, nous ne trouvions personne qui pouvait nous le communiquer. Pendant que je m’occupe de cette recherche, une partie de l’équipe travaille dans la cathédrale pour sauver les œuvres selon un plan préétabli.
Y-a-t-il un sentiment de panique à cet instant ?
Pas du tout. Personne ne panique. Jamais ! Simplement, il y a un stress un peu plus important car on sait que le temps joue contre nous. Un stress qui est bon car il permet de prendre des décisions à l’instant. A un moment, le sacristain nous donne un jeu de clés avec le pass de la cathédrale. Nous nous précipitons. Au moment où nous rentrons, nous comprenons que l’autre partie de l’équipe, pendant nos recherches, a pris la décision de casser le reliquaire et a extrait la fausse couronne de présentation en or. Les pompiers avaient par ailleurs trouvé un intendant qui avait le code. Il a pu ouvrir le coffre et a sorti la couronne d’épines. Le premier objectif était rempli.
Le deuxième objectif était de préserver le Saint Sacrement ?
Absolument. Je rentre dans la cathédrale. La flèche s’est déjà effondrée. A chaque instant, la nef peut s’effondrer. Il y a deux brasiers ardents au sol. Un devant l’autel principal. Un autre devant le Maître-autel, dans le chœur des chanoines. Il y a des pluies de feu qui ne cessent de tomber du toit. Dans la cathédrale, l’ambiance est très particulière. Il n’y a pas de fumée, pas de chaleur excessive. Nous circulons en longeant les murs. Je me tourne vers l’intendant pour lui demander s’il y a d’autres trésors à sauver. Il me dit de récupérer une vierge à l’enfant dans la deuxième chapelle. Avec un adjudant-chef, nous partons rejoindre la chapelle et récupérons cette grande peinture. C’est la première œuvre que nous extrayons. Ensuite nous rationalisons notre action.
C'est-à-dire ?
Au lieu de piocher au coup par coup, nous décidons d’agir de manière rationnelle : l’adjudant-chef qui commande et qui a un éclairage puissant, moi pour l’expertise technique et une dizaine d’hommes pour transporter les œuvres. De manière systématique, nous faisons les chapelles les unes après les autres. Dans chaque chapelle nous balayons avec l’éclairage et j’estime qu’il faut absolument sortir. Au fur et à mesure qu’on récupère les œuvres, nous les envoyons dans la zone-vie des ouvriers du chantier de Notre Dame, sous la protection des fonctionnaires de la préfecture de police. Arrivés dans la chapelle où il y a les deux grandes maquettes, comme il est impossible de les sortir, nous les faisons bâcher pour les protéger de l’eau. Nous poursuivons le tour, récupérons toutes les garnitures d’autel, Notre-Dame de Częstochowa, un tableau des martyrs de Corée, une très belle icône, une très grande toile pour laquelle nous devons être quatre pour la porter. Nous ne pouvons pas aller plus loin, l’officier expliquant qu’il est trop dangereux de poursuivre.
Vous aviez l’impression de risquer votre vie ?
Comme à chaque fois que nous entrons dans un bâtiment en flammes ! Et ce n’est pas une impression. C’est une réalité !
