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domingo, 3 de marzo de 2013

Argentina - Incorregible Cristina - Líder sobrenatural


La Presidenta volvió a hacer gala de su encierro
y de su desconfianza.

La etapa definitiva del “vamos por todo”.

por Alfredo Leuco

Cristina quiere ocupar, simbólicamente, el lugar de Hugo Chávez. El país le queda chico y pretende ejercer un liderazgo regional, a la vanguardia de la revolución. El obstáculo más grande no se lo han puesto las corporaciones a las que simula combatir, sino los sectores populares de la Argentina que no están dispuestos a “dar la vida por Cristina”, como sí lo harían en Venezuela por Chávez o en la Argentina del ’45, por Perón.

Es tan frenética su desconfianza que se recostó casi solitariamente en La Cámpora, y eso ayudó a desnudar su modesta capacidad de movilización, que incluye a miles de estudiantes de la pequeña burguesía urbana. El aparato del pejotismo ortodoxo de los intendentes solía llevar a los más humildes a los actos. Eso ya no existe.

La multiplicación del empleo y el consumo lograron reclutar el voto de las barriadas más pobres del Conurbano para Cristina en 2011. Y si la economía no se desmadra, es muy probable que siga manteniendo esa ventaja comparativa. Pero su soberbia de lenguaje hiperideologizado en desmedro del sentido común le puso distancia a esa relación.

Chávez y Perón sí lograron enamorar a la base de la pirámide social. Carisma, sensibilidad y palabras sencillas que no posee la comunicación de una militante setentista que mutó en exitosa abogada o en millonaria progre. Ayer en PERFIL, Artemio López citó a Perón en La Hora de los Pueblos para argumentar que los medios sólo impactan en el 10% de la población “idealista” y que la realidad económica personal y familiar empuja las decisiones del 90% “materialista”. Coin-cido. El ciudadano de a pie se mueve al compás de su experiencia y no al de la música de los medios. Pero agrego que tampoco se moviliza por las consignas que le inyectan los militantes universitarios o el Fútbol para Todos. Es una ilusión paternalista e irrespetuosa con el subsuelo sublevado de la Patria creer que se lo puede “melonear” con discursos épicos carentes de realidad. Las grandes mayorías votaron por Cristina y tal vez lo sigan haciendo, pero no la sumaron a la estampita de Perón o Evita. Los millones que desbordan colectivos y trenes todos los días no saben quiénes son Diego Gvirtz o Ernesto Laclau. Se ponen de pie con lo que sufren o disfrutan en carne propia y con el instinto que les dio la experiencia.
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