Revenons au Saint Sacrement. Que faites-vous ensuite ?
Effectivement il est temps de sortir Jésus de cette cathédrale en flammes. Le sacristain m’explique qu’il y a deux endroits où réside la Présence Réelle. D’abord, sur l’autel des Chanoines, avec plusieurs milliers d’hosties à transporter. Le problème est qu’il se situe à un endroit où il y a un enchevêtrement de poutres qui brûlent. Et les gouttelettes de plomb fondu continuent de tomber. C’est absolument impossible de l’atteindre ! Je fais le deuil de cette réserve [qui n’a sans doute pas été touchée finalement Ndlr]. Il y a une deuxième réserve qui se situe à l’autel de Saint Georges. Nous trouvons les clés. Je récupère Jésus. Et je bénis avec le Saint Sacrement la cathédrale. C’est un acte de foi. Je demande à Jésus – que je crois réellement présent dans ces hosties – de combattre les flammes et de préserver l’édifice dédié à sa mère. Cette bénédiction coïncide avec le début d’incendie dans la tour nord. Et en même temps son extinction ! Sans doute la Providence…  Les deux beffrois sont sauvés.
Vous ressortez avec la Présence Réelle ?
Non, je la laisse dans la sacristie qui n’est pas menacée par l’incendie, tout comme le trésor. Des lances à incendies se sont efforcées dès le début de les protéger. La Couronne d’Épines qui était dans un reliquaire situé dans la chapelle du Chevet, a été conduite dans l’espace-vie des ouvriers.
Vous êtes ensuite allé dans les tours de Notre-Dame ?
Oui, un sergent-chef qui était là au tout début de l’intervention me propose de monter par la tour sud qui était accessible. Nous arrivons tous les deux en haut. Je vois la toiture qui n’est plus et la cathédrale qui se consume.
Quels sentiments vous traversent à ce moment-là ?
Nous venions d’entrer dans la Semaine sainte. Nous avions commencé le Carême par l’imposition des Cendres et cette phrase : « Souviens-toi que tu es poussière et que tu retourneras à la poussière ». Cette condition de la poussière est étroitement liée à notre humanité. Mais en plus, elle est nécessaire dans la perspective de la Résurrection. J’avais à la fois cette grande tristesse de la perte d’un bien extraordinaire, cette forêt de la charpente de la cathédrale. Et en même temps, cette joie indicible liée à l’espérance de la Résurrection. Je savais que la cathédrale allait être rebâtie plus belle, plus forte et plus vivante !
Plus vivante ? Que voulez-vous dire ?
Oui car beaucoup d’édifices sont des coquilles un peu mortes. Il existe pour ces monuments religieux le risque de se transformer en sépulcre blanchi. Dans l’histoire de la chrétienté occidentale, ces édifices brulaient, s’effondraient, étaient attaqués. Que se passait-il ? Tout le monde se retroussait les manches et reconstruisait. Il y a une sorte de vie inhérente aux bâtiments qui accompagnait la vie du quotidien des chrétiens. Aujourd’hui, il peut y avoir une sclérose qui empêche de faire vivre ces bâtiments. Alors que ces édifices doivent être le reflet de nos vies. Avec les joies et les peines. La mort et la vie.
....


domingo, 14 de abril de 2019

The many and inevitable failures of socialism



Socialism: A Track Record of Failure

What’s socialism?
Is it the centrally planned economies of Cuba and North Korea? Or the kleptocracies of Zimbabwe and Venezuela?
How about the interventionist welfare states of GreeceItaly, and France? Or the redistribution-oriented Nordic nations?
Since socialism means different things to different people, the answers will be all over the map.
But there’s one constant. However it’s defined, it doesn’t work.
Joshua Muravchik, writing for the Wall Street Journal, shares the many and inevitable failures of socialism.
It’s hard to think of another idea that has been tried and failed as many times in as many ways or at a steeper price in human suffering. …Marx (1818-83)…called his vision “scientific socialism.” Inspired by the dream of proletarian revolution overthrowing capitalist immiseration, socialist parties sprouted across Europe. Yet instead of growing poorer, workers in industrialized countries saw improvement in their living standards; and instead of disappearing, middle classes expanded—all disproving Marx. …Lenin pioneered modern communism, which in the 20th century was imposed on 18 countries and one-third of mankind. Repression was justified by socialism’s purported economic benefits, but the actual trade-off entailed economic misery and the snuffing out of as many as 100 million lives. …“Social democrats” and “democratic socialists” rejected Lenin’s methods. But their goals remained transformational. …British Labour Party leader Clement Attlee…sought to bring “main factors in the economic system”—including banks, mining and energy—under “public ownership and control.” Nationalization worked so badly, however, that Attlee soon beat a retreat and was voted out in 1951.
Though there was plenty of socialism until Margaret Thatcher was elected.
And if you consider the creaky National Health Service, some sectors of the economy remain socialized.
Anyhow, self-described American socialists claim they simply want to be like Scandinavian countries.
But as Muravchik notes, those nations aren’t technically socialist (i.e., they don’t have government ownershipcentral planningprice controls).
Yes, they have expensive welfare states (which have hampered growth), but markets determine how resources are allocated.
American socialists like Mr. Sanders, while often defending the likes of Fidel Castro, Daniel Ortega, Hugo Chávez and Nicolás Maduro, prefer to point to Scandinavia as a model. But Scandinavian social democrats learned to settle for dense social safety nets underwritten by remarkably free, capitalist economies. On the World Bank’s Ease of Doing Business scale, Denmark ranks third of 190 countries, Norway seventh and Sweden 12th.
The bottom line is that socialism has failed every place it’s been tried.
Socialism has failed everywhere it’s been tried… Surely today’s young people can create their own ideas and make their own mistakes rather than repeat those that darkened the times of their parents, grandparents and the generations before.
Now let’s look at a column by Richard Geddes of the American Enterprise Institute.
He notes that there’s a grim relationship not only between socialism and economic failure, but also that the ideology has a long list of victims.
Socialism has an abysmal record in the twentieth and twenty-first century, its effects include economic destruction, failure, and misery — Venezuela being the latest in a long line of wretched examples.Yet today, Democratic Party leaders such as Bernie Sanders and Alexandra Ocasio-Cortez are still proud to adopt the label of “democratic socialist.” …the more rigorously socialist principles are applied, the greater the human suffering, regardless of race, creed, or geographic location. …the grim statistics of those who died in the Soviet Union and elsewhere in the name of socialist experimentation (such as those who suffered forced starvation during the collectivization of agriculture) are pegged at about 100 million.
Geddes looks at the argument over how to define socialism and notes that regulation can be a back door form of socialism.
The Oxford English Dictionary defines socialism as: “A political and economic theory of social organization which advocates that the means of production, distribution, and exchange should be owned or regulated by the community as a whole.” New socialists argue that the distinction between government ownership and regulation is critical, and that they want extensive regulation but not nationalization. Yet, if regulation is sufficiently intrusive and onerous, private property rights are neutered, and control is effectively transferred to the socialist state.
That’s also a good definition of fascism, for what it’s worth. In other words, nominal private ownership, but the heavy hand of government actually determines how resources are allocated.
Geddes notes that American socialists don’t favor dictatorship, but that doesn’t change the fact that their policies will have a very adverse impact on the economy.
New socialists argue that, unlike their 20th century counterparts, they oppose the use of force to achieve their policy goals, instead preferring peaceful democratic processes. …however, whether socialist ends are achieved through forceful or democratic processes matters little when it comes to the nefarious effects of policies such as “free” healthcare, “free” college tuition, and so on. The destructive effects on both the supply and demand side of those markets would be much the same in the end.
Like Muravchik, Geddes also explains that Nordic nations don’t qualify as socialist.
Nordic countries (Denmark, Finland, Iceland, Norway, and Sweden) — beloved by some as examples of successful socialism. …those countries are in many ways more market-oriented that the United States… Indeed, those countries are decades ahead of the United States in adopting market reforms in two of my areas of policy expertise: postal services and infrastructure delivery.
My two cents is that the Scandinavian nations are not socialist based on the technical definition.
And here’s my amateur depiction of how that works, with degree of intervention measured from top to bottom. Notice that Sweden is well above the line and isn’t socialist (indeed, it is farther from socialism than the United States.
But if everyone now thinks socialism simply means a lot of redistribution, then we get a different picture.
Under this Crazy Bernie/AOC approach, Sweden is to the right of the line and is socialist but (perversely) Venezuela doesn’t qualify.
But maybe the way to accommodate both the traditional definition and the modern usage is to draw a diagonal line.
Here’s my depiction, and I deliberately put Sweden on the socialist side to make some of my lefty friends happy (though if you’re looking at overall levels of economic freedom, they shouldn’t be socialist unless the United States also is socialist).
The obvious takeaway is that it’s best to be near the top left, near Hong Kong. And it’s also good to avoid the bottom right (Venezuela being closest to that corner, which makes sense since it is in last place according to Economic Freedom of the World).
P.S. Since I bent over backwards to define socialism in ways to make the left happy, I will atone by calling attention to my collection of socialism/communism humor.
P.P.S. The Soviet Union, as far as I understand, didn’t have any sort of welfare state other than meager pensions for the elderly. So it’s in the lower left.

Read more: danieljmitchell.wordpress.com

Paris: “Les territoires perdus de la République”

A Paris, des habitants vivent “un véritable enfer” : un bel exercice de novlangue
A Paris, des habitants vivent “un véritable enfer” : un bel exercice de novlangue
Dans un article publié sur le Hufftington Post, on découvre le terrible quotidien des habitants du 18ème arrondissement et du nord du 10ème à Paris : insécurité, saleté, trafics, disparition de la mixité femmes-hommes, toxicomanie, rixes, prostitution… L’article est écrit par Ruth Grosrichard, Professeur de langue et civilisation arabes (Sciences Po). Dans cet article, les termes “islam”, “musulman” ou encore “immigration” sont absents. C’est pratique pour identifier les causes des problèmes…
Si chaque quartier concerné a des spécificités, tous ont en commun de souffrir de maux devenus endémiques et dont la liste est longue comme une nuit sans fin: insécurité, saleté, incivilités, trafics en tous genres, toxicomanie, rixes, prostitution, ghettoïsation, disparition progressive de la mixité femmes-hommes… […]
A Château Rouge, où pourtant une association de quartier a réussi le tour de force de faire condamner la Ville de Paris et l’Etat pour “carence fautive”, une habitante dresse un tableau bien sombre: saleté, captation de l’espace public, infraction aux lois, commerçants indélicats et prostitution; à Barbès ce sont les vendeurs de cigarettes de contrefaçon “Marboro bled” et les vols à l’arraché au pied de la station du métro; à la Goutte d’or: une jeune commerçante dénonce le trafic de drogues et autres pratiques illégales qui découragent tous ceux qui veulent faire vivre ce quartier pacifiquement; à La Chapelle où des groupes communautaires rivaux se disputent l’occupation des trottoirs parfois à coups de couteau et barres de fer, la vie est devenue “un véritable enfer” pour les riverains. S’y frayer un passage au milieu d’attroupements composés uniquement d’hommes représente pour une femme une épreuve quotidienne: l’engagement des politiques, venus dans le quartier, en 2017, afficher leur soutien aux femmes et dire leur indignation lorsque ce sujet faisait la Une des journaux, n’aura été qu’un feu de paille. Quant à la station de métro du même nom, essayer d’y entrer ou d’en sortir sans être agressé relève de l’exploit. Et ce n’est pas par hasard que celles et ceux qui sont obligés d’emprunter le souterrain qui mène à la Gare du Nord l’ont baptisé “passage de l’angoisse” ou “couloir de la mort”. Sans parler de la fameuse “colline du crack” et des campements où s’entassent des migrants dans des conditions indignes, un peu plus loin au Nord. Du côté des rues Pajol et Philippe de Girard, les habitants n’en peuvent plus des déchets laissés sur place après les distributions alimentaires assurées par certaines associations dont les motivations idéologiques font question. Près de l’hôpital Lariboisière, la SCMR communément dite “salle de shoot” -qui, les riverains en conviennent, entend répondre à un problème sérieux de santé publique-  les nuisances à l’extérieur, de jour comme de nuit, se sont multipliées: deal et consommation de rue, bagarres entre dealers, incivilités, commerces obligés de mettre la clé sous la porte, etc. Autant de problèmes qui s’étendent par capillarité jusqu’à la Gare de l’Est et le voisinage de la rue Lafayette. Que dire enfin des abords immédiats de la Gare du Nord? Sinon qu’ils sont un vaste cloaque à la porte de la première gare d’Europe.
A cela, ajoutons la disparition des commerces traditionnels de proximité au profit de la mono-activité (téléphones portables,vêtements de mariage, produits “exotiques”…), la multiplication d’officines multifonctions mêlant téléphones mobiles recyclés, produits alimentaires, alcools, bar à chichaet trafics en tous genres. […]
De ce rapide panorama, il ressort qu’une “ghettoïsation” s’est installée, avec le risque fort que s’amenuise la mixité sociale caractéristique de ce Nord-Est de Paris, à laquelle les habitants sont attachés. Face à l’inertie des pouvoirs public qui, jusqu’ici, ont fermé les yeux sur la gravité de la situation, les moins optimistes en viennent à penser qu’ils vivent dans des “territoires perdus de la République”. […]
C’est la “théorie” du grand remplacement…


If China were to lead the world...



What Happens When China Becomes the Most Powerful Country in the World? 

by David Batashvili

If China were to lead the world, then democracy would be hard-pressed to remain the mainstream form of political regime it has been for the last century. 

Read it here.

The Impact of Great Power Competition on the U.S. Navy 

by John S. Van Oudenaren

The Navy is being asked to prepare for a major war but also conduct all of its regular duties. Can the Navy and American shipbuilding keep up? 

Read it here.

What Does the Assange Arrest Mean for Press Freedoms in America? 

by Hunter DeRensis

The charges being brought against Assange are for the same crimes the Obama administration declined to bring forth in 2013. 

Read it here.

Getting Freedom of Navigation Operations Right in the South China Sea 

by Hyun-Binn Cho and Umut Yüksel

The law of the sea remains elusive to many, and when territorial seas—or the build-up of artificial islands or military installations—are not being challenged, that should be made clear. 

Read it here.

Missing in Action: Washington's Arctic Security Plan 

by Geoff Upton
 
The arctic is increasingly becoming a major geopolitical flashpoint. 

Read it here.

Victimology: Rousseau’s status as a victim is secure, so long as society is responsible for his portion, and he is not





by Michael De Sapio
The beauty of one’s home, neighborhood, and community is easy to forget, especially in an age as transient and rootless as ours. Yet, it’s in the quiet moments or on a historic occasion in your hometown that you are pulled back to consider the things that surround you. “Coming home” is an important process of the mind, allowing us to see the mysticism in the ordinary. Of course, it helps if you live in a place that gives rise to such thoughts. It is a blessing not to live amid high-rise apartments and steel-and-glass office buildings. The sense of tradition that comes from living in a historic town—a town that has retained its history—fills one with appreciation… 
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by Glenn Arbery
The effect of C.S. Lewis and J.R.R. Tolkien on the imagination is undeniably good. Both saw the effects of a secular world full of Nietzsche’s all-too-comfortable “last men,” and they countered modern indifference to God and complacency with imaginary landscapes and actions that required the cardinal virtues to oppose the great cosmic threats posed by Satanic powers. But Tolkien and Lewis tempt us to escape to a self-evidently numinous world rather than to seek out the texture of wonder in this one. What we need is an unsparing literary realism—literature without recourse to fantasy, literature in which talking trees do not come to the rescue... 
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by Nathan Coleman
Had the Nationalists carried the day in 1776 and turned the Continental Congress into a national government, implied powers would have been the normal constitutional practice from the moment of independence. The groundwork for Nationalist assault upon state sovereignty began in 1780–1781, when Alexander Hamilton, recently resigned as General Washington’s aide de camp, penned a long, and probably semi-private, letter to friend James Duane and published a series of six essays titled the “Continentalist.” Hamilton diagnosed the “fundamental defect” facing the Confederation as “a want of power in Congress… 
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by Steven Kessler
Many liberals maintain that they themselves are victims. Where does this belief come from? And why would anyone want to be a victim? To understand the origins of victimhood, we must understand the work and thought of Jean-Jacques Rousseau, the godfather and patron saint of liberalism. Rousseau’s desire to live free from the judgment of others, to live free from shame, all emanate from his status as a victim. Rousseau’s status as a victim is secure, so long as society is responsible for his portion, and he is not. So long as he is a victim of society, a victim of the rich, a victim of those with more esteem than he, he is not culpable for his behavior, no matter how shameful it would be otherwise... 
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by Joseph Pearce
Going to the theatre is not a means of escaping from the “real world” and all its problems; nor is it a purely passive activity, or merely recreational, as in watching a ball game. Or at least it needn’t be, and sometimes shouldn’t be. Great drama—great art—can edify. It can enlighten; it can lift us into the presence of the good, the true and the beautiful. It can also strengthen us in the commitment to fight political tyranny; it can be a powerful means of resisting corrupt government. In short, it can be a force for good in the political sphere... 
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Percy Bysshe Shelley’s Spring Wisdom: “To a Skylark”

Young People Are Canaries in the Mine

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What Happens When We Don’t Talk About Virtue?

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